Cinco errores diarios que cometes con tu suelo pélvico que puedes evitar fácilmente
Determinadas costumbres, por muy arraigadas que parezcan, podrían hacer más mal que bien a esta zona

Una mujer sentada en la oficina. | ©Freepik.
El suelo pélvico es uno de los grandes olvidados cuando hablamos de salud femenina, pese a su papel fundamental en el bienestar general. Esta red de músculos y tejidos sostiene órganos clave como la vejiga, el útero y el recto, y es responsable de funciones tan importantes como el control de esfínteres, el placer sexual o el soporte durante el embarazo. Tener un suelo pélvico fuerte y funcional no solo es clave en la juventud, sino que se vuelve aún más determinante con el paso del tiempo.
Durante el embarazo y el posparto, el suelo pélvico sufre una gran presión. Si ya estaba debilitado de base, pueden aparecer problemas como incontinencia urinaria, prolapsos o dolores crónicos. Lo mismo ocurre en la menopausia, cuando la caída de estrógenos reduce la elasticidad muscular. Sin embargo, muchas de estas complicaciones pueden prevenirse si se empieza a trabajar esta zona con antelación.
El problema es que, a pesar de que la prevención está al alcance de todas, muchas mujeres continúan dañando su suelo pélvico sin saberlo. Desde hábitos aparentemente inocentes hasta prácticas mal enfocadas, hay gestos diarios que, con el tiempo, pueden pasar factura. Por eso, comprender que hay errores que dañan el suelo pélvico y ejercicios que ayudan a minimizarlo es importante.
Qué daña a tu suelo pélvico: cinco gestos cotidianos
El suelo pélvico es un conjunto de músculos y tejidos que cierran la parte baja del abdomen y actúan como una especie de hamaca que sostiene órganos internos. Como cualquier otro músculo, puede debilitarse o lesionarse si no se trata con cuidado. Y aunque solemos pensar que solo se deteriora por causas mayores como un parto, lo cierto es que muchos errores con el suelo pélvico contribuyen a dañarlo silenciosamente. Algunos son más fáciles de corregir y otros pueden ser menos notables a corto plazo, pero igualmente peligrosos.
Uno de los más comunes es forzarse a orinar “por si acaso”, sin tener realmente ganas. Esto puede alterar el reflejo natural de la vejiga. También apretar al defecar es perjudicial, ya que genera una presión excesiva sobre el periné. En el ámbito sexual, prácticas demasiado intensas o sin la debida lubricación pueden tensar y lesionar la musculatura. Y ojo con los famosos ejercicios de Kegel: hacerlos en exceso o sin técnica adecuada puede generar más problemas que beneficios.
Por último, tratar de corregir la postura corporal forzando continuamente la zona abdominal o el periné puede producir contracturas o una fatiga muscular innecesaria. Para evitarlo, es clave escuchar al cuerpo, trabajar con profesionales cuando sea necesario y mantener una rutina equilibrada que respete los límites de cada una.
Cómo fortalecer el suelo pélvico sin pasarte

No se trata de obsesionarse, sino de incorporar ejercicios sencillos y eficaces que se adapten a tus necesidades. Los ejercicios de Kegel siguen siendo una herramienta válida, pero deben realizarse con conciencia: contraer y relajar la musculatura perineal sin mover glúteos ni abdomen, durante unos segundos, varias veces al día. Lo ideal es comenzar con pocas repeticiones y aumentar progresivamente, evitando la fatiga. Como en tantos otros grupos musculares, no conviene hacer excesos sin sentido.
El yoga y el pilates también ofrecen movimientos que ayudan a trabajar el suelo pélvico sin sobrecargarlo. Posturas como la del puente o la del gato-vaca, realizadas con una respiración adecuada, activan esta zona de forma suave. Estos ejercicios pueden ser especialmente útiles para mujeres que han dado a luz, están en la menopausia o simplemente quieren prevenir problemas a largo plazo de esos errores con el suelo pélvico. Algo de lo que también alerta la Sociedad Española de Urología.
Eso sí, no todas las mujeres necesitan el mismo tipo de entrenamiento. Si hay dolor, incontinencia o sospecha de debilidad muscular, lo recomendable es acudir a una fisioterapeuta especializada en suelo pélvico. Ella podrá evaluar el estado real de la musculatura y diseñar un plan personalizado para fortalecerla de forma segura y efectiva.