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Cómo afecta el verano a tu salud oral: las agresiones a tus dientes y encías en vacaciones

Más movimiento, más helados, más comidas fuera de casa, más alcohol… Todos estos ‘mases’ le hacen un flaco favor en vacaciones a tus dientes y encías

Cómo afecta el verano a tu salud oral: las agresiones a tus dientes y encías en vacaciones

Una mujer muerde un limón. | ©Unsplash.

El verano supone una época de costumbres relajadas y de un ‘todo vale’ que deja a la salud en un segundo plano. No decimos que caigamos en el desenfreno, pero sí que perdemos buenos hábitos, o, peor aún, adquirimos algunos relativamente insanos que atacan a nuestra salud oral. Tampoco quiere decir que nos convirtamos en The Rolling Stones, aunque es cierto que algunas rutinas higiénicas caen en el olvido.

Es lo que sucede con nuestra salud oral, encabezada por nuestros dientes y acompañada de encías y lengua, a la cual torpedeamos con frecuencia. Abandonamos al cepillo de dientes o, cuanto menos, le prestamos menos atención o, si lo hacemos, lo hacemos a deshora. Amén de eso, otros aliados en la lucha contra caries, sarro o gingivitis, como pudieran ser los colutorios o el hilo dental también pasan a mejor vida.

Los hábitos cambiantes asociados al verano y a las vacaciones supone no llevar siempre a cuestas nuestros kits dentales. Además, es muy habitual que también nos dediquemos a incluir a nuevos agresores en el menú diario. Si a ello le sumamos que es posible que estemos lejos de nuestros dentistas u odontólogos de cabecera, la cosa se complica.

Y si a toda la ecuación le sumamos patologías previas o ciertos tratamientos (como las ortodoncias o los blanqueamientos) que exigen cierta atención, el álgebra dental empieza a complicarse. Falta de constancia, menos rigor en los tratamientos o, en ocasiones, un descuido, pueden suponer ciertas complicaciones en ortodoncias temporales o en los blanqueados.

Cómo afecta el verano a tu salud oral

Los enemigos se multiplican. La salud oral se enfrenta a un verano alejado de cepillos de dientes o donde éstos no llegan a tiempo, pero no son las únicas amenazas. Cambiamos de hábitos alimenticios —incluyendo consumir productos más fríos— y también incluimos más dulces —generalmente— en la dieta.

A ello además hay que agregar las contingencias que pueden surgir aparejadas al deporte. No hay que olvidar que, habitualmente, hacemos practicamos más ejercicio en verano, independientemente de nuestro nivel. Puede ser una caminata o puede ser un partido de fútbol o pádel, pero la realidad es que el riesgo de colisiones existe.

Es hora de abrir parte de la veda que pone a prueba a nuestra salud odontológica. La cual no debemos dejar de lado durante esta época del año y más a partir de una cierta edad, pues el envejecimiento pone a prueba a todo nuestro organismo. Más aún si además ya utilizamos distintas prótesis (como los clásicos ‘puentes’) que puedan exigir una higiene y control más precisos.

Más placa bacteriana

Una menor frecuencia del cepillado o no realizarlo correctamente pueden jugar malas pasadas que además pasen inadvertidas. Es el caso de la proliferación de la placa bacteriana, una de las grandes enemigas de la salud oral, que se asocia también a la salud de las encías y supone un riesgo añadido en el desarrollo de caries.

Sabemos que es complicado llevar un cepillo de dientes a cuestas. Sobre todo cuando comemos fuera o intentamos mantener una correcta higiene dental después de cada comida, pero sí hay ciertos momentos clave. Es primordial lavarse los dientes antes de acostarse, pero también tras el desayuno. Además, en el primer ejemplo, sobre todo por tratarse de un momento de relajación nocturna en que la producción de saliva disminuye. Situación que puede dar pie a que los ácidos y la placa bacteriana se aferren a nuestras piezas dentales.

Halitosis y el boom veraniego contra la salud oral

La saliva no se encarga solo de lubricar nuestra boca, sino también de protegerla y, mientras tanto, intentar minimizar el efecto de esas bacterias que abundan. Si nos dedicamos a ingerir productos que reducen la producción de saliva —como sucede con el alcohol, especialmente en el vino, o con el café— estamos erradicando una barrera de la salud oral que convierte nuestros espacios interdentales en trincheras donde las bacterias se atiborran de restos de comida sin que nadie las barra.

También puede ser habitual el fumar más de la cuenta durante el verano, que también actúa como deshidratador. Otro invitado indeseado que se puede combinar con la presencia de esos restos, debido a una mala higiene, que las bacterias fermentan y acaban convirtiendo en un pútrido olor. Por eso, aparte de lavarnos bien los dientes, conviene beber agua a menudo para mantener la hidratación de la mucosa oral.

Hipersensibilidad dental

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Consumir productos más azucarados aumentan la sensibilidad dental si no nos lavamos a conciencia los dientes. ©Unsplash.

Otro de los caballos de batalla del verano en cuanto a la salud dental, que se suma al carrusel de pleitos que la mala higiene oral implican. En este caso es habitual que empeoren los síntomas, si los padecemos todo el año, o que empiecen a aparecer, si nunca los hemos tenido.

Bebidas muy frías como refrescos o productos con hielo, amén de helados o, como es obvio, algunas bebidas especialmente ácidas, complican la sensibilidad dental. Zumos, frutas, gazpachos, bebidas carbonatadas, cervezas y ciertos alcoholes, algunos como el vino tinto, que además tintan los dientes, son responsables de esta aparición.

Sensación de dolor, punzante y breve, que además puede implicar la desmineralización del esmalte (por esa abrasión de los productos ácidos sobre el esmalte). Para paliarlo, consumir algún sólido mientras bebemos y, posteriormente, cepillarnos los dientes de forma suave a la mayor brevedad posible.

Salud oral entre férulas (correctoras, blanqueadores o para bruxistas)

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Dejar de lado el uso de ciertas férulas o moldes puede suponer que, meses después, el tratamiento se alargue o no encajen. ©Unsplash.

Pueden ser las férulas extraíbles de las ortodoncias invisibles (como Invisalign), podrían ser también las férulas de un tratamiento blanqueador o, también de manera frecuente, los moldes para aquellas personas que sufren bruxismo, que requieren de estas férulas de descarga, importantes en la salud oral.

Perder la costumbre en verano con ciertos hábitos relacionados con la higiene dental también tiene que ver con esta constancia. En el caso de las férulas para ortodoncias puede suponer alargar los tratamientos o que las piezas luego no encajen; algo que también sucede con el bruxismo. Dejar de usar una temporada estos elementos puede provocar que, cuando volvamos a utilizarlos, no encajen y haya que volver a pagar por ellos.

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