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Los resfriados no son patrimonio del invierno: así te constipas en verano

Sorprenderse porque un virus respiratorio te ponga en fuera de juego a 30 grados no debería ser una noticia

Los resfriados no son patrimonio del invierno: así te constipas en verano

Un hombre resfriado. | ©Freepik.

Estás de vacaciones en pleno agosto, con más de 30 °C a la sombra, disfrutando de la playa o de una terraza. No entiendes por qué, de repente, empiezas a sentir picor en la garganta, un goteo persistente en la nariz y esos estornudos encadenados que parecen no tener fin. Mientras sacas un pañuelo tras otro, te fijas en que todo el mundo a tu alrededor está en chanclas, pantalón corto y camiseta, con el calor multiplicándose sobre el asfalto.

El contraste es tan absurdo que hasta te hace sonreír: tú, moqueando como si estuvieras en pleno enero. Al final, terminas buscando la farmacia más cercana en busca de algo que alivie tus síntomas. Y ahí comprendes que los resfriados no son patrimonio del invierno, sino que pueden aparecer en cualquier momento del año.

Lo cierto es que tu cuerpo no consulta el calendario antes de acoger a un virus respiratorio. El verano, con sus cambios bruscos de temperatura, sus aires acondicionados a máxima potencia y sus espacios cerrados con mucha gente, también es terreno fértil para que un resfriado se instale. Aunque culturalmente asociemos el constipado a las bufandas y al aliento de vapor en el aire frío, la realidad es que la biología no entiende de estaciones. La nariz y la garganta son igual de vulnerables en agosto que en enero, siempre que un virus encuentre la ocasión de entrar.

La sensación de «esto no debería estar pasándome ahora» se mezcla con la incomodidad física y la frustración. Has esperado todo el año para ese viaje o esos días libres, y ahora te encuentras tosiendo en la hamaca o buscando infusiones en un chiringuito. Sin embargo, entender por qué sucede y qué lo provoca puede ayudarte a prevenirlo y a manejarlo mejor.

Desmontando mitos: el frío no constipa

Aunque la creencia popular lo repita cada invierno, el frío no es el culpable directo de los resfriados. Los constipados están causados por virus, y estos no necesitan bajas temperaturas para multiplicarse. La confusión surge porque, durante el invierno, las infecciones respiratorias se vuelven más frecuentes, pero eso se debe a factores indirectos. Entre ellos, pasar más tiempo en espacios cerrados con otras personas, lo que facilita la transmisión, o el hecho de que nuestras defensas se vean algo mermadas por cambios en la mucosa nasal.

Los virus responsables de la mayoría de resfriados pertenecen principalmente a tres familias: rinovirus, coronavirus estacionales y adenovirus, aunque se cuentan por centenas. Los rinovirus son especialmente activos en otoño y primavera, pero pueden aparecer en cualquier momento del año. Los coronavirus que provocan resfriados comunes —diferentes del SARS-CoV-2— circulan de manera más marcada en invierno, mientras que los adenovirus son menos estacionales y pueden atacar en pleno verano. En todos los casos, lo determinante no es el frío ambiental, sino la oportunidad que tenga el virus para entrar y reproducirse. Lo malo, además, es que a veces los síntomas nos pueden confundir y hacernos creer que es una alergia y no un resfriado. Algo de lo que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE.

Es cierto que el frío puede favorecer indirectamente su propagación. Por ejemplo, respirar aire frío y seco puede reducir la eficacia del moco y de los cilios de la nariz, que son barreras naturales contra los patógenos. Esto puede hacer que, si un virus entra en contacto contigo, tenga más facilidad para instalarse. Sin embargo, el mecanismo es claro: el frío no crea el resfriado, sino que puede ayudar a que un virus que ya circula lo tenga más fácil para infectarte.

Cómo aparecen los resfriados en verano

En verano, los resfriados se cuelan aprovechando otras debilidades. Uno de los factores más habituales es el contraste térmico: pasas de 35 °C en la calle a 21 °C en una oficina, un centro comercial o un coche con aire acondicionado. Estos cambios bruscos pueden provocar que la mucosa nasal se reseque o que tus defensas locales bajen durante unos minutos, justo el tiempo que necesita un virus para encontrar terreno fértil. También influye el hecho de compartir espacios cerrados, como aviones, trenes o habitaciones de hotel, con personas que pueden estar incubando la infección.

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La mayor parte de los resfriados se resuelven con reposo, una correcta hidratación y, en ciertos casos, medicamentos antigripales para combatir los síntomas. ©Pixabay.

Tus defensas naturales —principalmente las mucosas y el sistema inmunitario— trabajan constantemente para mantener a raya a los patógenos. En verano, factores como la deshidratación, el exceso de sol o el sueño irregular pueden mermar su eficacia. Si a eso se suman ambientes climatizados que resecan las vías respiratorias, el resultado es una mayor vulnerabilidad. No es casual que, tras varios días de turismo intenso, poca hidratación y aire acondicionado constante, aparezca el picor de garganta o la congestión.

Para prevenir los resfriados de verano, conviene mantener hábitos sencillos pero efectivos: evitar exposiciones prolongadas a corrientes de aire frío directo, hidratarse bien, descansar lo suficiente y ventilar los espacios cerrados. Si los síntomas aparecen, lo mejor es tratarlos igual que en invierno: reposo, líquidos abundantes, lavado nasal y, si es necesario, analgésicos o descongestionantes. No hay cura inmediata, pero sí formas de acortar su duración y minimizar su impacto en tus vacaciones.

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