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El cáncer de apéndice es un cáncer raro, pero se ha cuadruplicado entre los 'millenials'

Un estudio masivo en Estados Unidos ha comprobado cómo este carcinoma está al alza entre gente más joven

El cáncer de apéndice es un cáncer raro, pero se ha cuadruplicado entre los ‘millenials’

Un médico con su paciente. | ©Freepik.

Aunque los cánceres son la segunda causa de muerte en Europa y Estados Unidos, no todos los tipos tienen la misma incidencia ni la misma letalidad. Algunos, como el de mama, el de pulmón o el de colon, están entre los más frecuentes y conocidos. En cambio, existen otros que, por su baja prevalencia, apenas reciben atención hasta que muestran un aumento inesperado en sus cifras.

Entre los más diagnosticados, los líderes siguen siendo el cáncer de mama, el de próstata, el colorrectal y el de pulmón, especialmente en países con sistemas de cribado y diagnóstico más eficaces. Su frecuencia ha propiciado avances considerables en prevención y tratamiento. Pero también existen otros, como el melanoma o el cáncer de páncreas, cuya incidencia es menor pero va en aumento, especialmente entre adultos jóvenes. Una realidad de la que ya hemos hablado previamente en THE OBJECTIVE.

En cuanto a mortalidad, el cáncer de pulmón sigue siendo el más letal, seguido del colorrectal, el de hígado y el de estómago. Frente a estos gigantes de la estadística, órganos como el apéndice no suelen despertar preocupación, más allá de las conocidas apendicitis. Sin embargo, en los últimos años, estudios realizados en Estados Unidos han detectado un incremento llamativo en la incidencia del cáncer de apéndice, particularmente entre personas nacidas en la década de los ochenta. Un carcinoma raro que empieza a dejar de ser anecdótico, como explica la American Association for Cancer Research.

Los datos detrás del incremento del cáncer de apéndice

El reciente estudio publicado en Annals of Internal Medicine ha arrojado datos que han sorprendido a la comunidad médica. Aunque el cáncer de apéndice sigue siendo poco frecuente en términos absolutos, su incidencia ha aumentado significativamente entre adultos jóvenes. Específicamente, el aumento se concentra en los nacidos entre 1975 y 1989, un grupo que muestra tasas considerablemente más altas que generaciones anteriores a la misma edad.

Para ello, los investigadores recurrieron a una enorme base de datos del Programa Seer, del Instituto Nacional del Cáncer estadounidense, delimitando 21 grupos de edad, en rangos de ocho años, desde 1891 hasta 1999. En cifras, aún hablando de un cáncer poco frecuente, descubrieron que los nacidos entre 1975 y 2019, con edades de veinte años o más, presentaron más de 4.800 casos de cáncer. Valiéndose de esas estadísticas comprobaron, por ejemplo, que la incidencia para alguien que haya nacido en 1985 es de 4,62 veces mayor que para alguien que nació en 1945.

Se podría suponer que esta variabilidad estadística esté vinculada simplemente a la falta de diagnosis en generaciones previas, lo cual podría ser una teoría plausible. Sin embargo, el estudio ha comprobado que no es solo una realidad vinculada a mejores diagnósticos, ya que el aumento es específico de ciertos subtipos como el adenocarcinoma. Además, otros estudios apuntan a que en personas nacidas entre los años 2000 y 2020, las probabilidades de sufrir este cáncer son 3,7 veces más que de padecer otro cáncer.

El adenocarcinoma de apéndice, una variante particularmente agresiva, es el que más ha crecido entre este grupo demográfico. El estudio señala que, aunque sigue siendo menos frecuente que otros tumores gastrointestinales, el ritmo de crecimiento de su incidencia es notable. Estas cifras han abierto una línea de investigación que trata de averiguar qué factores podrían estar incidiendo de forma específica en esta generación. En datos estadounidenses, país donde se ha realizado el estudio, los nuevos diagnósticos en este ejemplo rondan los 3.000 casos anuales. Puestos en contexto, suponen una cantidad pequeña si se comparan con los cerca de 300.000 cánceres de mama que se descubren al año.

En la búsqueda del motivo del aumento

A día de hoy, no existe una causa única ni claramente identificada que explique por qué el cáncer de apéndice ha aumentado entre los millennials. Sin embargo, los expertos manejan varias hipótesis relacionadas con los cambios sociales, ambientales y alimentarios de las últimas décadas. Una de las teorías más debatidas apunta a la dieta occidental moderna, cada vez más rica en alimentos ultraprocesados y con alto contenido en aditivos. No en vano, lo cierto es que las generaciones nacidas del año 1970 en adelante muestran una mayor prevalencia de cánceres gastrointestinales que sus predecesores.

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A pesar de no conocerse las causas claras, algunos investigadores apuntan, entre otras razones, a los cambios en la microbiota. ©Freepik.

Este tipo de alimentación ha demostrado tener efectos directos sobre la microbiota intestinal, la inflamación crónica y la respuesta inmunitaria del sistema digestivo. Aunque no hay una relación causal directa comprobada con el cáncer de apéndice, los investigadores no descartan que estos factores puedan contribuir a su aparición en edades tempranas. Los nacidos en los años 80 fueron los primeros en crecer con un acceso masivo a comida rápida, bebidas azucaradas y productos industriales.

Otra línea de investigación apunta a la exposición continuada a sustancias tóxicas presentes en el ambiente, como los microplásticos, los pesticidas o ciertos disruptores endocrinos. Aunque estas sustancias afectan a toda la población, se plantea la posibilidad de que su efecto acumulativo haya impactado con más fuerza a determinadas generaciones. No se trata de afirmaciones concluyentes, pero sí de indicios que marcan el camino hacia futuras investigaciones.

Un problema añadido: el diagnóstico confuso

Más allá del incremento en su prevalencia, uno de los mayores desafíos del cáncer de apéndice sigue siendo su diagnóstico. Al tratarse de un tumor extremadamente raro, no existen programas de cribado específicos ni guías clínicas ampliamente consensuadas para su detección temprana.

También sucede que pruebas diagnósticas gastrointestinales más frecuentes como la colonoscopia no llegan al apéndice. Otros métodos de detección, como son los escáneres y los tacs, no tienen la sensibilidad y precisión necesarias para descubrir el cáncer de apéndice. Un carcinoma que, además, no muestra síntomas hasta ya bien avanzado y, como veremos a continuación, puede que se solapen. De hecho, la mayoría de los casos se descubren de manera fortuita, durante cirugías por apendicitis o tras estudios más amplios ante síntomas inespecíficos.

El problema se agrava porque los síntomas iniciales del cáncer de apéndice suelen confundirse con otras patologías gastrointestinales mucho más comunes. Dolor abdominal, cambios en el tránsito intestinal o sensación de hinchazón son compartidos con otras patologías más frecuentes. Algo que sucede, por ejemplo, con el síndrome del intestino irritable, lo que retrasa la sospecha clínica. Cuando el diagnóstico llega, a menudo el cáncer ya se encuentra en fases más avanzadas, complicando el tratamiento. La buena noticia, si es que eso se pudiera catalogar así hablando de carcinomas, es que el cáncer de apéndice, si se diagnostica a tiempo y no se ha extendido, es más fácil de tratar que otros tipos de cánceres del sistema gastrointestinal.

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