Lara Ferreiro, psicóloga: «En una relación hay que dejar de interpretar y empezar a preguntar»
Su regla es clara: “Si para quedarte tienes que dejar de ser tú, vete. Si puedes esperar sin perderte, quédate”

Relación de pareja | Canva
Por mucho que nos guste imaginar que el amor avanza en sincronía, la realidad es que muchas veces las parejas no caminan al mismo paso. Esta es una de las situaciones más comunes en consulta, según explica la psicóloga Lara Ferreiro, especialista en terapia de pareja y sexualidad. “Nos encanta la idea de que las relaciones evolucionen al mismo ritmo, pero cuando uno busca estabilidad y el otro todavía está saliendo del caos emocional, hay señales muy claras de que están en momentos distintos”, asegura.
Señales de que vais a ritmos diferentes
Ferreiro explica que las señales aparecen rápido si sabemos verlas. Una muy clara es cuando una persona empieza a hacer planes a futuro —como decir “este verano podríamos viajar” o “me gustaría que conocieras a mis amigos”— y la otra responde con evasivas o con frases que no dicen mucho. También se nota en la forma de comunicarse: mientras uno busca hablar más seguido y con más cariño, el otro prefiere mantener cierta distancia o solo tener conversaciones superficiales. Según Lara, el lenguaje del amor también da pistas: “Si alguien muestra afecto con palabras bonitas o haciendo cosas por el otro, y la otra persona lo agradece, pero no se acerca emocionalmente, probablemente no están en el mismo nivel de compromiso”.
Además, los estilos de apego influyen directamente. Las personas con apego ansioso suelen buscar seguridad y confirmación, mientras que aquellas con apego evitativo tienden a alejarse cuando sienten presión emocional. “Esto genera el típico ‘baile ansioso-evitativo’: uno persigue y el otro huye”, explica la psicóloga.

¿Cómo expresar tus necesidades sin presionar?
Ferreiro insiste en la importancia de aprender a comunicar sin sonar a reproche. “No nos han enseñado a pedir lo que necesitamos; o callamos esperando que lo adivinen o lo soltamos en un momento de frustración”, lamenta. La clave está en hablar desde uno mismo, no desde lo que el otro hace mal. En vez de decir “Nunca me escribes”, podemos expresar: “Me hace sentir bien recibir un mensaje tuyo por la mañana porque me siento conectada contigo”. Esto no impone ni reclama, simplemente comparte una emoción. Además, la comunicación emocional asertiva ayuda a generar puentes. Frases como “me ilusiona la idea de construir algo bonito contigo, aunque entiendo que tú necesites ir más despacio” permiten que ambas partes se expresen sin sentirse atacadas.
Estrategias para equilibrar los tiempos
La experta en psicología propone herramientas concretas para armonizar los ritmos de la relación:
- Negociar microacuerdos: no hace falta pactar el futuro inmediato, basta con pequeños compromisos que se ajusten a ambos.
- Priorizar calidad sobre cantidad: si no se puede ver a menudo, que los encuentros sean significativos.
- Hablar de expectativas presentes: evita proyectar grandes planes si no hay una base sólida en el ahora.
- No tomar el espacio como rechazo personal: a veces no es desinterés, sino una necesidad emocional del otro.
- Mantener la autonomía emocional: seguir con tu vida, amigos, actividades. No poner todo tu foco emocional en la relación.
- Poner fecha de revisión: una conversación programada sobre cómo os sentís puede evitar la ansiedad de la incertidumbre.
- Detectar si hay un “banquillo”: a veces el ritmo lento esconde que esa persona aún no ha cerrado otras historias o está tanteando más opciones.
¿Cuándo es mejor soltar y cuándo merece la pena quedarse?
La experta en terapia de parejas y sexualidad, explica que la diferencia está en cómo te hace sentir la relación. Su regla es clara: “Si para quedarte tienes que dejar de ser tú, vete. Si puedes esperar sin perderte, quédate.”
Es mejor soltar cuando:
- Tu bienestar emocional se ve afectado constantemente.
- Solo tú estás sosteniendo el vínculo.
- La otra persona no tiene apertura emocional ni quiere negociar.
- Renuncias a tus necesidades por miedo a perderle.
Merece la pena seguir cuando:
- La otra persona, aunque vaya lento, demuestra interés real con hechos.
- Hay avances, aunque pequeños.
- Puedes esperar sin sentirte vacía ni frustrada.
- La conexión es auténtica y profunda.
¿Qué hacer si te sientes frustrada o confundida?
Cuando una relación avanza a dos velocidades, la frustración es casi inevitable. Ferreiro recomienda poner nombre a lo que sentimos: ¿Es ansiedad? ¿Inseguridad? ¿Miedo al rechazo? Aclararlo ayuda a no perderse. También sugiere dejar de interpretar y empezar a preguntar. Una conversación abierta del tipo: “Me siento algo frustrada, ¿tú cómo lo estás viviendo?” puede cambiarlo todo. Cuidar el discurso interno es fundamental. “No es que no seas suficiente. Es que esa persona tiene su proceso”, recuerda. Y añade que hay que ponerse un límite interno: cuánto tiempo puedes esperar sin que te duela.
¿Y si la relación sí está creciendo, solo que despacio?
Una relación puede estar floreciendo, aunque a un ritmo lento. Para saberlo, Ferreiro aconseja observar si:
- Hay implicación emocional y coherencia entre lo que dice y hace.
- Los momentos juntos te suman, no te desgastan.
- Puedes expresar tus emociones sin miedo a una crisis.
- Sientes ilusión más que ansiedad.
- Hay capacidad para resolver conflictos sin drama.
- Sigues siendo tú, con tu vida y tus planes.
Porque, como concluye Lara Ferreiro: “No es cuestión de ir rápido, sino de que, aunque camines lento, sientas que vas hacia alguna parte y que no estás sola en ese camino.”