Isabel Viña, médico: «El café, el té y la cúrcuma ayudan a combatir la inflamación intestinal»
En una sociedad en la que los trastornos digestivos son más comunes, sus recomendaciones son un recordatorio práctico

Inflamación intestinal | Canva pro
La relación entre lo que comemos y la forma en que funciona nuestro cuerpo es más estrecha de lo que pensamos. En los últimos años, la ciencia ha puesto en el punto de mira a la microbiota intestinal, ese ecosistema de bacterias que no solo digiere los alimentos, sino que también participa en la regulación del sistema inmunitario, la inflamación y hasta el metabolismo. La doctora Isabel Viña, especialista en endocrinología, se suma a esta corriente con un mensaje claro: cuidar el intestino es cuidar de la salud global. En un vídeo reciente, compartió cuatro claves sencillas que cualquiera puede poner en práctica, desde revisar lo que ponemos en el plato hasta reducir hábitos que dañan silenciosamente la barrera intestinal.
La fibra, el gran alimento para las bacterias buenas
Viña comienza con un clásico que nunca pasa de moda: la fibra. Pero no se queda en el consejo genérico de «tomar más fibra», sino que distingue entre la soluble y la insoluble. La primera, presente en alimentos como las legumbres, la avena o la manzana, actúa como «combustible» para la microbiota. Gracias a ella, las bacterias intestinales producen compuestos antiinflamatorios que protegen la mucosa y tienen efectos positivos en el metabolismo de la glucosa y el colesterol.
La segunda, abundante en verduras, frutos secos y cereales integrales, cumple una función más mecánica, pero igual de vital: facilitar el tránsito intestinal y arrastrar toxinas que podrían acumularse en el colon. «Un intestino que se mueve bien es un intestino protegido», resume la endocrinóloga.

Fenoles: antioxidantes escondidos en la despensa
El consejo que más ha llamado la atención es el referente a los compuestos fenólicos. Se trata de moléculas de origen vegetal con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que, además, ayudan a equilibrar la microbiota. Viña recomienda buscarlos en productos cotidianos y fáciles de incorporar al menú diario: una taza de café o té, especias como la cúrcuma y frutas como los arándanos, las cerezas, las moras o incluso la granada. «No hablamos de superalimentos exóticos, sino de productos de toda la vida que la ciencia hoy revaloriza», insiste la médica.
Cada vez más estudios asocian estas sustancias con beneficios concretos. La cúrcuma, por ejemplo, se relaciona con una menor inflamación intestinal y una mayor resistencia de la barrera mucosa. Los frutos rojos, en cambio, han mostrado capacidad para favorecer el crecimiento de bacterias beneficiosas y limitar las patógenas.
El alcohol, enemigo silencioso de la barrera intestinal
Si hay un hábito que mina la salud del intestino, es el consumo de alcohol. Viña recuerda que esta sustancia actúa como un tóxico directo sobre las células intestinales, debilitando su unión y favoreciendo el llamado «intestino permeable». Cuando esto ocurre, sustancias dañinas que deberían eliminarse logran pasar al torrente sanguíneo, generando inflamación crónica y debilitando las defensas naturales. «Reducir la ingesta de alcohol no solo mejora el hígado o el corazón, también es un regalo para la microbiota», puntualiza la especialista.
¿Hay que tomar suplementos?
La endocrinóloga abre la puerta a ciertos suplementos, aunque advierte que deben usarse de forma individualizada y bajo supervisión médica. Entre los más prometedores menciona la glutamina, el zinc L-carnosina, la vitamina D, la quercetina y algunas cepas probióticas. Todos ellos, señala, pueden reforzar la mucosa intestinal en situaciones concretas, desde inflamaciones recurrentes hasta deficiencias nutricionales.