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Más allá de la moda: cómo la ropa muy ajustada puede acabar afectando a tu salud

Algunos enemigos mudos de nuestro organismo pueden estar escondidos en el armario y no nos damos cuenta

Más allá de la moda: cómo la ropa muy ajustada puede acabar afectando a tu salud

Una mujer joven en ropa de deporte. | ©Freepik.

Te levantas por la mañana, eliges tu ropa con el piloto automático activado. Pantalones que esculpen la figura, una camiseta que se ajusta al milímetro o ese sujetador tan funcional. Te miras al espejo y todo encaja, o al menos eso parece. Porque detrás de esa elección aparentemente inocente, se esconde una rutina que puede convertirse en una trampa. Te acompaña en el trabajo, en un paseo, incluso en el gimnasio. Pero lo que al principio solo parecía un tema de estilo, empieza a dejar señales.

Quizá lo hayas notado después de un día largo: marcas en la piel, un dolor sordo en la parte baja del abdomen o un cosquilleo molesto en las piernas. No es que la ropa ceñida sea dañina por sí sola, pero si se convierte en tu norma, puede llegar a afectarte más de lo que imaginas. La incomodidad deja de ser solo estética y pasa a ser una cuestión de bienestar. Puede parecer exagerado, pero basta con observarte un par de días para empezar a notar sus efectos.

Nadie dice que haya que renunciar al estilo ni a sentirse bien con lo que uno lleva. Pero conviene preguntarse cuánto tiempo pasamos al día con prendas que nos oprimen más de lo que visten. Esa presión constante, aunque discreta, no es tan inocua como parece. De hecho, podría ser una causa silenciosa de molestias físicas que damos por normales. Y no lo son. En el fondo, tu ropa también debería cuidarte.

No es solo moda, también es salud

Pantalones vaqueros ajustados, leggings de compresión o camisas entalladas son solo algunos ejemplos de prendas que llevamos casi sin pensar. En el deporte, por ejemplo, las mallas o sujetadores deportivos están diseñados para ofrecer sujeción. Y la ofrecen, claro. Pero también pueden restringir el movimiento o dificultar la transpiración si se usan durante demasiado tiempo. La clave está en cómo y cuándo se usan, y en entender que no todo lo que se ajusta es saludable por sistema.

La ropa formal tampoco se queda atrás. Camisas que aprietan el cuello, faldas tubo, pantalones de traje ceñidos o cinturones que marcan la cintura con demasiada firmeza pueden hacer que una jornada laboral se vuelva un ejercicio de contención. Lo mismo ocurre con prendas que tienen poco margen de elasticidad. A lo largo de las horas, esa falta de holgura se traduce en molestias físicas que acumulamos sin darnos cuenta.

Y no hay que olvidar la ropa interior. Sujetadores demasiado apretados, braguitas que dejan marca o bóxers que no permiten una correcta ventilación pueden parecer un mal menor. Pero la presión constante en zonas sensibles del cuerpo no solo es incómoda. A la larga, puede generar irritaciones, molestias digestivas o incluso alterar el retorno venoso. Tanto en mujeres como en hombres, elegir la talla adecuada no es un capricho, es una medida de prevención. Algo de lo que hemos alertado previamente en THE OBJECTIVE.

Cómo la ropa muy ajustada puede afectar a tu salud

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Cuando una prenda ejerce demasiada presión sobre el cuerpo, uno de los primeros sistemas que puede resentirse es el circulatorio. Pantalones o leggings demasiado ceñidos pueden dificultar el retorno venoso, especialmente si pasas muchas horas sentado. Esto no quiere decir que te vayas a provocar una trombosis por llevar ropa apretada, pero sí que puedes notar piernas más pesadas, hormigueo o incluso sensación de entumecimiento al final del día. Así como la aparición de venas varicosas.

El sistema digestivo tampoco queda al margen. Ropa que presiona el abdomen –como cinturones ajustados o prendas de compresión mal escogidas– puede interferir con el proceso digestivo. Algunas personas reportan sensación de hinchazón, acidez o molestias estomacales tras varias horas con estas prendas. Aunque no hay una abundante literatura científica que lo confirme con contundencia, los testimonios son frecuentes y sí hay ciertos estudios que lo corroboren, como los que se refieren a la presión muscular que puede ejercer la ropa muy ajustada. En muchos casos, basta con aflojar la ropa para notar una mejora inmediata. También a evitar el uso de este tipo de prendas en mujeres embarazadas. O, incluso, afectar a la menstruación.

Por último, existe otro efecto menos conocido: la presión sobre determinados nervios periféricos. Prendas que oprimen zonas como la ingle, la parte posterior de las rodillas o el abdomen pueden generar lo que se conoce como parestesias, es decir, sensación de hormigueo o pérdida de sensibilidad. Estos síntomas no suelen ser graves, pero pueden ser un aviso. Más allá de lo estético, el cuerpo está pidiendo una pausa. Y conviene escucharlo.

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