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Trastorno disfórico premenstrual: qué es y por qué es distinto del síndrome premenstrual

Aunque se crea que forma parte de un mismo todo, la realidad es bastante más dispar de lo que se podría concebir

Trastorno disfórico premenstrual: qué es y por qué es distinto del síndrome premenstrual

Una mujer con trastorno disfórico premenstrual. | Freepik

Aunque muchas personas lo reduzcan a un simple cambio de humor o lo despachen como una exageración, lo cierto es que hay una base científica detrás de los altibajos emocionales y físicos que algunas mujeres experimentan antes de la menstruación. Se trata del síndrome premenstrual, una condición reconocida médicamente que responde a los cambios hormonales naturales del ciclo menstrual. Este síndrome puede provocar desde irritabilidad o tristeza hasta fatiga o molestias físicas, como dolor de cabeza o hinchazón. Pero no está solo: existe también el trastorno disfórico premenstrual.

El problema surge cuando se asume que cualquier malestar cíclico relacionado con el ciclo menstrual pertenece a este síndrome. Especialmente si se ignora que existe otro trastorno más severo y menos conocido: el trastorno disfórico premenstrual. A pesar de que ambos comparten un mismo marco temporal –los días previos a la menstruación– no son lo mismo. Sus características clínicas y su impacto sobre la salud mental son muy diferentes. No es simplemente una cuestión de intensidad: es un cuadro clínico distinto.

Ignorar esta diferencia puede llevar a un infradiagnóstico que afecta de manera importante a quienes lo padecen. Las mujeres que sufren trastorno disfórico premenstrual no están ‘más sensibles’ o ‘de peor humor’. La realidad es que experimentan un deterioro psicológico profundo que interfiere de forma notable en su bienestar emocional.

Qué es el trastorno disfórico premenstrual

El trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es una condición médica incluida en los manuales de diagnóstico psiquiátrico y reconocida por su gravedad. Se manifiesta en la fase lútea del ciclo menstrual, es decir, en los días posteriores a la ovulación y anteriores a la menstruación. Aunque pueda parecer una variante intensa del síndrome premenstrual, el TDPM tiene una naturaleza distinta: su foco principal es el desequilibrio emocional severo, con síntomas que pueden asemejarse a una depresión mayor.

Las mujeres que lo padecen pueden experimentar tristeza profunda, ataques de ira, ansiedad aguda, sensación de desesperanza y pensamientos intrusivos. Estos síntomas no solo son intensos, sino que afectan de forma directa a la vida cotidiana, interfiriendo en las relaciones personales, la actividad laboral y la autoestima. A menudo se asocian también síntomas físicos, como dolor en las mamas, fatiga extrema o trastornos del sueño, pero el núcleo del trastorno está en lo emocional.

El TDPM es más frecuente en mujeres entre los 30 y los 40 años, una franja de edad en la que la sensibilidad a las fluctuaciones hormonales puede estar aumentada. Aunque su origen exacto aún no se comprende del todo, se sabe que no se debe a una alteración hormonal en sí, sino a una respuesta anómala del sistema nervioso central ante los cambios hormonales normales. Este matiz es clave: no es un exceso de hormonas, sino una forma distinta de procesarlas. Por eso, no todas las mujeres lo desarrollan, aunque todas pasen por las mismas fases hormonales.

Por qué no es lo mismo que síndrome premenstrual

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El TDPM tiene una vinculación mucho más fuerte con la salud mental que el síndrome premenstrual. ©Freepik.

El síndrome premenstrual (SPM) es una condición más común y, en la mayoría de los casos, menos incapacitante. Se estima que hasta el 75% de las mujeres en edad fértil experimentan algún tipo de síntoma premenstrual, como irritabilidad, cambios de apetito o molestias abdominales. Estos síntomas suelen aparecer en los días previos a la menstruación y desaparecen poco después de que esta comienza. Aunque pueden resultar molestos, en la mayoría de los casos no impiden llevar una vida normal. De hecho, ya te contamos en THE OBJECTIVE que hay algunas fórmulas para intentar minimizar este dolor.

A diferencia del TDPM, el síndrome premenstrual no provoca un deterioro significativo en la salud mental ni afecta gravemente a la funcionalidad diaria. En muchos casos, las mujeres pueden controlar los síntomas con cambios en la alimentación, ejercicio físico regular o con la ayuda de analgésicos y suplementos específicos. Su origen está también ligado a las variaciones hormonales del ciclo menstrual, pero no implica una respuesta neuroquímica alterada, como ocurre en el trastorno disfórico.

La distinción entre ambos cuadros es más que semántica: tiene implicaciones clínicas y terapéuticas. Mientras que el SPM puede tratarse desde una perspectiva más preventiva y de manejo del estilo de vida, el TDPM requiere un abordaje médico más profundo. En este caso, puede incluir desde psicoterapia hasta tratamientos farmacológicos, como antidepresivos o anticonceptivos hormonales. Confundirlos o tratarlos como si fueran lo mismo supone un riesgo de infravalorar este trastorno. Razón que podría llegar a agravar ese sufrimiento.

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