Tres ejercicios de yoga para practicar los días que hace más calor y no quieres moverte
Por qué la constancia diaria en la práctica transforma cuerpo y mente, incluso en los días más pesados

Yoga | Canva
Cuando el calor aprieta y el cuerpo se siente más lento que de costumbre, la tentación de abandonar cualquier rutina física está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, los días de altas temperaturas no tienen por qué ser sinónimo de inmovilidad. Según la profesora de yoga Sara García para un artículo de HOLA, hay formas suaves y conscientes de seguir practicando, incluso en los momentos en los que parece más difícil. Y no se trata solo de mantener una disciplina, sino de enviarle a nuestro cuerpo un mensaje claro: «Estoy aquí para ti, incluso cuando es complicado».
García subraya un concepto esencial que muchas veces se pierde en el discurso sobre bienestar: la constancia. «Uno de los mayores beneficios que nos aporta el yoga es que ayuda a disminuir el cortisol, la hormona del estrés. Por lo que a mayor práctica regular, menor estrés en el largo plazo. Lo mismo ocurre con ganar fuerza y flexibilidad», explica. A diferencia de otras disciplinas donde el rendimiento o la perfección marcan el camino, en el yoga es más importante la presencia. Incluso cinco minutos de respiración consciente pueden marcar una diferencia significativa.
El cuerpo no necesita perfección, solo atención
Y es que el cuerpo, como dice la experta, no distingue entre una práctica perfecta y una práctica suficiente, pero sí reconoce la diferencia entre moverse y quedarse estático, entre respirar de forma automática o hacerlo de manera consciente. Esa simple intención de cuidarse, aún en su mínima expresión, activa una respuesta fisiológica poderosa: la regulación del estrés. «Tu organismo registra ese momento de pausa y responde reduciendo los niveles de cortisol» añade.
Yoga suave para días difíciles
En los días en que la motivación escasea y el calor lo impregna todo, García sugiere no abandonar la práctica sino adaptarla. De hecho, considera que esos momentos difíciles pueden ser más auténticos. «Cuando practicas yoga sintiéndote genial, es fácil. Pero cuando lo haces sintiéndote pesado, triste o sin energía, es cuando realmente estás practicando la esencia del yoga: la unión entre lo que eres y lo que necesitas en ese momento exacto», afirma. No se trata de forzar, sino de escuchar. Y en ese camino de honestidad corporal, la experta propone tres asanas accesibles y efectivas para esos días en los que cuesta hasta levantarse del suelo.
1. Uttanasana: rendirse a la gravedad
Una postura simple y profundamente restauradora. Con los pies separados al ancho de las caderas, se permite que el torso caiga hacia adelante desde las caderas. No es importante si las manos tocan o no el suelo. Lo relevante es la entrega consciente a la gravedad. «Es perfecta para esos días en que tu mente está acelerada: la inversión suave ayuda a que la sangre fluya hacia el cerebro, calmando el sistema nervioso», explica García.

2. Urdhva Mukha Svanasana: despertar sin forzar
Una flexión hacia atrás que despierta la energía sin exigir demasiado. Se realiza tumbado boca abajo, con las manos apoyadas junto a las costillas. Al presionar hacia el suelo y levantar el pecho, se activa la musculatura profunda. «Si sientes que es demasiado intensa, puedes mantener los muslos en el suelo o incluso hacerla apoyando los antebrazos. Tu cuerpo sabe qué variación necesitas», aclara la instructora.

3. Adho Mukha Svanasana: conexión desde la honestidad
Probablemente una de las posturas más reconocidas del yoga y, para García, también una de las más honestas. Desde una posición de cuadrupedia, se elevan las caderas para formar una V invertida. Los talones pueden o no tocar el suelo, las piernas pueden doblarse. Lo importante es el estiramiento global, la activación suave y la reconexión con la respiración. «Cuando no tienes energía, el perro boca abajo te ofrece una experiencia completa: estiramiento profundo, fortalecimiento integral, inversión suave y un momento para reconectar contigo» señala. Para quienes sientan algo más de vitalidad, también sugiere pequeñas variaciones, como levantar una pierna de forma alternada, adaptando la práctica al estado del día.

Autocuidado en días de calor: menos puede ser más
Practicar yoga cuando hace calor y las fuerzas flaquean no solo es posible, sino recomendable. No por cumplir una rutina, sino por reforzar ese vínculo íntimo entre cuerpo y mente. Como bien señala García, «cada vez que mantienes una práctica constante, aunque sea mínima, estás cultivando un terreno fértil para tu bienestar a largo plazo». Y en ese gesto sencillo y compasivo, la práctica deja de ser una obligación para convertirse en un refugio.