Más allá de un mal sueño: cómo las pesadillas pueden acelerar tu envejecimiento
No solo perjudican tu descanso nocturno: un estudio advierte que podrían aumentar el riesgo de muerte prematura

Una mujer sufre pesadillas en la cama. | ©Freepik.
Te acuestas con la esperanza de recuperar fuerzas, cerrar los ojos y dejar que el sueño haga su trabajo reparador. Apagas la luz, te acomodas entre las sábanas y, al poco, el cuerpo se abandona a ese estado de calma donde todo parece en orden. Pero, sin previo aviso, algo se tuerce. Te despiertas sobresaltado, con el corazón acelerado, imágenes difusas pero aterradoras en la mente. Es una pesadilla. Otra más.
Y no es la primera vez. De hecho, cada vez ocurre con más frecuencia. A veces es una persecución, otras una caída sin fin o la pérdida repentina de alguien querido. Te desvelas, tardas en volver a dormirte y, al día siguiente, arrastras el cansancio como una piedra atada al cuerpo. La noche ya no es sinónimo de descanso, sino de tensión y anticipación. Y lo peor es que este patrón se repite con inquietante regularidad.
Aunque solemos pensar en las pesadillas como episodios molestos pero puntuales, lo cierto es que su repetición puede tener consecuencias graves. Según una investigación del Imperial College de Londres, sufrir pesadillas frecuentes no solo perjudica el bienestar emocional y la calidad del sueño, sino que también puede acelerar el envejecimiento biológico y triplicar el riesgo de muerte prematura. Un mal sueño puede ser mucho más que eso y cuyos resultados se presentaron el pasado mes de julio en la Academia Europea de Neurología.
Entendiendo las pesadillas: por qué no todo son dulces sueños
Las pesadillas no son simplemente sueños desagradables. Son experiencias oníricas intensas que suelen provocar miedo, ansiedad o angustia, y que casi siempre interrumpen el sueño. Ocurren principalmente durante la fase REM, ese momento en el que el cerebro está especialmente activo, y el cuerpo permanece en reposo. Aunque su origen no siempre es claro, suelen estar vinculadas a altos niveles de estrés, ansiedad, traumas pasados o problemas emocionales no resueltos.

Algunas de las pesadillas más recurrentes incluyen caer al vacío, ser perseguido, quedarse paralizado o llegar tarde a una cita importante. Curiosamente, estos temas tienden a ser universales, como si el inconsciente compartiera una simbología común. También son frecuentes aquellas en las que fallece un ser querido, se pierde algo valioso o se sufre una agresión. Aunque no siempre recordamos todos los detalles, la huella emocional persiste al despertar.
Los hábitos de vida influyen notablemente en la aparición de pesadillas. Dormir poco o mal, consumir alcohol o estimulantes antes de acostarse, sufrir ansiedad prolongada o ver contenidos violentos antes de dormir son factores de riesgo. También lo son las cenas copiosas o dormir en ambientes con ruido o temperatura inadecuada. Para mitigarlas, existen terapias como la terapia de ensayo en imaginación, técnicas de relajación y, en algunos casos, tratamiento psicológico especializado. El objetivo no es eliminar los sueños negativos por completo, sino reducir su frecuencia y su impacto.
Cómo las pesadillas pueden acelerar tu envejecimiento

El estudio del Imperial College de Londres ha arrojado luz sobre los efectos más profundos y duraderos de las pesadillas frecuentes. Analizando los patrones de sueño de más de 180.000 personas entre 26 y 86 años, los investigadores concluyeron que quienes sufren pesadillas de forma habitual tienen hasta tres veces más probabilidades de morir prematuramente que quienes no las experimentan. El vínculo es especialmente significativo en personas mayores, en quienes el cuerpo ya presenta una vulnerabilidad biológica natural. En este caso, las pesadillas frecuentes se cifrarían en, al menos, sufrirlas semanalmente. Además, para poder ampliar el espectro de la investigación, incluyeron más de 2.800 menores de edad en la muestra.
Los científicos encontraron una correlación directa entre las pesadillas frecuentes y una aceleración del envejecimiento biológico. En el estudio, además, comprobaron la relación que tenían los telómeros cortos, de los que ya hemos hablado anteriormente en THE OBJECTIVE, como indicador de ese envejecimiento acelerado. No se trata solo de sentirse más cansado: hay un deterioro real a nivel celular y sistémico. Incluso en menores, ya que el estudio incluía que adultos y niños con pesadillas frecuentes mostraban ese envejecimiento biológico acelerado.
Pero ¿cómo pueden unos sueños afectar tanto? El mecanismo parece estar relacionado con la activación continuada del sistema de alerta del cuerpo. Las pesadillas provocan una respuesta de estrés que se mantiene incluso después de despertar, alterando los ritmos hormonales, aumentando la inflamación y afectando el sistema inmunitario. Cuando esto se repite noche tras noche, el cuerpo no logra recuperarse, y el desgaste se acumula. Así, lo que comienza como un mal sueño puede traducirse, con el tiempo, en un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y una vida más corta.