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Cepillo de dientes eléctrico: los cuatro errores que dañan tu boca y merman su eficacia

Pasarnos de intensidad, pensar que el cepillo de dientes lo va a hacer todo o mantener los cabezales son parte de los fallos más habituales

Cepillo de dientes eléctrico: los cuatro errores que dañan tu boca y merman su eficacia

Una mujer se cepilla los dientes con un cepillo de dientes eléctrico mientras sujeta un vaso con enjuague bucal. | ©Freepik.

El cepillo de dientes eléctrico lleva con nosotros más de 30 años, pero realmente no ha sido hasta esta pasada última década en la que su uso ha proliferado y se ha extendido por nuestros hogares. La dura competencia del cepillo de dientes manual que habíamos utilizado toda la vida, la realidad es que la eficacia y eficiencia de la versión eléctrica supera con creces a la versión tradicional, aunque eso no quiere decir que no haya señales de nuestra salud dental a las que debamos prestar atención, tal y como te explicamos en su día en THE OBJECTIVE.

Sin embargo, eso no quiere decir que este maravilloso invento moderno que nos ha facilitado mucho las cosas y ha permitido ahorrarnos bastante tiempo y esfuerzo a la hora de lavarnos los dientes no tenga ciertas contraindicaciones. O, más concretamente aún, hay ciertos errores que dañan tu boca y merman la eficacia de estos aparatos.

Además, como en otros ejemplos de salud dental y salud oral, la opción eléctrica no es por sí solo el único elemento que deberíamos estar utilizando. También hay que utilizar un irrigador bucal, seda dental, colutorios y en según qué casos es posible que necesitemos utilizar cepillos interdentales o incluso pequeños arcos dentales.

Lo que sí es evidente es que, aunque el cepillo de dientes eléctrico nos haya facilitado ciertas tareas, sigue habiendo errores de base que pueden suponer un mal uso de este tipo de aparatos. Lo peor, llega cuando pensamos que nos estamos cepillando bien los dientes o estamos pretendiendo que la carga de trabajo recaiga solo en su responsabilidad y no en cómo nos cepillamos.

El problema está en pensar que simplemente por utilizar un cepillo de dientes eléctrico ya estamos consiguiendo una buena higiene dental, algo que no es del todo correcto, sobre todo cuando repetimos ciertos errores que ya eran habituales con el manual y que se extienden en la alternativa eléctrica. Aunque sean fallos subsanables, lo evidente es que intentemos ponerle remedio cuanto antes y, sobre todo, consultemos con nuestro dentista u odontólogo qué cepillo de dientes eléctrico nos conviene.

Del mismo modo que compramos uno manual, un cepillo de dientes eléctrico también tiene contraindicaciones o contraprestaciones en función de quién o cómo lo vaya a usar. Es posible que tengamos prótesis dentales, que suframos gingivitis con bastante seguridad, que tengamos la boca seca o mal aliento, abundantes caries, utilicemos ortodoncias… Hay un sinfín de patologías dentales a las que conviene enfrentarse y poner cara antes del cambio de modelo.

Los errores más habituales con el cepillo de dientes eléctrico

Un dibujo de un cepillo de dientes eléctrico.
Este tipo de cepillos de dientes actúan de dos maneras: una giratoria y otra vibratoria. ©Pixabay.

Es bastante habitual que en los primeros compases de la transición repitamos una forma de cepillado que es incorrecta con esta incorporación. También es muy habitual que pensemos que, por el hecho de ahorrarnos parte del trabajo, vamos a necesitar también menos tiempo para que nuestra higiene dental sea correcta.

De hecho, también es muy habitual que esperemos milagros de nuestro cepillo y pensamos que en cuestión de unos pocos días vamos a conseguir eliminar parte del daño o suciedad que hemos acumulado durante meses o años.Esto lo podemos trasladar a dientes que siguen amarillos , de una placa bacteriana que no desaparece, o de repetición de ciertas caries que persisten en nuestra boca. El eléctrico no es la panacea, pero sí es la primera piedra con la que construir un nuevo edificio sólido para nuestra salud dental.

Frotar el cepillo por los dientes

El eléctrico es una perfecta opción por dos vías. La primera es que genera una suerte de vibraciones que permite eliminar la placa bacteriana y placa dental, y a partir de ello también está la virtud giratoria que arrastra la suciedad de los dientes con movimientos circulares.

Un dentista ejemplifica como debe ser un correcto cepillado de dientes.
El movimiento de la versión manual y la versión eléctrica es diferente. ©Freepik.

Lo que sucede a menudo es que reiteramos el movimiento del manual cuando compramos uno eléctrico, frotando el cepillo por los dientes como si de esta forma fuéramos a conseguir una mayor sensación de limpieza. Todo lo contrario, lo que hay que hacer es desplazar solamente el cepillo desde la encía hacia el diente sin frotar y sin realizar el mismo movimiento de barrido que realizaríamos con un cepillo manual.

Ejercer demasiada presión

Si sois de los que opinan que la letra con sangre entra, en este caso también debéis manteneros al margen. Es también habitual pretender limpiar más en profundidad simplemente con el hecho de apretar más o hacer más fuerza con el cepillo de dientes sobre nuestra boca. Lo que vamos a conseguir así va a ser aumentar el riesgo de lesiones y de sangrados.

De hecho, cuando apretamos en demasía con el cepillo de dientes lo que vamos a provocar es un mayor desgaste de las cerdas de los cabezales de los cepillos y además elevamos las posibilidades de desgastar el esmalte natural de nuestros dientes. Todo ello sumado a ese factor de lesiones y sangrado que puede ocasionar en nuestras encías y que en caso de gingivitis podría empeorar su situación.

Cepillados breves

Como ya no tenemos que preocuparnos de pasar el cepillo con la misma intensidad que hacíamos en la versión manual, es muy posible que caigamos en la tentación de pensar que un cepillo de dientes eléctrico, debido a esa actividad frenética que sostiene, no necesita más que unos segundos para lavar nuestra boca. Todo lo contrario, el eléctrico igualmente necesita alrededor de dos minutos por cada sesión.

Una mujer realiza su rutina de higiene dental mientras le facilitan instrumentos.
Es habitual caer en la tentación de pensar que el cepillo de la versión eléctrica se encargará de todo. ©Freepik.

Lo que sí cambia es la forma de lavarnos los dientes. Antes, cuando hablamos del cepillo manual, debemos efectuar un movimiento de barrido desde la base del diente hacia la cúspide. En el caso del eléctrico, lo que hay que hacer es simplemente colocar el cepillo en la pared del diente y dejar que actúe. Así en todas y cada una de las piezas dentales tanto por la cara interna como por la cara externa además de en la cúspide. Se calcula del mismo modo queremos pasar ese par de minutos por cada cepillado de dientes, concentrando medio minuto en cada cuarto de la boca.

No reemplazar los cabezales

Es posible que después de utilizar el mismo cabezal durante meses y meses veas que sus cerdas empiezan a despuntarse o que empiezan a perder color, también es muy posible que veas que tu cepillo deja de ser tan efectivo. Es habitual que al no reemplazarse con asiduidad estos cabezales, parte de su eficacia se vaya al garete.

Con un uso cotidiano de los cepillos de dientes de al menos dos o tres veces por día, se estima que los cabezales deberían sustituirse cada tres o cuatro meses. Además, es muy frecuente que las propias marcas que los fabrican hagan que estos cabezales vayan perdiendo color a medida que se utilizan, que será la señal que el propio cabezal nos mande para avisarnos de que su vida útil está llegando a su fin.

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