Del móvil a la dieta: los hábitos cotidianos que empeoran tus hemorroides sin darte cuenta
Dar por sentado que se ha de convivir con ellas es uno de los primeros errores que cometemos

Un hombre con su médico. | ©Freepik.
Empieza casi sin que te des cuenta. Una dieta desordenada, baja en fibra y con pocas verduras se convierte en la protagonista de tus menús. Días enteros sentado frente al ordenador, moviéndote lo justo entre la cocina y el sofá. Algún kilo de más que se queda contigo sin hacer demasiado ruido. Y, de fondo, ese gesto aparentemente inocente de llevar el teléfono móvil al baño, como si fuera una extensión natural de la mano. Todo suma.
Con el paso del tiempo, lo que antes era una simple molestia ocasional, empieza a hacerse más frecuente. Una sensación de presión, algo de escozor o incluso sangrado leve que ignoras. No lo comentas, porque te da reparo. Pero ahí está, cada vez más presente. Buscas soluciones rápidas en internet, cremas milagrosas, consejos en foros. Sin embargo, los síntomas no desaparecen. Y lo que empezó como una incomodidad menor acaba afectando a tu día a día.
El problema es que tratamos las hemorroides como un mal menor, algo inevitable o sin importancia. Pero muchas veces son la consecuencia directa de hábitos cotidianos que se podrían corregir. No hacen falta grandes remedios ni tratamientos invasivos en muchos casos. Lo que sí hace falta es reconocer que nuestras rutinas, por muy normales que nos parezcan, pueden estar detrás de este problema tan habitual como poco hablado.
Conociendo al ‘enemigo’: qué son las hemorroides
Viejas conocidas de la coloproctología, las hemorroides son dilataciones de las venas situadas en el recto y el ano. Actúan como una especie de cojines vasculares que ayudan a controlar el paso de las heces. Cuando se inflaman o se debilitan, pueden provocar dolor, picor, sangrado o sensación de peso. Hay dos tipos principales: internas, que se encuentran dentro del canal anal y suelen ser indoloras, y externas, que se localizan bajo la piel del ano y pueden resultar muy molestas.
Las causas por las que aparecen son variadas, aunque casi siempre están relacionadas con un aumento de la presión en la zona rectal. Esto puede deberse al estreñimiento crónico, a pasar mucho tiempo sentado en el baño, a levantar peso de forma incorrecta o al embarazo. También influyen factores como la obesidad, una dieta pobre en fibra y la falta de ejercicio físico. En algunos casos, hay una predisposición genética que hace que ciertas personas tengan más riesgo de desarrollarlas
En España, se estima que alrededor del 30% de la población adulta ha tenido hemorroides en algún momento de su vida, aunque solo el 11% las sufren de manera crónica. Afectan por igual a hombres y mujeres, aunque pueden ser más frecuentes en mujeres durante el embarazo y el posparto. Suelen aparecer entre los 45 y los 65 años, aunque no es raro ver casos en personas más jóvenes. El tratamiento depende de la gravedad: desde cambios en la alimentación y pomadas locales hasta procedimientos ambulatorios o cirugía en los casos más avanzados.
Cuáles son las causas por las que aparecen
Uno de los factores más determinantes en la aparición de hemorroides es la dieta. Una alimentación pobre en fibra y rica en alimentos procesados puede provocar estreñimiento, lo que obliga a realizar esfuerzos al evacuar. Este esfuerzo constante genera presión en las venas del canal anal. Por eso, incluir frutas, verduras, legumbres y cereales integrales en el día a día no solo mejora el tránsito intestinal, sino que previene directamente el desarrollo de hemorroides. No obstante, al referirnos a la fibra, como hemos contado previamente en THE OBJECTIVE, hemos de tener claro que hay que mantener el equilibrio entre fibra soluble e insoluble.
El sedentarismo también juega un papel clave. Pasar muchas horas sentado, especialmente sin pausas activas, reduce el flujo sanguíneo y favorece la congestión venosa en la zona pélvica. A esto se le suma el sobrepeso, que añade presión extra sobre el abdomen y el recto. Si, además, hay consumo regular de alcohol o tabaco, los vasos sanguíneos se ven aún más afectados, lo que incrementa el riesgo de inflamación y trombosis hemorroidal.

Un hábito aparentemente trivial, como usar el teléfono móvil en el baño, puede empeorar la situación. Al prolongar la estancia en el inodoro, se mantiene una posición que presiona la zona anal durante más tiempo del necesario. Ese gesto diario, que muchos ven como un momento de descanso, puede convertirse en un desencadenante directo de hemorroides. Lo que parece un detalle sin importancia es, en realidad, una pieza más de un estilo de vida que necesita revisión.
¿Debo convivir con ellas?
Aunque las hemorroides son comunes, no deberían asumirse como algo inevitable. No son un peaje que haya que pagar simplemente por envejecer. En muchos casos, están directamente relacionadas con hábitos que pueden modificarse. Mejorar la dieta, hacer ejercicio con regularidad y evitar el sedentarismo ya son pasos clave para prevenir su aparición o reducir su intensidad. Incluso algo tan sencillo como acortar el tiempo en el baño puede marcar una diferencia.
Además, adoptar estas rutinas saludables no solo mejora la salud rectal, sino que tiene efectos positivos sobre todo el organismo. Una buena alimentación y la práctica de actividad física moderada ayudan a mantener el peso, regulan el tránsito intestinal y mejoran la circulación. Las hemorroides pueden ser una señal de alarma, un aviso del cuerpo de que algo no va bien. Y la buena noticia es que, en la mayoría de los casos, la solución está en nuestras manos.