The Objective
Lifestyle

El riesgo de vivir el FOBO: cómo aceptar el coste de oportunidad en tus decisiones vitales

Vivir no es solo equivocarse, sino también aceptar que erramos, como humanos que somos, aceptando esos fallos

El riesgo de vivir el FOBO: cómo aceptar el coste de oportunidad en tus decisiones vitales

Un hombre preocupado por una decisión. | ©Freepik.

Estás constantemente tomando decisiones. Algunas son tan cotidianas que apenas reparas en ellas: qué vas a cenar hoy, si cogerás el coche o el transporte público, si verás una serie o leerás un rato antes de dormir. Otras, en cambio, parecen definir el curso de tu vida: aceptar o no una oferta de trabajo, mudarte a otra ciudad, comprometerte con alguien o terminar una relación. En cada una de ellas hay algo que queda atrás, algo que no eliges, y que a menudo regresa a tu mente con forma de duda o remordimiento.

Cada decisión tiene su coste de oportunidad: ese concepto de la economía que también define nuestras emociones. Decidir implica perder otras posibilidades, y eso, aunque lógico, no siempre se acepta con naturalidad. En tu vida sentimental, personal, laboral o familiar, puedes cargar con la sombra de lo que no fue. Esa vida paralela, que imaginaste, que tal vez habría sido mejor —o no—, pero que nunca sabrás con certeza.

Y así, lo que comenzó siendo una simple elección se convierte en una espiral de pensamientos: ¿y si hubiera elegido lo otro? ¿Y si me estoy equivocando? El FOBO, el Fear Of Better Options o miedo a mejores opciones, no es solo un término moderno: es una forma de vivir atrapado en lo posible, sin poder comprometerse con lo real. Es la parálisis de quien lo quiere todo, sin renunciar a nada. Y aunque suene exagerado, está cada vez más presente, especialmente en un mundo que nos bombardea con opciones infinitas.

¿A qué nos referimos con FOBO?

El FOBO es el miedo a tomar una decisión por si acaso hay una opción mejor. Fue acuñado por el inversor y escritor Patrick McGinnis, quien también definió el popular FOMO (Fear Of Missing Out o miedo a perderse algo) cuando trabajaba en la Harvard Business School. Mientras el FOMO se refiere al miedo a quedarse fuera de algo, el FOBO es más sutil, pero igual de dañino: es la obsesión por mantener abiertas todas las puertas.

Es el miedo a cerrar una opción, no vaya a ser que te estés perdiendo algo mejor. No obstante, no es un fenómeno novedoso. Psicólogos como Barry Schwartz también mencionan esta parálisis que nos suponen determinadas decisiones en obras como La paradoja de la elección o, yéndonos más lejos, al tópico latino de errare humanum est.

Este fenómeno no solo aparece en grandes decisiones, como cambiar de trabajo o iniciar una relación. También se manifiesta en lo cotidiano: pasas media hora comparando restaurantes, navegando entre decenas de opciones de zapatillas deportivas, dudando entre series en una plataforma de streaming. Y cuanto más tiempo inviertes en buscar la opción perfecta, más difícil se hace tomar una decisión real. Terminas bloqueado, con la sensación de que ninguna alternativa es lo bastante buena. Parte del problema se multiplica, además, cuando se abren de tal manera las posibilidades que nada parece suficientemente bueno.

Pero el FOBO no es solo una cuestión de indecisión. Es, en el fondo, una resistencia a aceptar el coste de oportunidad. Cuando eliges, renuncias. Y esa renuncia, aunque inevitable, puede doler. El problema surge cuando esta rumiación, de la que te hemos hablado en THE OBJECTIVE, se vuelve constante y comienza a afectar tu bienestar. Porque vivir atrapado en el «¿y si…?» es vivir a medias, sin terminar de comprometerse con nada. Desde algo tan trivial como elegir la comida hasta cómo gestionar tus inversiones o tu vida sentimental.

Cómo enfrentarse al FOBO

Es natural tener dudas al tomar una decisión. Nuestro cerebro ha evolucionado para comparar, analizar y elegir lo que cree más beneficioso. En tiempos prehistóricos, esta capacidad nos permitía sobrevivir: elegir el mejor camino, el alimento más seguro, la cueva más protegida. Hoy en día, ese mismo impulso se ha sofisticado, pero también nos juega en contra cuando nos enfrentamos a cientos de opciones, todas aparentemente válidas. La complejidad añadida es que las personas maximizadoras tienden a quedarse enquistadas en este problema. Una realidad más o menos recurrente a medida que socialmente creemos que tenemos derecho a todo el pastel y no solo a una parte.

hombre-maduro-fobo-trabajo
La toma de decisiones está en cada momento de nuestra vida, pero el hecho de que nos paralice por una opción mejor es contraproducente. ©Freepik,

Para combatir el FOBO, es fundamental asumir que ninguna decisión es perfecta. Todo tiene pros y contras, y eso no solo es normal, sino saludable. El perfeccionismo paraliza, mientras que la aceptación libera. Puedes empezar por poner límites temporales: darte un tiempo razonable para decidir y, después, comprometerte con tu elección. Aceptar que hay otras opciones no invalida la que eliges, sino que simplemente refleja la complejidad de la vida.

Además, ayuda mucho cambiar el enfoque. En lugar de pensar «¿cuál es la mejor opción posible?», plantéate «¿qué opción encaja mejor conmigo ahora?». Esta mirada más realista reduce la presión y aumenta tu capacidad de actuar. Vivir es decidir, y decidir es renunciar. Pero también es avanzar, comprometerte, construir. Y en ese camino, más importante que elegir perfecto es elegir con conciencia.

Publicidad