Por qué nos reímos después de una discusión tensa: lo explica la psicología
Un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, el ser humano busca equilibrarse y seguir adelante

Sonrisa. | Canva.
A veces la risa llega sin aviso, en medio de una discusión, un momento incómodo o incluso tras una pérdida. Nos sorprende, nos incomoda y, con frecuencia, nos hace sentir culpables. ¿Cómo puede el cuerpo reaccionar con algo aparentemente alegre frente a una emoción negativa? La psicología lleva años estudiando este fenómeno y lo define como una forma de defensa emocional.
La risa como mecanismo para liberar tensión
Reír en una situación tensa no implica falta de empatía ni desinterés. Según los especialistas de INTRO Psicólogos Madrid, se trata de un mecanismo natural del cerebro para liberar tensión. «A menudo me entra la risa cuando vivo una situación tensa, como una discusión con mi pareja o cuando alguien toca un tema delicado. Me siento inapropiado, irrespetuoso, pero no puedo evitarlo», relata uno de los casos recogidos en su página web. La explicación radica en la manera en que el sistema nervioso gestiona el estrés. Cuando el cuerpo percibe una amenaza, física o emocional, se activa el eje de respuesta al estrés: el corazón se acelera, los músculos se tensan y las emociones se intensifican. En ese punto, el cerebro busca una válvula de escape para reducir la carga. La risa, aunque parezca contradictoria, cumple precisamente esa función. Es una reacción fisiológica que ayuda a restaurar el equilibrio interno.

El humor, un sistema inconsciente de defensa
Esta idea coincide con la teoría del psicólogo estadounidense Robert Provine, autor de Laughter: A Scientific Investigation, quien sostiene que la risa no siempre está vinculada al humor, sino a la comunicación y la regulación emocional. En sus investigaciones observó que muchas personas ríen en contextos de nerviosismo o ansiedad, no porque algo les parezca divertido, sino porque el cuerpo necesita liberar la tensión acumulada. Desde una perspectiva más profunda, el psicoanálisis también aporta claves para entender este fenómeno. Sigmund Freud describió el humor como una forma de liberar pulsiones reprimidas. En este sentido, reír en un momento tenso podría ser una manifestación inconsciente de defensa ante emociones intensas como la ira, la vergüenza o la tristeza. El humor actúa, entonces, como una válvula simbólica que permite decir lo indecible o soportar lo insoportable.
El papel del humor en lo inconsciente
El equipo de INTRO Psicólogos lo resume así: «El humor nos permite aliviar la represión, individual y social, y jugar con ideas que de otro modo serían incómodas de sostener». Reír, por tanto, no es necesariamente inapropiado, sino una manera inconsciente de canalizar el malestar. Este tipo de risa, nerviosa o liberadora, cumple una función adaptativa que nos ayuda a sobrellevar la tensión emocional y a retomar el control. Algunas investigaciones recientes, como las del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Stanford, refuerzan esta idea al señalar que la risa activa los mismos circuitos cerebrales implicados en la recompensa y la relajación. En contextos de estrés, esa activación actúa como una compensación natural: el cerebro intenta equilibrar los niveles de cortisol y dopamina, regulando así la respuesta emocional.
Una reacción que también es social
La risa después de un momento tenso también tiene un componente social. En psicología social se denomina disonancia emocional al conflicto que se produce cuando sentimos algo que no encaja con las normas del entorno. Reír mientras los demás lloran o se enfadan genera incomodidad, pero esa risa, según los expertos, no busca ridiculizar, sino protegernos del impacto emocional. Por eso, en lugar de interpretarla como una falta de respeto, conviene comprenderla como una reacción humana compleja, que combina factores neurológicos, psicológicos y sociales. Aprender a reconocerla puede ayudarnos a gestionar mejor nuestras emociones y las de los demás.
Por qué no hay que juzgar la risa nerviosa
Como señalan los especialistas, el primer paso es no juzgarse por reír en momentos difíciles. Comprender que se trata de una respuesta automática del organismo permite reducir la culpa y, a largo plazo, mejorar la regulación emocional. En terapia, trabajar la conciencia emocional y las estrategias de afrontamiento ayuda a que la risa deje de ser un reflejo incontrolable para convertirse en una herramienta de alivio consciente. Reír tras una situación tensa no es un error, sino un acto de supervivencia emocional. Es el modo en que el cuerpo dice: esto duele, pero necesito respirar.
