Qué es la malabsorción y cuándo debe preocuparte cómo trabajan tus intestinos
Determinadas patologías o intolerancias pueden estar detrás de esta realidad poco frecuente pero preocupante
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Una mujer sin ganas de comer. | Freepik
El sistema digestivo es una maquinaria compleja que trabaja a diario para extraer los nutrientes necesarios de los alimentos que ingerimos. Este proceso comienza en la boca, donde la masticación y la saliva inician la descomposición de los alimentos. De ahí, como se puede recordar por las clases de Biología, el bolo alimenticio pasa al estómago, donde los jugos gástricos descomponen proteínas y otras moléculas. Finalmente, el intestino delgado se encarga de absorber los nutrientes esenciales y transferirlos al torrente sanguíneo, mientras que el intestino grueso elimina los desechos.
Este recorrido tiene fases bien diferenciadas: digestión mecánica, digestión química y absorción. En la última, los intestinos desempeñan un papel crucial. El intestino delgado absorbe grasas, carbohidratos, proteínas, vitaminas y minerales, mientras que el grueso se encarga de absorber agua y algunas sales minerales. Si alguna de estas etapas no funciona correctamente, puede surgir un problema como la malabsorción, al que merece la pena poner cara.
¿Qué se entiende por malabsorción?
La malabsorción es un trastorno digestivo que se produce cuando el intestino delgado no logra absorber los nutrientes de forma correcta. A menudo, se debe a una alteración en las enzimas digestivas, el revestimiento intestinal o el sistema de transporte que lleva los nutrientes a la sangre. Sin embargo, no debe confundirse con una mala digestión, que es la incapacidad de descomponer bien los alimentos. Aunque ambas afectan el sistema digestivo, sus causas y efectos son distintos.
Identificar la malabsorción no siempre es sencillo, pero existen signos claros, como explican desde MSD Manuals. Entre los síntomas más comunes están la pérdida de peso involuntaria, diarreas persistentes, fatiga crónica y deficiencias de vitaminas y minerales. También puede presentarse hinchazón abdominal, gases excesivos o cambios en la textura y el olor de las heces. Es fundamental diferenciar estos síntomas de los de una intolerancia alimentaria o una indigestión puntual. Si bien todo el mundo lo puede sufrir, es más habitual que se presente en personas mayores.
Este problema puede ser un síntoma secundario de otras enfermedades. Algunas patologías de las que hemos hablado en THE OBJECTIVE como la enfermedad celíaca, el síndrome del intestino corto o la pancreatitis crónica pueden desencadenar malabsorción. Otro tipo de patologías incluyen la cirrosis, los problemas en la producción o excreción de bilis, así como la enfermedad de Crohn o la enfermedad de Whipple. Dentro de las intolerancias, la intolerancia a la lactosa también puede generar malabsorción.
También existen casos asociados a infecciones intestinales o tratamientos farmacológicos prolongados. Entre los nutrientes más afectados están las grasas, las proteínas, el hierro, el calcio y las vitaminas liposolubles (A, D, E y K). La falta de estos componentes puede causar desde anemia, como indican varios estudios, hasta problemas óseos como la osteoporosis y neurológicos.
Cómo se identifica y cómo se trata
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El diagnóstico de la malabsorción requiere pruebas médicas específicas, ya que sus síntomas pueden confundirse con otras afecciones digestivas. Inicialmente, el médico realiza una evaluación clínica detallada, teniendo en cuenta los antecedentes del paciente, su dieta y la evolución de los síntomas. A partir de ahí, se solicitan pruebas como análisis de sangre, que detectan deficiencias nutricionales, o análisis de heces, que permiten medir el contenido de grasa o proteínas no digeridas.
En algunos casos, se recurre a estudios más específicos como endoscopias con biopsias del intestino delgado o pruebas de aliento para detectar intolerancias alimentarias. También pueden utilizarse estudios de imágenes como resonancias magnéticas para identificar anomalías estructurales o funcionales en el aparato digestivo. Sin embargo, lo más relevante al hablar de malabsorción es encontrar la causa subyacente que la genera.
El tratamiento de la malabsorción depende de su origen. Si está causada por una enfermedad como la celiaquía, el cambio a una dieta libre de gluten suele ser suficiente para controlar los síntomas. En casos de insuficiencia pancreática, se pueden administrar enzimas digestivas para ayudar al organismo a descomponer los alimentos. Además, se suelen prescribir suplementos vitamínicos y minerales para combatir las carencias nutricionales, aunque siempre bajo supervisión médica.