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Hazle caso a tu instinto: la ciencia confirma que tu intuición es más lista que tú, menos cuando te enamoras

Hay quienes estudian cada detalle antes de actuar, y quienes simplemente dejan que el corazón marque el rumbo

Hazle caso a tu instinto: la ciencia confirma que tu intuición es más lista que tú, menos cuando te enamoras

Mikel Alonso | Instagram

Durante décadas, la intuición ha sido considerada un mero impulso emocional, una reacción sin fundamento. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que detrás de esa voz interior existe un complejo proceso cerebral. Mikel Alonso, investigador y autor de El valor de la intuición. Cómo comprenderla, entrenarla y usarla con acierto, explica en un artículo de El Confidencial escrito por la periodista Irene Hdez. Velasco que la intuición no es una corazonada irracional, sino el resultado de años de aprendizaje acumulado en la memoria. «Dentro de la intuición se condensa todo el conocimiento que hemos adquirido a lo largo de la vida, tanto el que recordamos como el que hemos asimilado sin darnos cuenta», afirma Alonso. Según el científico, las mejores decisiones no siempre son las que más se analizan, sino aquellas que surgen de manera automática, combinando experiencia, emoción y percepción.

Desde que Antonio Damasio publicó El error de Descartes en 1994, numerosos estudios han reforzado la idea de que las emociones guían la toma de decisiones de manera eficaz. El cerebro humano, diseñado para la supervivencia, utiliza atajos mentales y señales emocionales para anticiparse al peligro o reconocer oportunidades. Cada día, tomamos unas 35.000 decisiones, y solo un pequeño porcentaje se procesa de manera consciente. El resto surge del llamado “módulo intuitivo”, un sistema que analiza miles de variables en milésimas de segundo. Esa reacción inmediata, cuando desconfiamos de alguien o percibimos un riesgo sin saber por qué, es una respuesta aprendida, no un presentimiento místico.

Desde que Antonio Damasio publicó El error de Descartes en 1994, numerosos estudios han reforzado la idea de que las emociones guían la toma de decisiones de manera eficaz.

La ciencia detrás del “sexto sentido”

El caso del alpinista Peter Hillary ilustra mejor que cualquier experimento el valor de ese instinto. En 1995, durante una expedición al K2, sintió que debía regresar cuando apenas le quedaban unos metros para alcanzar la cima. Ignoró las súplicas de sus compañeros y emprendió el descenso. Horas más tarde, una tormenta sepultó a los siete escaladores que continuaron. Hillary fue el único superviviente. Para Alonso, historias como esta demuestran que la intuición es una herramienta de supervivencia ancestral. «Nunca tomamos decisiones puramente racionales», afirma. «Las emociones intervienen siempre, y cuando la situación es compleja, son las que nos permiten reaccionar con rapidez y precisión».

El neurocientífico defiende que la intuición puede cultivarse. En su libro propone técnicas como la observación consciente, la práctica del optimismo y la curiosidad constante. «El miedo bloquea los procesos automáticos del cerebro; el optimismo los activa», explica. También advierte que la intuición tiene enemigos claros: los deseos, los juicios emocionales, los sesgos cognitivos y los estereotipos. Además, no todas las intuiciones tienen el mismo peso. Cuanta más experiencia tenga una persona en un campo, más fiables serán sus corazonadas. «La intuición se entrena con la vida», resume Alonso en el artículo de El Confidencial.

En el amor no vale la intuición

Aunque la ciencia respalda la eficacia de la intuición en la mayoría de los ámbitos, hay un terreno donde esta puede fallar: el amor. «Cuando uno se enamora, el cerebro se inunda de neurotransmisores que alteran completamente la percepción», advierte Alonso. En ese estado, la claridad mental desaparece y las corazonadas pierden fiabilidad. Así que, la próxima vez que una voz interior le aconseje dar un paso atrás, escúchela: su cerebro está aplicando un conocimiento milenario. Pero si esa voz le empuja a lanzarse sin pensar en una historia romántica, tal vez convenga esperar. Incluso la intuición más afinada necesita un poco de razón cuando el corazón se impone.

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