Victoria Murillo, paciente oncológica que venció el cáncer de mama con resiliencia y deporte
THE OBJECTIVE contacta a Victoria para abordar la enfermedad con empatía y dar voz a quienes la sufren de cerca

Victoria Murillo | Ilustración de Alejandra Svriz
Cada 19 de octubre, el mundo se tiñe de rosa para conmemorar el Día Mundial del Cáncer de Mama, una fecha que va más allá de la simbología y pone de relieve la importancia de la detección temprana, la prevención y el acompañamiento emocional. Para abordar este tema tan delicado, THE OBJECTIVE se puso en contacto con Victoria Murillo, paciente oncológica que vivió esta enfermedad, y con el doctor Alfredo Alonso Poza, especialista en la Unidad de Diagnóstico y Cirugía Oncoplástica de la Mama del Hospital Quirón Ruber San Camilo, quienes compartieron sus experiencias y conocimientos sobre cómo afrontar el cáncer y cómo prevenirlo. La historia de Victoria demuestra cómo la resiliencia, el ejercicio y el apoyo cercano pueden convertirse en pilares fundamentales durante el tratamiento.
Cómo impactó su diagnóstico
En 2023, Victoria descubrió un bulto durante una charla sobre cáncer de mama organizada en su oficina. Inicialmente, su ginecólogo privado consideró que no era grave y le programó una ecografía sin prioridad. Dos meses después, la prueba reveló que el tumor se había extendido al mediastino, diagnosticándose un cáncer de mama metastásico en estadio IV. «El día que recibí el diagnóstico pensaba que era solo una revisión rutinaria, pero la sorpresa fue devastadora. Sentí que se me caía el mundo encima», recuerda Victoria. La noticia no solo alteró su vida, sino que puso a prueba su fortaleza emocional, algo que muchas pacientes experimentan al recibir un diagnóstico inesperado.
El deporte como terapia y fuente de fortaleza
Desde el inicio del tratamiento, Victoria decidió incorporar el ejercicio físico en su rutina diaria como una herramienta de bienestar integral. Se inscribió en un centro especializado en pacientes oncológicos, donde los entrenamientos se adaptan a las necesidades de cada persona. Su rutina combinaba sesiones de entrenamiento HIIT el día antes de cada quimioterapia y entrenamientos de fuerza dos veces por semana. «Había días en los que no quería ni moverme, pero entrenar me ayudaba a afrontar mejor el tratamiento. Me sentía con más energía y, al mismo tiempo, bien conmigo misma», explica. Para Victoria, el deporte no fue solo actividad física, sino una forma de recuperar control sobre su cuerpo y su vida. El doctor Alfredo Alonso Poza confirma que la actividad física adaptada durante el tratamiento oncológico mejora la fuerza, reduce la fatiga y contribuye al bienestar emocional, ayudando a las pacientes a sentirse más conectadas consigo mismas.

«Pasar algo así tiene sus cosas buenas»
El ejercicio fue un pilar, pero Victoria también encontró fuerza en mantener su vida cotidiana lo más normal posible. Salidas con su marido e hija, cenas con amigos, viajes cortos y pequeñas escapadas se convirtieron en estrategias para conservar la positividad y la conexión emocional con su entorno. “Siempre con mi pañuelo y mi mejor sonrisa”, recuerda, mostrando cómo la actitud y la vida social ayudan a sostener la resiliencia durante los momentos más difíciles. Victoria aconseja a otras mujeres que atraviesan un proceso similar, apoyarse en la familia y amigos, compartir las penas, aprender a decir que no y nunca subestimar la importancia de las pequeñas rutinas que devuelven energía y autoestima. «Por muy difícil que lo veas en el momento, pasar por algo así tiene muchas cosas buenas; solo hay que aprender a verlas», afirma.
Prevención y detección temprana: un mensaje médico clave
El doctor Alfredo Alonso Poza subraya que la autoexploración y los controles médicos regulares son fundamentales. La autoexploración debe realizarse mensualmente, preferiblemente una semana después de la menstruación, buscando bultos, irregularidades o cambios en la textura de la mama. Complementariamente, se recomienda acudir periódicamente a un especialista en mama para revisiones profesionales y pruebas de imagen cuando sea necesario.
Entre las pruebas de cribado, la mamografía es clave a partir de los 40-50 años, dependiendo de factores de riesgo. Permite detectar microcalcificaciones y nódulos, y en mujeres con mamas densas, suele complementarse con ecografía. En mujeres menores de 40 años, la ecografía es la principal herramienta para controlar quistes o lesiones benignas. En casos de alto riesgo genético o dudas diagnósticas, la resonancia magnética mamaria es la prueba de alta sensibilidad más indicada. Además, en mujeres con antecedentes familiares, se recomienda la consulta genética, evaluando genes como BRCA1 y BRCA2.
Estilo de vida saludable: un pilar en la prevención
Más allá de las pruebas médicas, el estilo de vida también juega un papel crucial en la prevención del cáncer de mama. Mantener un peso adecuado, realizar ejercicio físico regular y seguir una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras y fibra, y baja en grasas saturadas y azúcares, contribuye a reducir riesgos. Evitar el alcohol y el tabaco también es esencial. Incluso actividades simples como caminar diariamente y practicar al menos dos horas semanales de ejercicios de fuerza pueden marcar la diferencia.
La importancia de un sistema sanitario ágil y accesible
La rapidez en la detección y el inicio del tratamiento influye de manera decisiva en la evolución y el pronóstico del cáncer de mama, determinando no solo las posibilidades de supervivencia, sino también la calidad de vida de las pacientes. Esta realidad subraya la urgencia de contar con sistemas de salud que prioricen la atención temprana, optimicen los tiempos de diagnóstico y reduzcan las barreras burocráticas que pueden retrasar la intervención médica. La implementación de protocolos ágiles, la disponibilidad de tecnologías de imagen de alta precisión y la formación continua del personal sanitario se convierten así en herramientas esenciales para asegurar que cada caso reciba la respuesta más rápida y efectiva posible, aumentando significativamente las probabilidades de éxito en el tratamiento.