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El sesgo que te hace creer que todos te miran en el gimnasio (y cómo superarlo)

La ansiedad de gimnasio afecta a millones de personas y tiene más que ver con la percepción que con la forma física

El sesgo que te hace creer que todos te miran en el gimnasio (y cómo superarlo)

Un hombre en el gimnasio

Muchas personas se sienten intimidadas u observadas en el gimnasio. Algo que es bastante normal. «Sentirse intimidado o fuera de lugar en un gimnasio es una experiencia mucho más común de lo que parece. De hecho, una encuesta realizada por The Gym Group reveló que uno de cada tres británicos (33%) siente ‘ansiedad de gimnasio’, es decir, miedo o incomodidad al entrenar en público. Más del 25% confesó que no saber por dónde empezar era el principal obstáculo, mientras que el 29% señaló que la inseguridad ante el uso de las máquinas les generaba malestar. Otro estudio apuntó que casi el 50% teme ser observado o juzgado por otros usuarios», detalla el entrenador personal y nutricionista Andres Tracey.

Y es ahí donde suele estar el problema: no es tanto el desconocimiento, sino la sensación de estar siendo evaluado. La mayoría de nosotros, cuando entramos a una sala de pesas o a una clase llena de gente experimentada, sentimos que todos los ojos se clavan en nosotros. Pero la verdad es mucho más amable.

El mito de «todos me miran» en el gimnasio

Podríamos decir que las personas del gimnasio se dividen en tres grandes grupos. El primero —y el más numeroso— lo forman los que están demasiado concentrados en su propio entrenamiento como para fijarse en los demás. Están escuchando música, mirando su plan de ejercicios o simplemente pensando en terminar esa última serie. Si te miran, es probable que sea pura coincidencia o simple curiosidad.

El segundo grupo, mucho más pequeño, es el que suele causar miedo: los hipercríticos, los prejuiciosos, los que se creen dueños del gimnasio. «Sí, existen, sobre todo en la era de las redes sociales, donde algunos graban vídeos burlones de otros usuarios. Pero son una minoría ruidosa y poco representativa», añade Tracey en Men’s Health. Lo más probable es que nunca te cruces con alguien así, y si lo haces, recuerda que el problema no eres tú, sino ellos.

Y, finalmente, está el tercer grupo: las personas que de verdad quieren ayudarte. Los entrenadores, los compañeros solidarios, o incluso los desconocidos que se acercan con una sonrisa para darte un consejo técnico. Este grupo es más común de lo que imaginas y puede ser la clave para transformar tu miedo en motivación.

Lo que sientes tiene explicación científica

Esa sensación de que «todos te miran» no es paranoia: tiene base psicológica. Se llama sesgo de expectativa, un fenómeno estudiado desde los años 80. En un famoso experimento, unos investigadores pintaron falsas cicatrices en el rostro de los participantes antes de pedirles que hablaran con desconocidos. Más tarde, los voluntarios aseguraron que se habían sentido observados y tratados con condescendencia.

Pero había un truco: los científicos habían retirado el maquillaje antes de enviarlos. No había cicatrices. El experimento demostró que nuestras expectativas pueden distorsionar la percepción de los demás, haciéndonos creer que nos juzgan cuando, en realidad, no lo hacen. «Así que la próxima vez que pienses que todo el gimnasio te observa, recuerda las palabras de Dale Carnegie: ‘No te preocuparías tanto por lo que los demás piensan de ti si supieras lo poco que lo hacen’», añade Tracey.

Consejos prácticos para vencer la intimidación

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  1. Empieza acompañado. Entrenar con un amigo reduce la ansiedad social y te da confianza para familiarizarte con el entorno.
  2. Pide ayuda al personal del gimnasio. Los instructores están ahí precisamente para guiarte. Nadie nace sabiendo usar una máquina de remo o ajustar un banco de pesas.
  3. Evita las horas punta. Si te sientes más cómodo en ambientes tranquilos, prueba a entrenar temprano o a media mañana, cuando hay menos gente.
  4. Prepárate antes de ir. Existen canales de YouTube y apps que enseñan movimientos básicos. Llegar con algo de conocimiento te hará sentir más seguro.
  5. Redefine tu éxito. No midas tu progreso por los demás. Cada persona en el gimnasio tiene un punto de partida distinto.

¿Y si si el gimnasio no es el lugar ideal para ti?

Si, aun así, el ambiente no te convence, no pasa nada. La salud y la forma física no dependen de una membresía. Puedes construir fuerza y bienestar desde casa o al aire libre. Unas simples mancuernas, ejercicios con el peso corporal (flexiones, sentadillas, dominadas, planchas) y algo de cardio regular pueden ser más que suficientes para mantenerte en forma.

En el fondo, vencer el miedo al gimnasio no se trata solo de dominar una máquina o aprender una rutina, «sino de reconquistar la confianza en ti mismo. Y esa confianza se construye paso a paso, con cada entrenamiento, con cada vez que superas la tentación de no ir. La próxima vez que entres en el gimnasio, recuerda esto: la mayoría de las personas están tan concentradas en sus propias metas que apenas reparan en los demás. Y si alguna te mira, puede que no sea para juzgarte, sino porque te admira por atreverte a empezar».

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