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Un humor de perros: cómo nuestras mascotas también pueden ser optimistas o pesimistas

Puede que ciertos rasgos del comportamiento no sean patrimonio exclusivo de los humanos, según este estudio

Un humor de perros: cómo nuestras mascotas también pueden ser optimistas o pesimistas

Un perro feliz en el césped. | ©Freepik.

Siempre se ha dicho que alguien tiene un humor de perros para hablar de mal carácter o de un día torcido. Sin embargo, quizá deberíamos empezar a considerar si los perros también tienen su propio humor, y si este puede ser más parecido al de las personas de lo que creemos. La idea de que los animales poseen emociones complejas no es nueva, pero hasta hace poco era difícil de demostrar. Hoy, gracias a la ciencia del comportamiento animal, sabemos que nuestras mascotas no solo sienten alegría o tristeza, sino que incluso pueden ser optimistas o pesimistas.

Aunque tendemos a pensar que emociones como el optimismo son exclusivas de los humanos, diversos estudios apuntan a que los perros pueden tener una actitud vital que se aproxima bastante a estos conceptos. Esto no significa que razonen como nosotros, pero sí que interpretan su entorno de una manera que podría definirse como positiva o negativa. En la práctica, esta diferencia se traduce en cómo reaccionan a estímulos inciertos, cómo enfrentan la rutina o cómo se relacionan con las personas y otros animales.

Además, ese humor canino no es algo estático. Se ha comprobado que puede variar según su entorno, su historial de aprendizaje y, sobre todo, la relación con sus cuidadores. De hecho, el estado emocional de los dueños influye de forma directa en sus perros. Así, un perro que convive con una persona estresada puede acabar mostrando signos de estrés también. Lo que antes se interpretaba como simple instinto, hoy se empieza a entender como algo mucho más complejo y emocionalmente profundo. Por eso, cuando a veces hablamos sobre perros en THE OBJECTIVE, es conveniente entender que son más que un animal de compañía.

El mejor amigo del hombre tiene mucho que aprender

Desde hace décadas se ha documentado que los perros poseen una capacidad olfativa extraordinaria, mucho más desarrollada que la de los humanos. Esta habilidad les permite, entre otras cosas, detectar cambios químicos en el sudor o el aliento de las personas, lo que les lleva a reconocer si alguien está nervioso, triste o incluso enfermo. Un estudio publicado de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, revela que los perros pueden oler nuestras emociones, especialmente el estrés, y reaccionar en consecuencia. No es de extrañar, por tanto, que muchos perros de asistencia emocional sean capaces de calmar a sus dueños en momentos críticos.

Más allá del olfato, su comportamiento también da pistas sobre un mundo interior más complejo del que solíamos imaginar. Los investigadores ya no dudan en hablar de “rasgos emocionales” en perros, y aunque evitarían llamarlo personalidad en sentido estricto, sí se reconocen patrones individuales persistentes. Hay perros más temerosos, otros más impulsivos, algunos que muestran una alegría desbordante y otros que se retraen en presencia de extraños. Estas diferencias no solo afectan su comportamiento, sino también su salud y bienestar general.

La ciencia también ha empezado a encontrar relación entre la inteligencia canina y ciertos comportamientos que, a primera vista, podrían parecer problemáticos. Un estudio de la Universidad de Helsinki apunta a que los perros que desobedecen con más frecuencia podrían ser, en realidad, más listos. Esta desobediencia no siempre implica un mal comportamiento, sino que puede revelar una mayor capacidad para tomar decisiones independientes, especialmente cuando las órdenes que reciben no tienen sentido para ellos. Así, la rebeldía canina podría esconder una mente más aguda de lo que se pensaba.

Cómo el optimismo se vincula con el aprendizaje de los perros

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Según la investigación, los perros optimistas son más resolutivos que los pesimistas. ©Foto vía Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG).

Uno de los estudios más reveladores sobre el estado emocional de los perros se ha centrado en su capacidad de aprendizaje en relación con su nivel de optimismo. Publicado en PLOS ONE, el experimento analizaba cómo reaccionaban los perros a una tarea con resultado incierto. Según los investigadores, aquellos animales que mostraban un sesgo más optimista resolvían las tareas con más entusiasmo y mejores resultados que los considerados más pesimistas. Esta diferencia emocional marcaba también la forma en que persistían en la actividad y cómo respondían ante la posibilidad de recompensa.

El optimismo en los perros, en este contexto, no se refiere a una visión filosófica del mundo, sino a cómo interpretan una señal ambigua. Por ejemplo, si se les enseña que un cuenco en una esquina siempre contiene comida y otro no, ¿cómo reaccionan ante un cuenco colocado entre ambos? Los perros optimistas se acercan con curiosidad y esperanza, mientras que los pesimistas dudan o directamente lo ignoran. Este patrón no solo dice mucho sobre su estado emocional, sino que tiene consecuencias prácticas en su adiestramiento y desempeño.

Además, el estudio revela otro dato significativo: los perros más veteranos ofrecieron mejores resultados generales que los más jóvenes. La experiencia, en este caso, se traduce en una mayor capacidad para gestionar la incertidumbre y resolver tareas complejas. No se trata solo de que hayan aprendido más comandos, sino de que saben enfrentarse mejor a lo desconocido. La veteranía no solo les da recursos cognitivos, sino también emocionales. Un perro mayor, con un historial de experiencias positivas, tiene más probabilidades de mostrar una actitud optimista ante nuevos retos.

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