Belén Rueda, a sus 60 años: «La madurez no es vivir situaciones, sino saber afrontarlas y colocarlas»
Es un proceso que transforma la experiencia en sabiduría, el tiempo en herramienta y la vida en un camino de aprendizaje

Belén Rueda | Redes sociales
A los 60 años, Belén Rueda refleja una madurez que va más allá de la edad y se centra en entender la vida. Para ella, madurar no significa rendirse ni conformarse, sino encontrar tranquilidad gracias al conocimiento de uno mismo. «La madurez no es saber siempre qué hacer, sino aprender a digerir más rápido lo inesperado», dice la actriz. En pocas palabras, ser maduro es manejar lo que no esperas sin perder el equilibrio ni la curiosidad.
Esta reflexión conecta con las ideas de los psicólogos Roi y Víctor, quienes explican que la madurez emocional se sostiene sobre pilares como la gestión consciente de las emociones, la empatía y la autocomprensión. Ser maduro, apuntan, implica «aprender a identificar y nombrar lo que sentimos y no evitar las emociones, ya que huir de ellas solo retrasa el aprendizaje. Es, en definitiva, una invitación a observarse con honestidad, a permitir que las emociones fluyan y a reencuadrar las situaciones para transformarlas en experiencias de crecimiento».
La importancia de lanzarse y no quedarse paralizado
Para Rueda, quedarse quieto ante la vida no es una opción. «Si no haces nada, no pasa nada, pero eso es lo peor. Tienes que intentarlo», dice con firmeza. Ella rompe con la idea de que ser joven es sinónimo de acción y ser mayor de limitación. Según su visión, el tiempo no frena, sino que ayuda a enfrentar los retos con más claridad. La madurez activa significa lanzarse, equivocarse y aprender de cada experiencia. Con los años, dice Rueda, se adquieren herramientas que ayudan a manejar las experiencias, pero no hacen que la vida sea menos intensa ni que se disfrute menos. «Con la edad tienes más herramientas para todo, pero eso no quita el sufrimiento ni te impide divertirte. Los años te ayudan a ver las cosas de otra manera y ponerlas en su lugar», explica. Su visión combina experiencia y vitalidad, mostrando que la madurez es vivir con conciencia sin perder la pasión por lo nuevo.

Estrategias para gestionar emociones
Los psicólogos Roi y Víctor explican que la madurez emocional implica aprender a manejar las emociones de manera consciente y desde una perspectiva adulta. Algunas estrategias clave son:
- Identificar y nombrar las emociones: ponerle palabras a lo que sentimos ayuda a reducir su intensidad y facilita decidir cómo queremos actuar. Entender qué función cumple cada emoción nos permite responder desde la comprensión de nosotros mismos, en lugar de reaccionar automáticamente.
- No evitar lo que sentimos: muchas veces creemos que ignorar o disfrazar nuestras emociones es una forma de madurez, pero en realidad solo acumulamos tensión emocional que tarde o temprano puede explotar. Permitirse sentir lo que realmente experimentamos es un paso fundamental para procesarlo.
- Tomarse un tiempo antes de reaccionar: la madurez nos permite pausar unos segundos antes de responder, evitando la impulsividad. Esta pausa ayuda a actuar desde una parte más adulta de nuestra personalidad, con equilibrio entre emoción y razón.
- Reencuadrar las situaciones: buscar aprendizaje o una perspectiva diferente de lo que ocurre permite procesarlo con menor sufrimiento. Esto no significa ignorar la emoción, sino que, una vez experimentada, podemos analizar racionalmente lo sucedido para transformarlo en aprendizaje en lugar de trauma. Este análisis posterior debe hacerse sin invalidar lo que sentimos.
- Autocuidado y autorregulación: actividades como respirar, caminar, escribir o meditar ayudan a reducir la intensidad emocional y facilitan decisiones más conscientes. Practicar estas herramientas cuando nos sentimos sobrepasados permite aplicar de forma efectiva las demás estrategias.
Estas estrategias muestran que la madurez no consiste en eliminar las emociones ni en reaccionar sin pensar, sino en aprender a gestionarlas con conciencia, transformando cada experiencia en una oportunidad de crecimiento y comprensión personal: vivir plenamente, ser consciente de las emociones y aprender de cada experiencia sin reprimir lo que sentimos.
Cómo la madurez influye en la comunicación
Actuar desde la madurez también se refleja en la manera de comunicarse. Según Roi y Víctor, la madurez implica no buscar siempre tener la razón, sino comprender al otro y responder con calma, evitando la ira, la frustración o el miedo. También requiere saber cuándo insistir y cuándo ceder, adaptando la comunicación a la situación y a las personas involucradas. La comunicación madura no exige perfección, sino reflexión y capacidad de introspección. Saber pedir perdón cuando es necesario, ya sea a uno mismo o a los demás, forma parte de la inteligencia emocional que caracteriza a quienes han aprendido a vivir con responsabilidad y conciencia.
¿Cómo saber si soy maduro?
Según los expertos en psicología, ser maduro a nivel emocional implica principalmente reflexionar sobre uno mismo: notar tus reacciones, aprender de los errores y buscar mejorar sin castigarte por sentir o equivocarte. La madurez consiste en reconocer que no somos perfectos, sino humanos, con derecho a equivocarnos y a no hacer siempre las cosas como “deberían hacerse”.
Algunas características clave de la madurez, según Rosi y Víctor son:
- Regulación emocional: poder experimentar emociones intensas sin desbordarse ni descargar la frustración en otros. Aunque como humanos no siempre es posible hacerlo al 100%, esta capacidad ayuda a mantener el equilibrio.
- Tolerancia a la incertidumbre: aceptar que no todo se puede controlar y que la vida trae sorpresas que debemos aprender a digerir. Esto incluye convivir con la ansiedad y con emociones provocadas por situaciones inesperadas.
- Responsabilidad sobre actos y palabras: asumir el impacto de lo que hacemos y decimos, y pedir perdón cuando sea necesario.
- Empatía consistente: poder ponerse en el lugar del otro sin perder la propia perspectiva, reconociendo que todos estamos aprendiendo y tenemos derecho a equivocarnos.
Estas cualidades se apoyan en estrategias como identificar y aceptar lo que sentimos, tomarnos un tiempo antes de reaccionar, reencuadrar las situaciones y cuidar de nosotros mismos. Juntas, construyen una madurez emocional que permite aprender de la vida y tomar decisiones conscientes. Belén Rueda representa este modelo de madurez: vivir con plenitud, enfrentar retos, procesar experiencias y mantener la curiosidad y la capacidad de lanzarse a lo nuevo, inspirando a todas las generaciones a crecer con consciencia.