María Morales, MasterChef: «Olvídate de productos light, las recetas de siempre cuidan tu salud»
En una época en la que la fugacidad marca tendencia, volver a los sabores originales se convierte en un refugio emocional

María Morales | Cedida
En un momento en el que proliferan las versiones modernas, las reinterpretaciones light y los atajos culinarios, cada vez más voces dentro del panorama gastronómico reivindican el valor de la cocina tradicional. Con motivo de un evento organizado por La Casera, THE OBJECTIVE tuvo la oportunidad de conversar en primera persona con María Morales, finalista de la novena edición de MasterChef. La cocinera defiende con firmeza que apostar por las recetas de toda la vida no es un gesto de nostalgia, sino una forma de respetar un conocimiento concentrado durante siglos.
Según Morales, cada receta clásica encierra un aprendizaje colectivo. Las técnicas, los tiempos de cocción, los cortes o las fermentaciones han domesticado la materia prima y la han transformado en lo que hoy reconocemos como patrimonio culinario. Por eso, recuperar lo tradicional no solo es respetar la memoria colectiva, la identidad de un territorio y la autenticidad del sabor, sino que además suele ser más saludable, al aprovechar ingredientes frescos, de temporada y preparados de manera natural.
La importancia de respetar la tradición culinaria
En la cultura gastronómica, la innovación siempre ha sido bienvenida, pero nunca a costa de perder las raíces. Morales explica que un sofrito, una reducción o una curación no son gestos aleatorios, sino técnicas depuradas con lógica y fundamento. Saltárselas por moda puede resultar atractivo en el corto plazo, pero implica perder una parte esencial de la excelencia culinaria. Además, la tradición no es inmóvil, sino que se adapta sin romper con lo aprendido. En ese equilibrio reside su riqueza. La cocina de toda la vida nos recuerda que la paciencia es clave: cocinar a fuego lento, dejar reposar, macerar o fermentar no solo cambia la textura y el aroma, también preserva nutrientes y convierte cada bocado en un viaje al origen de la receta.
Volver a los ingredientes clásicos transforma la experiencia gastronómica de principio a fin. Morales destaca ejemplos concretos: un tomate maduro de verano o un queso curado son insustituibles porque aportan matices profundos que no se pueden replicar con versiones modernas. Ese sabor honesto conecta con la memoria del comensal, que no solo come, también revive historias y emociones. Mientras que las reinvenciones pueden sorprender, la sencillez bien trabajada emociona y deja huella. En un mundo acelerado, sentarse a la mesa con un guiso tradicional o con una receta heredada de abuelos es también un acto de resistencia cultural.

La salud que esconden las recetas originales
El imaginario popular ha asociado muchas veces la cocina tradicional con platos pesados, pero nada más lejos de la realidad. Gran parte de estas recetas se basan en productos locales y de temporada, lo que garantiza frescura y nutrientes. Morales recuerda que un sofrito, por ejemplo, no es más que un concentrado de verduras que aporta fibra, vitaminas y un fondo de sabor natural. Las grasas tradicionales, lejos de ser enemigas, funcionan como vehículo de sabor y ayudan a la absorción de vitaminas liposolubles. Y lo más importante: cocinar con calma permite conservar mejor los nutrientes, al tiempo que genera platos saciantes y equilibrados sin necesidad de artificios modernos.
Volver a lo de siempre no es solo un gesto individual, también es una apuesta colectiva. Consumir productos de proximidad y recetas que nacen del territorio implica apoyar a productores locales, reducir la huella ecológica y fomentar una economía más sostenible. Morales subraya que en cada elección de ingredientes hay un mensaje: «apostar por lo cercano es apostar por la salud, pero también por el futuro de nuestras comunidades».