Por qué tu pelo se cae a mechones y no sabes la razón: puede ser efluvio telogénico y así surge
La dieta, un cambio de estación o problemas idiopáticos pueden propiciar la aparición de esta falta de densidad capilar

Un hombre mirándose en el espejo. | ©Freepik.
Una mañana te miras al espejo y notas que algo ha cambiado en tu pelo. No es solo una sensación: ves más cantidad de lo normal en la almohada, en la ducha o sobre el peine. En pocos días, te das cuenta de que la densidad ha disminuido, sobre todo en las sienes o en la parte superior de la cabeza. La situación inquieta, porque estás perdiendo más cabello del habitual sin una explicación clara. No hay calvas evidentes, pero sí una pérdida difusa que no sabes cómo interpretar. Empiezas a preguntarte si está cambiando algo con tu salud o con tu estilo de vida.
Este tipo de caída repentina y generalizada no es tan infrecuente como parece. Se trata del efluvio telogénico, una alteración del ciclo capilar que provoca que muchos folículos entren en fase de caída al mismo tiempo. Aunque su nombre pueda sonar técnico y preocupante, en la mayoría de los casos es una condición transitoria y reversible. La clave está en entender que no se trata de una enfermedad del cuero cabelludo, sino de una respuesta del cuerpo a determinados estímulos o situaciones. Saber esto ayuda a gestionar la ansiedad que suele acompañar a la caída.
Lo curioso es que pocas veces se repara en cómo funciona el pelo desde dentro. Cada cabello sigue un ciclo natural de crecimiento, reposo y caída, que se desarrolla de forma silenciosa. Cuando ese equilibrio se rompe, como en el caso del efluvio telogénico, el cuerpo lo muestra de manera clara.
Las causas de la aparición del efluvio telogénico
El efluvio telogénico es una forma de caída del cabello que se produce cuando una gran cantidad de folículos pasan prematuramente a la fase de reposo, conocida como fase telógena. Esta fase culmina con la caída del pelo, lo que hace que el volumen general disminuya de forma notable en pocas semanas. A diferencia de otras formas de alopecia, no afecta permanentemente al folículo piloso, por lo que existe una alta probabilidad de que el cabello se recupere. Sin embargo, el impacto visual y emocional suele ser considerable.
Las causas son muy diversas. Entre las más frecuentes se encuentran el estrés físico o emocional, algo de lo que ya hemos hablado en THE OBJECTIVE. Pero también infecciones, fiebre alta, intervenciones quirúrgicas, dietas muy restrictivas o cambios hormonales como los asociados a problemas tiroideos. También puede aparecer tras la suspensión de ciertos medicamentos o por carencias nutricionales. Incluso un episodio puntual de ansiedad o una etapa de insomnio pueden actuar como desencadenantes. En muchos casos, la caída se produce meses después del evento que la originó, lo que complica su identificación.
Una diferencia clave entre el efluvio telogénico y la caída normal es la cantidad de pelo que se pierde. Mientras que es habitual perder entre 50 y 100 cabellos diarios, en el efluvio esta cifra puede triplicarse. Además, la pérdida es difusa, sin zonas despobladas claramente delimitadas. Lo más habitual es que la caída remita por sí sola una vez corregida la causa que la provocó. Sin embargo, si se prolonga más de seis meses, o si se repite con frecuencia, conviene acudir a un dermatólogo para realizar un diagnóstico más preciso y descartar otras patologías asociadas.
Entendiendo las fases de la caída del cabello

El crecimiento del cabello sigue un ciclo dividido en tres fases: anágena (crecimiento), catágena (transición) y telógena (reposo y caída). La fase anágena puede durar entre dos y seis años, dependiendo de factores genéticos y hormonales. Después, el folículo entra en una breve fase catágena de unas pocas semanas. Finalmente, el cabello pasa a la fase telógena, donde permanece inactivo hasta que se cae y da lugar a uno nuevo. Este ciclo se repite de forma natural a lo largo de la vida.
En el efluvio telogénico, una alteración provoca que muchos cabellos entren en la fase telógena antes de tiempo. Esto hace que se caigan simultáneamente, generando una pérdida visible en un corto periodo. El desencadenante puede haber ocurrido dos o tres meses antes del inicio de la caída, lo que dificulta hacer una conexión directa. No se trata de una caída repentina de un día para otro, sino del resultado acumulado de un cambio interno que afecta al folículo piloso.
Existen también factores estacionales que pueden influir. Algunas personas notan una caída mayor en otoño o primavera, lo que puede considerarse una forma leve de efluvio estacional. Esto se relaciona con la renovación cíclica del cabello, que en ciertas épocas del año se hace más evidente. Aunque suele resolverse por sí solo, en algunos casos puede coincidir con otras formas de efluvio y agravar la caída.
Cómo se trata el efluvio telogénico
El tratamiento del efluvio telogénico parte de un buen diagnóstico clínico. El especialista más indicado es el dermatólogo, que puede hacer una evaluación del cuero cabelludo mediante tricoscopia y solicitar análisis si sospecha de carencias o alteraciones hormonales. En algunos casos, se realiza una biopsia para diferenciar el efluvio de otros tipos de alopecia. No se trata solo de medir la caída, sino de encontrar el motivo que ha alterado el ciclo capilar.
La mayoría de los tratamientos se centran en abordar la causa subyacente. Si hay una deficiencia de hierro o vitaminas, se recomiendan suplementos. Si el origen es emocional, puede ser útil trabajar la gestión del estrés o acudir a terapia. También se prescriben lociones o productos tópicos que ayudan a estimular la regeneración del cabello, aunque su eficacia depende del caso concreto. No existen soluciones milagrosas, pero sí opciones que pueden acelerar la recuperación.
En general, el efluvio telogénico se resuelve de forma espontánea entre los tres y seis meses posteriores al inicio de la caída. No obstante, con el paso del tiempo, los folículos envejecen y pueden perder capacidad regenerativa. Esto significa que, en algunos casos, el pelo vuelve, pero no con la misma densidad. Esta situación se complica si hay una alopecia androgenética coexistente, que sí puede requerir tratamientos más específicos a largo plazo. Por eso, es fundamental no autodiagnosticarse y acudir a un especialista si la caída persiste.