Artrosis: qué es, cómo entenderla y cómo saber cuáles son sus primeros síntomas
Asumir que es una condición inherente a la edad nos puede hacer un flaco favor al tratar esta patología
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Las manos de una mujer mayor. | Freepik
A medida que avanzamos en edad, nuestro cuerpo experimenta cambios naturales que, aunque forman parte del proceso de envejecimiento, pueden conllevar ciertas molestias o dolencias. Entre estas, la artrosis ocupa un lugar destacado, afectando a millones de personas en todo el mundo. Esta enfermedad degenerativa de las articulaciones surge como resultado del desgaste del cartílago, la capa que recubre los huesos y facilita el movimiento sin fricción.
La cuestión respecto a la artrosis no es solo su prevención, sino comprender que no tiene por qué ser una condición inherente al envejecimiento. Detectarla a tiempo no solo permite aliviar el dolor, sino que también ayuda a mantener la calidad de vida a pesar de su aparición. Aunque no es completamente prevenible, hay estrategias para ralentizar su avance y minimizar su impacto en nuestro día a día.
La artrosis no discrimina y puede afectar a cualquier persona, pero ciertos factores, como la edad, el estilo de vida o la genética, aumentan su probabilidad. Sin embargo, esto no significa que no podamos tomar medidas. Especialmente cuando se estima que casi está presente en casi el 30% de los españoles mayores de 40 años y que el porcentaje de jóvenes con artrosis aumenta.
Entendiendo la artrosis: qué es y por qué aparece
La artrosis es una enfermedad degenerativa que afecta principalmente al cartílago de las articulaciones. Este tejido actúa como un amortiguador, permitiendo que los huesos se deslicen entre sí sin fricción. Sin embargo, con el tiempo o debido a factores externos, este cartílago puede deteriorarse, causando dolor, rigidez y una disminución de la movilidad. Aunque está asociada con el envejecimiento, no es un proceso inevitable para todas las personas mayores.
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La artrosis suele aparecer a partir de los 50 años, aunque no es raro que los primeros indicios se presenten antes, especialmente en personas con predisposición genética o en aquellas que han sometido a sus articulaciones a un esfuerzo excesivo. Además, afecta con mayor frecuencia a las mujeres, especialmente tras la menopausia, lo que sugiere que los cambios hormonales juegan un papel relevante. Otros factores de riesgo incluyen el sobrepeso, la actividad física intensa o repetitiva y lesiones previas en las articulaciones. Algo de lo que ya hemos hablado en THE OBJECTIVE.
Los factores medioambientales también pueden influir en el desarrollo de la artrosis. La exposición al frío y la humedad, aunque no son causas directas, pueden agravar los síntomas en personas predispuestas. Por otro lado, un estilo de vida sedentario y una dieta desequilibrada pueden favorecer su aparición, ya que afectan a la salud general de las articulaciones. Todo esto convierte a la artrosis en una enfermedad multifactorial, cuya prevención y tratamiento dependen de un enfoque integral.
Las primeras señales de la artrosis
Aunque la artrosis puede afectar a cualquier articulación, las más comunes son las rodillas, las caderas, las manos y la columna vertebral. Los primeros síntomas suelen manifestarse como una sensación de rigidez, especialmente por las mañanas o tras periodos de inactividad. También es habitual notar dolor en las articulaciones al realizar movimientos repetitivos o cargar peso, una molestia que puede ir aumentando con el tiempo. Lo cierto es que esta enfermedad, por popular que sea, constituye un problema de salud pública a nivel mundial, como indica la Sociedad Española de Reumatología.
Un signo característico de la artrosis es la aparición de inflamación o hinchazón en las articulaciones afectadas. A menudo, estos síntomas pueden ser temporales al inicio, pero si no se abordan, tienden a cronificarse. En algunos casos, la actividad física moderada puede aliviar momentáneamente la rigidez, pero un esfuerzo excesivo suele empeorar el dolor. Este ciclo puede llevar a una limitación progresiva de las actividades cotidianas, como explican desde MSD Manuals.
La climatología también influye en la percepción de los síntomas. Muchas personas con artrosis reportan un aumento del dolor y la rigidez en días fríos o húmedos. Por otro lado, existen casos de artrosis prematura, que pueden surgir debido a factores como lesiones deportivas, deformidades congénitas o enfermedades metabólicas. En estos casos, los síntomas pueden aparecer incluso en personas jóvenes, afectando significativamente a su calidad de vida. Además, es una enfermedad que tiene un gran coste económico dentro de las sociedades más envejecidas.
Cómo combatirla
Afrontar la artrosis requiere un enfoque multidisciplinar que combine cambios en el estilo de vida, tratamientos médicos y, en algunos casos, terapia física o intervenciones quirúrgicas. El primer paso es mantener un peso saludable, ya que el sobrepeso aumenta la presión sobre las articulaciones, especialmente en las rodillas y las caderas. Además, realizar ejercicio moderado, como caminar, nadar o practicar yoga, puede fortalecer los músculos que soportan las articulaciones y mejorar la flexibilidad.
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La alimentación también juega un papel crucial. Una dieta rica en antioxidantes, como los que se encuentran en frutas y verduras, puede ayudar a reducir la inflamación. Asimismo, los ácidos grasos omega-3 presentes en pescados como el salmón o las sardinas tienen propiedades antiinflamatorias que benefician la salud articular. Evitar alimentos ultraprocesados y ricos en azúcares añadidos también contribuye a controlar la inflamación crónica.
En el ámbito médico, existen tratamientos farmacológicos que pueden aliviar los síntomas y ralentizar el progreso de la enfermedad. Analgésicos, antiinflamatorios y, en algunos casos, infiltraciones de ácido hialurónico o corticoides pueden ser útiles. Además, en casos avanzados, la cirugía de reemplazo articular puede devolver la funcionalidad a las articulaciones dañadas. En cualquier caso, lo más importante es consultar con un especialista ante los primeros síntomas para recibir un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado.