The Objective
Lifestyle

La costumbre danesa que me hace desconectar y sentir paz tras un día agotador

La calma surge de pequeños gestos como este y el hogar se puede transformar en un refugio para el cuerpo y la mente

La costumbre danesa que me hace desconectar y sentir paz tras un día agotador

Calma en el hogar | Canva pro

Llegar a casa después de un día agotador y sentir cómo se disuelven las tensiones puede parecer un lujo reservado solo a los que practican la meditación o cuentan con un espacio minimalista cuidadosamente decorado. Sin embargo, en Dinamarca, este acto cotidiano se ha convertido en una verdadera filosofía de bienestar, tan sencilla como encender una vela. Este pequeño gesto, que puede pasar desapercibido, funciona como un regulador emocional silencioso, capaz de calmar el cerebro y reconectar cuerpo y mente.

La periodista experta en bienestar y sostenibilidad Ana de Santos Gilsanz, directora creativa de la firma española Matarranz y autora de Vivir sin huella, explica en un artículo para VOGUE que el momento de llegar a casa debería ser casi sagrado. Durante la jornada, nuestro cerebro sufre la hiperconexión digital, el estrés constante y el sedentarismo, y la transición al hogar requiere un ritual que marque el paso del afuera al adentro. Para ella, encender una vela cumple esa función: «La vela exige presencia: detenerse, encender la llama, mirarla. Ese gesto cambia la energía del hogar, y también la nuestra», asegura.

Este pequeño acto, que puede parecer anecdótico, está respaldado por la ciencia del bienestar: estudios en mindfulness liderados por Jon Kabat-Zinn y la neurocientífica Sara Lazar muestran que al detenerse y centrar la atención en un estímulo presente, como la llama de una vela, el cerebro reduce la actividad de la amígdala, la región encargada de la respuesta al estrés, y activa áreas relacionadas con la calma y la contemplación.

¿Cuándo elegir el momento de encender una vela?

La costumbre danesa de crear un rincón acogedor, conocido como hyggekrog, potencia esta sensación de calma y bienestar. La combinación de una decoración cuidadosa, iluminación cálida y objetos que nos transmiten seguridad actúa como un verdadero refugio para la mente, ofreciendo un espacio donde desconectar y recargar energías. En este contexto, encender una vela deja de ser un gesto meramente estético y se convierte en un acto consciente que ayuda a regular el sistema nervioso, prepara al cuerpo para la relajación y facilita la transición hacia la tranquilidad. Ana de Santos propone dos momentos ideales para incorporar este ritual en la rutina diaria: al caer la tarde, cuando el cuerpo comienza a necesitar calma, y antes de dormir, para crear un ambiente que favorezca el descanso y la serenidad. Este gesto también puede acompañarse de pequeños detalles, como bajar la intensidad de la luz o colocar el móvil fuera de alcance, potenciando aún más su efecto relajante.

Encender una vela

Aunque sencillo, este hábito tiene un impacto profundo en nuestra salud emocional. Más allá de la fragancia o la calidez de la luz, detenerse, respirar y centrar la atención en un momento presente funciona como un regulador emocional silencioso, capaz de reducir la ansiedad, disminuir la reactividad al estrés y favorecer un estado de calma profunda, tal y como señala la neurocientífica Sara Lazar. Con el tiempo, este pequeño ritual se convierte en un recordatorio diario de la importancia de cuidar de uno mismo y de valorar los instantes de tranquilidad dentro del hogar.

Transformar la llegada a casa en un ritual de autocuidado

Adoptar esta costumbre danesa es transformar la llegada al hogar en un ritual de autocuidado. Colocar el móvil lejos, bajar la iluminación y encender la llama marca un límite claro entre la rutina del mundo exterior y la intimidad del refugio personal. Es un recordatorio de que la calma se construye con pequeños gestos conscientes y que el hogar puede ser un santuario donde cuerpo y mente encuentren su equilibrio, un lugar donde la paz se enciende con una simple llama.

Publicidad