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Gingivitis, así comienza una enfermedad dental que puede acabar en pérdida de dientes

No todas las gingivitis acaban en pérdida de dientes, pero evitarlo es fácil y está en nuestra mano y en nuestra higiene dental

Gingivitis, así comienza una enfermedad dental que puede acabar en pérdida de dientes

Un hombre se toca la cara porque le duelen los dientes | ©Freepik.

Es muy habitual que prestemos poca atención a la salud de nuestras encías, en detrimento de la salud puramente dental, donde resulta muy evidente en ocasiones que las nuestros dientes están sufriendo más de la cuenta. Caries, oscurecimiento de piezas, roturas… Los signos de deterioro que nuestros dientes muestran son relativamente fáciles de interpretar, pero no siempre pasa lo mismo con nuestras encías y ahí es donde surge la gingivitis, una enfermedad más común de lo que parece.

Clínicamente, la gingivitis es simplemente una inflamación de las encías. Hasta aquí nada que no podamos notar de una forma más o menos directa, viendo que su color oscurece (cuando pasa de un rosa chicle a un rojo más oscuro), o cuando de repente notamos que nuestras encías empiezan a sangrar de forma reiterada por actos tan cotidianos como lavarse los dientes o incluso la propia masticación.

Estos signos que nuestras encías empiezan a mandar, auténticas señales de aviso de que algo está yendo mal, también se vinculan a la presencia de halitosis o mal aliento, a un incremento notable de la sensibilidad dental (tanto complementos fríos como elementos calientes, además de con productos azucarados cierre de paréntesis, y por supuesto con una incipiente retracción gingival. Quizá al principio no le demos suficiente importancia, porque además nos vemos tan habitual han dicho de fijarnos en la salud de nuestras encías.

Causada por la acumulación de placa bacteriana alrededor del diente, cuando las bacterias y los residuos que están presentes en los alimentos acaban acumulándose en el borde de estos, y en el comienzo de la encía, pueden acabar desembocando en el temido sarro. Es en ese momento cuando se endurecen y pueden llegar incluso estar por debajo de la encía. Eso es en el momento en que se produce la infección que precede a la gingivitis, una enfermedad que además, como te contamos ya en THE OBJECTIVE, puede tener mucha vinculación con una mala higiene dental en verano.

Debido a esta infección, luego empiezan a generarse otros problemas si no se activan a tiempo. Podemos incluso notar dolor en la masticación, dientes que incluso se mueven y llegando un extremo en que vemos tanta retracción de las encías que tenemos la sensación de que los dientes son más largos de lo habitual. Cuando esto sucede, vemos una línea que marcaba la frontera entre nuestros dientes y encías y ahora veamos más parte descubierta de lo que era antiguamente.

Gingivitis: los riesgos de dejar correr esta enfermedad de las encías

Un hombre mayor refiere problemas de gingivitis a su dentista
A partir de la tercera edad es más abundante tener problemas de gingivitis. ©Freepik.

La sintomatología anteriormente mencionada ya nos pone sobre alerta de lo que una gingivitis puede provocar en nuestra boca. Por suerte, combatir una gingivitis o prevenir que aparezca es más fácil de lo que parece a través de una buena higiene dental que incluya cepillado, utilización de colutorios, utilización de seda dental y revisiones periódicas de los dientes al menos una vez al año. Eso siempre en el caso de que no tengamos patologías previas que puedan adelantar la aparición de la gingivitis.

Se estima que a partir de los 30 años se sufre un mayor riesgo de sufrir esta enfermedad. Pero también sucede con las personas diabéticas, con aquellos que son fumadores, con ciertos cambios hormonales en las mujeres (sobre todo a partir de la menopausia) y de otros efectos como los que generan el estrés, la falta de vitamina C (el famoso escorbuto de los marineros afectaba de gran manera a las encías), una mala alimentación y tener los dientes muy juntos, razón porque es evidente y útil que incluso en personas adultas se recurra a la ortodoncia para corregir una mala posición dental.

Una mujer se coloca un aparato de ortodoncia invisible
La ortodoncia ayuda a corregir la posición de los dientes y a reducir el riesgo de gingivitis. ©Freepik.

La gingivitis es por tanto una enfermedad común, pero fácilmente atacable. El problema es que cuando no se ataja y vamos al dentista demasiado tarde es posible que ya lleguemos con el desarrollo de lo que se conoce como piorrea o periodontitis, que es la complicación de esta enfermedad y que es la responsable de que las piezas dentales se puedan llegar a mover incluso a caer. En casos muy extremos, esto podría suponer incluso la pérdida total de la dentadura.

Hablamos, como es lógico, de situaciones muy finales y muy graves que podríamos atajar con bastante antelación.En cualquier caso hay que prestar atención a ciertas señales que nuestra gingivitis y nuestras encías van a empezar a mandar de forma recurrente.Podemos comprobar cómo se va deteriorando el esmalte o como empezamos a desarrollar úlceras y llagas tanto en las encías como en otras partes de la boca. A eso se llama a eso se suma el abultamiento de las encías, creándose pequeñas capas y pequeñas bolsas repletas de pus que generan dolor al tacto.

Si también apreciamos que se deterioro del esmalte se acompaña de daños en la dentina (esa fina capa de marfil de color blanco que es la que rodea la parte interna del diente) vemos que se empieza teñir más de la cuenta o que existe un deterioro de los tejidos que rodean al diente, la gingivitis puede estar empezando a entrar en fases muy serias

A partir de ese nivel, la gingivitis empieza ser aguda y muy dolorosa. De hecho, surge lo que se conoce como boca de trinchera, que es la gingivitis ulceronecrosante aguda, una infección dolorosa que implica una gran inflamación de las propias encías y que requiere un tratamiento de antibiótico que debe estar pautado por el médico.

Si aún así hiciéramos caso omiso de todos estas advertencias que la boca está mandando, podríamos llegar a los extremos de la caída de piezas dentales y es acumulación de pus y abscesos en las encías, que corren el riesgo de extenderse hacia los huesos maxilares. Es en ese momento cuando además ya arriesgamos incluso a la propia osamenta por una gingivitis, un mal tan absurdo y tan aparentemente sencillo que podríamos evitar con una buena higiene dental. Incluso llegando tarde y ya con una gingivitis presente en nuestra boca, un tratamiento con antibiótico y una limpieza dental en profundidad, donde se incluye el raspado alisado de la raíz, podríamos acabar con la gingivitis.

Un hombre se queja de dolor dental en la consulta del dentista
La gingivitis se puede prevenir con una buena higiene dental o, llegado el caso, con tratamiento. ©Freepik.

También a menudo se suele utilizar elementos para remover el sarro que se hayan acumulado por debajo de estas líneas de las encías, y también para borrar ciertas asperezas en la raíz del diente (puesto que allí suelen depositarse muchos gérmenes). Con esto conseguimos acabar con las bacterias que provocan la gingivitis, de tal modo que incluso hay tratamientos para los que se utiliza un láser que quita tanto placas como sarro, ya que es un tratamiento menos invasivo y que generalmente ocasiona menos inflamación y sangrado de las encías.

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