Mitos sobre la alimentación en verano: falsas creencias alimentarias que no alivian el calor
El calor extremo no se combate con desinformación: descubre qué funciona y qué no

Mitos sobre la alimentación en verano. | Freepik
Con la llegada de las olas de calor, no solo suben las temperaturas y cuesta más dormir bien por las noches, sino que también empiezan a circular todo tipo de consejos sobre qué comer o beber para sobrellevar mejor las altas temperaturas. En redes sociales, grupos de chat y foros es común ver recomendaciones que, aunque suelen tener buena intención, muchas veces no están respaldadas por la ciencia. Esto puede llevar a adoptar hábitos que no solo no ayudan, sino que incluso pueden empeorar el malestar e impactar negativamente en la salud.
Uno de los problemas de estos mitos populares es que suelen simplificar demasiado lo que realmente necesita nuestro cuerpo cuando hace mucho calor. Por ejemplo, mantenerse hidratado no significa solo tomar mucha agua, sino también reponer los electrolitos que perdemos al sudar. Además, eliminar por completo ciertos tipos de alimentos, como las proteínas o las grasas saludables, puede afectar funciones esenciales del organismo, como mantener la energía o incluso el buen ánimo. El calor también puede hacer que se nos quite el hambre, y eso a veces nos lleva a recurrir a comidas rápidas y poco nutritivas que no cubren lo que nuestro cuerpo necesita.
Por eso, es importante seguir una alimentación equilibrada, variada y adaptada a las condiciones del verano, basada en lo que dice la ciencia y no en mitos sin fundamento. «En verano, muchas personas modifican su alimentación (…), guiadas por mitos como que ‘comer solo fruta es suficiente’ o que ‘las proteínas deben eliminarse por completo’. Estas decisiones pueden afectar tanto al rendimiento físico como mental», comenta Florencia Braga, dietista, nutricionista y gerente de asuntos científicos para EMEA en Herbalife.
Mitos que no ayudan a aguantar el calor (aunque lo parezcan)
El calor intenso no solo pone a prueba al cuerpo, sino también a la información que recibimos. En medio de la necesidad de cuidarnos más, muchas ideas equivocadas sobre alimentación se presentan como verdades absolutas. Identificar cuáles son y por qué no funcionan es clave para tomar decisiones más conscientes y efectivas durante los días de mayor temperatura. La mencionada nutricionista ofrece consejos valiosos como estos:
«Beber mucha agua evita el golpe de calor»
La hidratación es clave, pero no se trata de ingerir litros y litros de agua de golpe. «Hacerlo en condiciones extremas puede provocar una dilución de los niveles de sodio en sangre (hiponatremia), con efectos negativos como confusión, fatiga o náuseas. Lo adecuado es beber cantidades moderadas a lo largo del día, y complementar con bebidas que contengan electrolitos si se ha sudado mucho o se ha hecho ejercicio», afirma Braga.

«El café y el té están prohibidos con calor»
Aunque estas bebidas contienen cafeína, «su consumo moderado no deshidrata. De hecho, un café frío o un té helado pueden contribuir a la ingesta diaria de líquidos. Lo importante es evitar añadirles azúcar o nata en exceso, que pueden provocar un efecto contrario al buscado«.
«Comer fruta es suficiente para mantenerse hidratado»
Las frutas como la sandía, el melón o las fresas tienen un alto contenido en agua y son buenas aliadas en verano. Sin embargo, no sustituyen el consumo directo de líquidos. «Como regla general, aproximadamente entre el 20 y el 30 % de la ingesta total de agua proviene de los alimentos, mientras que entre el 70 y el 80% se obtiene a través de las bebidas. Además, una dieta basada solo en fruta puede provocar desequilibrios y carencias nutricionales».
«Las comidas calientes elevan la temperatura corporal»
Aunque pueda parecer contradictorio, tomar comidas calientes puede favorecer la termorregulación natural del cuerpo. «Al elevar ligeramente la temperatura interna, se estimula la sudoración, lo que ayuda a disipar el calor y refrescar el cuerpo de forma natural. Por eso, en muchas culturas cálidas se consumen caldos y sopas incluso en verano. Eso sí, es mejor evitar comidas muy pesadas o condimentadas que puedan retardar o generar molestias en la digestión».
«En verano hay que eliminar las grasas»
Eliminar por completo las grasas de la dieta no es recomendable en ninguna estación del año. Las grasas saludables (como las presentes en frutos secos, aguacates, pescados grasos o aceite de oliva virgen extra) son esenciales para, entre otras cosas, «el buen funcionamiento del sistema nervioso y la absorción de vitaminas liposolubles. Lo ideal es reducir las grasas saturadas y los fritos, pero mantener las fuentes saludables».

«Cuanto menos coma, mejor»
Con el calor, muchas personas pierden el apetito y tienden a saltarse comidas. Sin embargo, el cuerpo sigue necesitando energía, especialmente para adaptarse a las altas temperaturas. La experta recomienda que en lugar de comer menos, «se recomienda hacer comidas más ligeras y frecuentes, con preparaciones frescas, pero completas, que no sobrecarguen la digestión».
«Los alimentos fríos siempre son mejores en verano»
«No todo lo frío es necesariamente más saludable o efectivo contra el calor. Por ejemplo, consumir helados industriales o bebidas muy frías con azúcar puede ofrecer un alivio momentáneo, pero luego producir un efecto rebote de calor interno. Además, algunos alimentos muy fríos pueden ralentizar la digestión si se consumen en exceso», sentencia Braga.
«No se trata de adoptar una dieta estacional, ni una respuesta puntual a una ola de calor, sino mantener unos hábitos saludables para vivir mejor. Por eso, es importante informarse con fuentes fiables y escuchar al cuerpo sin caer en extremos. Solo así podemos transformar el mito en aprendizaje y el hábito en bienestar sostenible», concluye Florencia Braga.