Encías retraídas: qué son y cómo solucionar este problema de salud dental
Aunque a priori parezca un mal menor, dejar correr esta situación podría pasar factura a largo plazo

Un hombre en el dentista. | ©Freepik
A menudo, prestamos más atención a dolencias evidentes como un dolor muscular o una contractura, pero pasamos por alto señales silenciosas en nuestra salud bucodental. No solemos pensar que nuestros dientes, que utilizamos cada día para hablar, masticar y sonreír, deben acompañarnos toda la vida. Sin embargo, están sometidos a un esfuerzo constante y a múltiples agresiones externas que pueden acabar causando problemas graves si no se detectan a tiempo.
Los dientes no trabajan solos: las encías, el esmalte y el hueso maxilar forman parte de un sistema complejo que, cuando falla, afecta a toda la boca. Enfermedades como la caries o la periodontitis son bien conocidas por la población, pero no por ello menos frecuentes. Las visitas rutinarias al dentista ayudan a controlarlas, aunque muchos siguen ignorando molestias aparentemente menores que pueden estar indicando el inicio de un problema más serio.
Aparte de las caries, que afectan a buena parte de la población, existen afecciones como la gingivitis, que provoca inflamación y sangrado de las encías, o el bruxismo, que desgasta el esmalte y sobrecarga la mandíbula. Son patologías comunes, pero no las únicas. Hay una más, menos comentada y muchas veces invisible hasta que ya es evidente: la retracción de encías.
Qué son las encías retraídas
A diferencia de otros problemas dentales, como las caries o el bruxismo, que suelen causar dolor o molestias inmediatas, la retracción de encías puede pasar desapercibida durante años. Muchas personas no le dan importancia hasta que notan los dientes más largos o más sensibles, sin saber que detrás de ese cambio estético se esconde una alteración funcional. La retracción de encías consiste en el desplazamiento progresivo del tejido gingival hacia la raíz del diente, dejando esta más expuesta.
Este fenómeno puede estar provocado por enfermedades periodontales, especialmente si no se tratan a tiempo. La gingivitis crónica o la periodontitis, ambas causadas por acumulación de placa bacteriana, debilitan las encías hasta que estas comienzan a retirarse. Sin embargo, no siempre hay una causa patológica clara: en ocasiones, el cepillado agresivo, el uso de cepillos duros o incluso un mal diseño de la prótesis dental también pueden favorecer la retracción.
El estilo de vida también juega un papel relevante. El tabaquismo es uno de los factores más vinculados con el deterioro de las encías, ya que reduce el flujo sanguíneo y favorece la inflamación. El consumo habitual de alcohol o una mala alimentación, pobre en vitaminas y antioxidantes, agravan el problema. Además, el envejecimiento natural del cuerpo también afecta al tejido gingival, que pierde grosor y elasticidad con los años, haciéndolo más vulnerable a la retracción. No obstante, es una patología más común en hombres y, por piezas bucales, en los incisivos inferiores.

Cuando las encías se retraen, se genera un círculo vicioso difícil de frenar. Al quedar expuesta la raíz del diente, aumenta la sensibilidad dental, sobre todo al frío, al calor y a los alimentos ácidos. Además, las bacterias pueden acceder más fácilmente a zonas antes protegidas, lo que favorece nuevas infecciones. A largo plazo, si no se actúa, el soporte del diente se debilita y se puede llegar incluso a la pérdida de piezas en nuestra dentadura.
¿Qué hacer para frenar las encías retraídas?
La buena noticia es que la retracción de encías se puede frenar si se detecta a tiempo. La primera clave es la prevención, empezando por una higiene bucal adecuada, pero sin excesos. Cepillarse los dientes dos o tres veces al día, con un cepillo de cerdas suaves y sin aplicar demasiada presión, es fundamental. El uso de hilo dental y enjuagues específicos ayuda a mantener las encías sanas sin agredirlas. Algo de lo que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE.
Además, conviene revisar los hábitos de vida que pueden estar favoreciendo la retracción. Reducir o eliminar el consumo de tabaco y limitar el alcohol es importante. También mejorar la alimentación, pues son pasos que no solo benefician a las encías, sino a la salud en general. Es importante también prestar atención a la forma en la que masticamos, ya que ciertos problemas de mordida o el bruxismo pueden contribuir al desgaste del tejido gingival.
Pero el papel del dentista sigue siendo insustituible. Ante cualquier signo de retracción, como sensibilidad o un cambio en el aspecto de los dientes, es fundamental acudir a un profesional. El odontólogo puede valorar el grado de retracción y proponer tratamientos variados. Estos pueden ir desde una limpieza profesional para eliminar la placa hasta técnicas quirúrgicas. Es el caso de los injertos de encía en los casos más avanzados. También puede recomendar férulas si el bruxismo está implicado.
Además, el dentista debería orientar al paciente sobre qué productos utilizar y qué prácticas evitar. La retracción de encías, aunque pueda parecer un problema menor, puede derivar en consecuencias importantes si no se trata adecuadamente. A veces, un pequeño cambio en nuestra rutina de higiene puede marcar la diferencia entre mantener una sonrisa sana o enfrentarse a una pérdida dental evitable.