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Quizá te miren mal, pero gruñir en el gimnasio puede mejorar tu rendimiento deportivo

Podría parecer un gesto absurdo, pero ciertos estudios avalan lo que puede haber de positivo en esta guturalidad

Quizá te miren mal, pero gruñir en el gimnasio puede mejorar tu rendimiento deportivo

Un hombre levantando pesas. | ©Freepik.

Llegas al gimnasio, colocas tu botella de agua junto al banco y haces un breve calentamiento. Mientras ajustas las pesas y eliges la música para tu entrenamiento, todo parece en calma. De fondo suena el habitual rumor de las máquinas, algún saludo entre compañeros y el zumbido de la cinta de correr, pero algo barruntas cuando oyes gruñir en el gimnasio con sonidos casi no humanos que llegan a tus oídos.

Entonces ocurre. Cuando te enfrentas a tu primer levantamiento serio del día, un gruñido más claro se cuela entre los sonidos del gimnasio. Viene de una esquina, donde alguien entrena con intensidad. Al principio, suena como un esfuerzo contenido, pero con cada repetición se hace más evidente, incluso casi gutural. Te giras y ves a una persona, quizás alguien con quien intercambiaste unas palabras antes, emitiendo sonidos que oscilan entre el jadeo profundo y un grito seco.

Te preguntas si es necesario tanto alboroto. ¿Es una forma de motivarse? ¿Busca llamar la atención? ¿Realmente gruñir así mejora su rendimiento o es pura exageración? Si piensas que esos ruidos son simplemente una extravagancia sin sentido, quizá te convenga seguir leyendo. La ciencia tiene algo que decir al respecto, aunque no explica, como te contamos en THE OBJECTIVE, que tu gymbro se convierta en una gramola.

Gruñir en el gimnasio: más allá del capricho

Lejos de ser un mero gesto teatral, gruñir durante el ejercicio puede tener una explicación fisiológica bastante sólida. Algunos estudios recientes han analizado cómo el control de la respiración, en especial durante la exhalación, influye en la fuerza aplicada durante actividades físicas variadas como el tenis o el ciclismo. El gruñido, entendido como una forma sonora de exhalar con fuerza, puede facilitar una mejor coordinación entre músculos y respiración. También en deportes donde se necesita concentrar mucha fuerza en un solo momento, como el lanzamiento de una bola de béisbol.

En un estudio realizado con jugadores de tenis, los investigadores descubrieron que los tenistas que emitían sonidos fuertes al golpear la pelota lograban una mayor velocidad y potencia en sus golpes. No se trataba solo de un efecto psicológico, sino de un fenómeno medible. Esta técnica permite contraer el abdomen, estabilizar el tronco y dirigir la fuerza de forma más eficiente. Un mecanismo similar se observa en lanzadores de peso, disco y jabalina, donde cada lanzamiento va acompañado de un grito casi instintivo. Del mismo modo, hay estudios que avalan estas virtudes en luchadores y artistas marciales.

Lo mismo sucede en disciplinas como el levantamiento de pesas, donde contener el aire y soltarlo bruscamente permite activar el core y proteger la zona lumbar. Gruñir, en este contexto, es más una estrategia de respiración que un espectáculo. Aunque pueda resultar llamativo, está íntimamente ligado a cómo el cuerpo gestiona el esfuerzo extremo. Por eso no es raro ver a atletas de élite integrando estos sonidos en su rutina con total naturalidad.

¿Hace falta gritar?

Ahora bien, que gruñir tenga beneficios no significa que sea imprescindible. El elemento clave no es el volumen del sonido, sino el control de la respiración. Saber cuándo inhalar, cómo contener el aire y en qué momento soltarlo con fuerza es lo que marca la diferencia. Se puede conseguir el mismo efecto con una exhalación firme pero silenciosa, sin necesidad de parecer que se está en mitad de un combate. Eso, sin embargo, no debes traducirlo en gruñir en el gimnasio como un poseso.

El problema surge cuando se confunde técnica con teatralidad. Algunos deportistas, especialmente en espacios compartidos como los gimnasios, pueden excederse en la intensidad de sus gruñidos. Esto no solo genera distracción, sino que también puede ser percibido como una forma de marcar territorio. Y, aunque no sea esa la intención, el resultado puede incomodar a quienes comparten el espacio.

Dominar la respiración es un recurso valioso para cualquier tipo de actividad física, desde el yoga hasta el ciclismo de montaña. La clave está en hacerlo con consciencia, y no necesariamente con ruido. Si gruñir te ayuda a coordinar mejor el esfuerzo y a mantener el ritmo, adelante. Pero si lo haces por costumbre o por imitación, quizá convenga revisar tu técnica. El rendimiento mejora cuando el cuerpo y la respiración trabajan al unísono, no cuando el volumen sube sin control.

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