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Marian Rojas: «Estos son los cuatro rasgos que definen a las personas narcisistas»

No se trata de diagnosticar a los demás a la ligera, sino de aprender a identificar actitudes que pueden hacernos daño

Marian Rojas: «Estos son los cuatro rasgos que definen a las personas narcisistas»

Marian Rojas Estapé | Redes sociales

La psiquiatra Marian Rojas Estapé, reconocida por su enfoque divulgativo en temas de salud mental y bienestar emocional, ha abordado recientemente en sus redes sociales una cuestión cada vez más presente en conversaciones cotidianas: cómo identificar a las personas con rasgos narcisistas en nuestro entorno. A través de una publicación en Instagram, la especialista explicó de forma clara y accesible cuáles son los comportamientos más frecuentes que delatan a este tipo de perfiles y por qué es tan importante detectarlos a tiempo.

Según Rojas Estapé, el narcisismo no se reduce simplemente a alguien que se admira en exceso o que se toma demasiadas selfies. Se trata de una estructura más compleja y profunda de la personalidad que, en sus formas más marcadas, puede dañar vínculos, generar dependencia emocional y desgastar a quienes están cerca. «Las personas narcisistas son aquellas que tienen un amor desordenado e irracional hacia uno mismo, les encanta que hablen de ellos mismos», señaló.

Uno de los principales problemas, advierte, es que este tipo de personas pueden estar en nuestra vida durante años sin que logremos identificar con claridad sus dinámicas. Ya sea en una pareja, un jefe, un amigo o incluso un familiar, su presencia suele pasar desapercibida al principio, camuflada bajo una apariencia de carisma o seguridad. No obstante, con el tiempo, su necesidad constante de aprobación y admiración sale a la luz.

Cuatro patrones para reconocer el narcisismo

Marian Rojas resume en cuatro comportamientos clave los signos más evidentes de una personalidad narcisista. El primero es la creencia de merecer un trato especial. Estas personas esperan recibir atenciones diferenciadas, privilegios o concesiones sin una justificación real, simplemente porque se consideran superiores. El segundo rasgo es la tendencia a exagerar sus logros o vivencias. Con frecuencia adornan sus historias, magnifican sus experiencias o proyectan una imagen de éxito constante para alimentar su ego y reforzar su autoestima ante los demás.

Personas narcisistas
Según Rojas Estapé, el narcisismo no se reduce simplemente a alguien que se admira en exceso o que se toma demasiadas selfies.

En tercer lugar, destaca su falta de empatía, un elemento central del narcisismo. Les cuesta ponerse en el lugar del otro, conectar emocionalmente o mostrar una preocupación genuina por los sentimientos ajenos. Lo tuyo, dice Rojas, «no les importa» ya que están demasiado enfocados en sí mismos. Finalmente, estas personas suelen ser agotadoras emocionalmente. Están permanentemente centradas en sí mismas, necesitan atención constante y no toleran bien que se les lleve la contraria. Para su entorno más cercano, esto puede suponer una fuente constante de tensión, discusiones o frustración.

¿Cómo lidiar con una persona narcisista?

Identificar estos comportamientos es el primer paso para protegerse. Establecer límites claros, evitar entrar en juegos de manipulación emocional y mantener una distancia sana son medidas clave para no caer en su órbita de desgaste. En relaciones personales, familiares o laborales, el narcisismo puede volverse un patrón repetitivo si no se reconoce a tiempo. Marian Rojas enfatiza que, aunque no siempre se puede evitar tener cerca a personas con estos rasgos, sí es posible minimizar su impacto en nuestra vida emocional. Detectar sus señales y actuar con firmeza puede marcar la diferencia entre una relación tóxica y una convivencia emocionalmente saludable.

Detrás de la fachada de seguridad

Aunque externamente puedan parecer seguros, los narcisistas raramente piden ayuda. Viven con una “vasija de ego” que, según la psiquiatra, necesitan llenar todos los días. Esta imagen de fortaleza es, en realidad, un mecanismo de defensa para ocultar una autoestima frágil y una necesidad constante de validación externa. Además, suelen menospreciar a quienes consideran inferiores, lo que les permite reafirmar una supuesta superioridad. Este patrón no solo daña relaciones personales y profesionales, también perpetúa dinámicas tóxicas de poder, control o manipulación.

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