Una experta en conducta humana revela tres situaciones en las que conviene callarse
Hay que entender que la inteligencia no reside solo en lo que se dice, sino en la capacidad de reconocer cuándo es mejor callar

Silencio | Canva pro
En un tiempo marcado por conversaciones aceleradas, opiniones vertidas sin pausa y una presión social que invita a reaccionar antes que a reflexionar, el silencio se ha convertido en un recurso subestimado. No obstante, voces expertas del ámbito de la conducta humana coinciden en que callar no es evadir, sino una forma de inteligencia emocional aplicada. Entre ellas destaca Angie Tirado, especialista en Conducta Humana, quien aporta una lectura clara y contundente sobre tres momentos en los que un hombre verdaderamente consciente debería optar por el silencio. Su planteamiento, respaldado por principios ampliamente aceptados en psicología y comunicación interpersonal, pone sobre la mesa una realidad incómoda, hablar siempre no significa hablar mejor.
1. Cuando hablas con impulso y tu discurso no cambia nada
El primer escenario que describe Tirado es aquel en el que las palabras no producirán ningún efecto real. En una sociedad en la que abundan los debates sin rumbo y las discusiones donde importa más tener voz que tener razón, esta idea adquiere un valor especial. La experta recuerda que hablar por impulso solo desgasta energía y enturbia la claridad emocional. Diversos estudios en comunicación conflictiva respaldan esta afirmación, indicando que insistir cuando la otra parte no está receptiva solo profundiza el desgaste.

Tirado sostiene que el silencio, en estos casos, funciona como un acto de autodominio. Quien controla su silencio controla su poder, afirma, proponiendo una visión estratégica y no pasiva. No todo merece una respuesta y, en ocasiones, la postura más firme se expresa precisamente a través de la ausencia de palabras. Con ello desmitifica la necesidad de intervenir siempre, una tendencia que, según expertos en conducta, alimenta el ruido en lugar de aportar soluciones.
2. Cuando la ira domina el discurso y pierdes la razón
El segundo momento clave aparece cuando la ira entra en escena. La ciencia ha demostrado que el enojo altera la percepción, reduce la capacidad de razonamiento y activa respuestas impulsivas. Tirado coincide con esta visión y subraya que cuando una persona habla desde el enfado no lo hace desde su razón, sino desde su ego. Cada palabra mal gestionada se convierte en un peso que acabará cayendo sobre quien la pronuncia. De acuerdo con especialistas en inteligencia emocional, tomar distancia, respirar y permitir que la emoción pierda intensidad es una de las estrategias más efectivas para evitar daños innecesarios. Tirado sintetiza esta idea en una frase que resume la esencia del autocontrol, quien se controla, se impone. Esa imposición no es dominación sobre otros, sino dominio sobre uno mismo. La calma no solo preserva la coherencia del mensaje, también refuerza la imagen de alguien capaz de gestionar sus impulsos sin ceder a la reacción inmediata.
3. Cuando no sabes que decir
El tercer momento señalado por Angie Tirado es, quizá, el más revelador. Se trata de callar cuando no se sabe qué decir. Este gesto, que para muchos se asocia con debilidad, es en realidad un acto de madurez intelectual. Reconocer los límites del propio conocimiento se alinea con los principios más respetados de la psicología del aprendizaje. Quien escucha desde la humildad aprende, mientras que quien habla para mantener la apariencia de tener siempre la razón suele cerrar las puertas a nuevas perspectivas. Y es que la escucha activa, herramienta central en comunicación efectiva, adquiere aquí un protagonismo natural. Atender sin interrumpir, procesar sin prisa y permitir que la información se asiente son prácticas que favorecen relaciones más sanas y diálogos más productivos.
