No es solo una muñeca abierta: realmente es un esguince al que debes prestar más atención
Lo que puede parecer una nimiedad podría cronificarse si no le prestamos atención suficiente

Una mujer con dolor de muñeca. | ©Freepik.
Has sentido ese chasquido sordo mientras levantabas una caja que no parecía tan pesada. El gesto no ha sido muy forzado, pero algo no va bien: la muñeca te responde con un leve dolor que no estaba ahí hace unos segundos. Instintivamente, la sujetas con la otra mano, cierras el puño y notas que algo ha cambiado. La fuerza ha disminuido, y una sensación extraña, como de vacío o debilidad, se instala en la articulación. Te detienes, mueves la mano con cuidado, y aunque no es un dolor insoportable, sí es persistente. Te encoges de hombros y piensas: «Bah, será solo una muñeca abierta».
Esa frase —tan habitual como imprecisa— encierra un problema que no deberías ignorar. Lo que se conoce popularmente como muñeca abierta no es una molestia sin importancia: suele tratarse de un esguince, una lesión en los ligamentos de la articulación que puede derivar en molestias más serias si no se trata adecuadamente. El problema es que muchos lo pasamos por alto, esperando que el dolor desaparezca solo, sin prestar atención a las señales que nos da el cuerpo. Y esas señales existen: pérdida de fuerza, dolor al apoyar, molestia al girar o incluso al dormir con la mano flexionada.
Minimizar el impacto de estas pequeñas lesiones puede parecer un gesto de normalidad o de resistencia, pero a medio plazo se convierte en un error. Las muñecas soportan buena parte de la carga funcional del día a día: desde abrir un bote hasta escribir en el teclado. Por eso, cualquier alteración debe mirarse con detenimiento, no con resignación, especialmente cuando afectan de manera tan recurrente en tareas cotidianas.
No es una muñeca abierta: es un esguince de sus ligamentos
Cuando hablamos de muñeca abierta, en realidad estamos describiendo un esguince en los ligamentos que estabilizan la articulación de la muñeca. Esta zona del cuerpo está formada por una compleja estructura de pequeños huesos unidos por numerosos ligamentos que permiten el movimiento fino y preciso de la mano. Si alguno de estos ligamentos se estira más allá de su capacidad o sufre una microrotura, aparece lo que médicamente se reconoce como un esguince. Es decir, lo que llamamos abrirse la muñeca es una lesión real que necesita ser tenida en cuenta.

Los esguinces pueden clasificarse en distintos grados. Desde los más leves, que solo implican una distensión ligamentosa, hasta los más graves, que pueden requerir incluso intervención quirúrgica. En la mayoría de los casos, no hablamos de rotura completa. Eso no quita que sí haya un deterioro funcional que afecta al movimiento, la fuerza y la estabilidad. La causa más frecuente es un gesto brusco o una caída con la mano en extensión, aunque también pueden aparecer por sobreuso, especialmente en personas que realizan tareas repetitivas con las manos. A pesar del poco espacio que ocupan, los ligamentos de la muñeca son extraordinariamente fuertes y resistentes.
Como en casi todo, la edad también influye. Con el paso del tiempo, los ligamentos pierden elasticidad y resistencia, lo que los hace más vulnerables a las lesiones. Además, quienes no trabajan la fuerza en la zona de muñeca tienen mayor riesgo de sobrecarga. No solo el dolor es una señal de alerta: la pérdida de fuerza repentina, la sensación de que la muñeca falla o la incapacidad para realizar ciertos movimientos sin molestias son síntomas que deben ponernos en alerta. Si tras unas horas el dolor no disminuye o empeora, no conviene esperar: puede tratarse de un esguince que necesita atención médica. Algo de lo que alertan desde la American Society for Surgery of the Hand, la Sociedad Americana de Cirugía de la Mano.
Un sospechoso habitual: el ligamento escafosemilunar
Aunque son varios los ligamentos que actúan en este movimiento, la realidad cuando hablamos del esguince de muñeca es que hay uno particularmente recurrente: el escafosemilunar. El nombre es complejo, pero bastante gráfico, pues cumple una función primordial: unir el hueso escafoides (el que está en la base de tu pulgar) con el hueso semilunar. Si miras la palma de tu mano, los encontrarás fácilmente, pues forman parte del carpo, el conjunto de huesos de la base de la muñeca.
Allí, en el carpo, encontramos ocho huesos, articulados en dos hileras de cuatro huesecillos cada una. Ambos, tanto semilunar como escafoides, están en esa primera hilera de la mano y su unión ligamentosa es la que más normalmente se suele tratar en los esguinces de muñeca.
Cómo tratar un esguince de muñeca: el antes y el después
La mayoría de los esguinces de muñeca no implican una rotura completa del ligamento y son fruto de caídas o movimientos mal ejecutados. Sin embargo, esto no significa que debamos pasarlos por alto. Muchas personas continúan con su rutina sin descanso ni tratamiento, lo que puede cronificar el dolor o provocar una pérdida de función a largo plazo. Actuar pronto es clave. Si tras una torcedura notas que el dolor se mantiene o que la muñeca no responde como antes, lo primero es detener la actividad y aplicar frío local.
Lo que muchas personas desconocen es que el entrenamiento de fuerza, del que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE, en la muñeca es una de las mejores herramientas para evitar lesiones por sobrecarga. Usar bandas elásticas, realizar ejercicios de resistencia controlada o simplemente trabajar con una pelota blanda pueden fortalecer los músculos y estabilizadores de la articulación. Esto cobra especial importancia en personas mayores o en quienes trabajan con ordenadores, instrumentos o herramientas, donde el uso repetitivo de la muñeca es constante.
Una vez que se produce el esguince, el primer paso debe ser acudir a un profesional sanitario. Solo un médico o fisioterapeuta puede realizar un diagnóstico preciso, mediante exploración física y, si es necesario, pruebas de imagen. En función del grado de lesión, se indicará reposo, vendaje funcional, fisioterapia o, en casos más graves, una inmovilización prolongada. Nunca debemos automedicarnos ni forzar la articulación antes de tiempo. Como en tantas otras ocasiones, la prevención y el seguir al pie de la letra las recomendaciones clínicas serán la mejor herramienta para olvidarnos de las muñecas abiertas.