Qué tiene que ver el café con vivir más años y cómo la cafeína actúa sobre el envejecimiento
Un reciente estudio ha comprobado cómo la cafeína ayudaría a mejorar la homeostasis celular

Un hombre mayor tomando café. | ©Freepik.
Te despiertas, te sirves una taza de café caliente y la saboreas como un gesto casi automático. Es parte de tu rutina, una especie de ancla que marca el inicio del día. Pero lo que quizás no sabes es que ese gesto tan sencillo podría estar jugando un papel importante en tu salud a largo plazo y es que puede que café y envejecimiento no hayan dicho aún su última palabra.
Sin embargo, según un nuevo estudio, la cafeína —el principal estimulante presente en el café— podría tener efectos protectores frente al envejecimiento celular. Lejos de tratarse solo de un chute de energía, el café empieza a revelarse como una herramienta poderosa y cotidiana para mantener la salud de nuestras células. Y lo mejor es que no se trata de una promesa basada en modas pasajeras, sino en evidencia científica que sigue acumulándose.
En el ejemplo del estudio se ha observado que la cafeína puede intervenir en mecanismos celulares relacionados con el envejecimiento, contribuyendo a mantener la homeostasis celular. Esto significa que ayuda a que nuestras células funcionen con equilibrio, incluso a medida que envejecemos.
Pero, además, este efecto no es el único argumento a favor del café: sus beneficios alcanzan distintos niveles del bienestar humano. Desde el sistema digestivo hasta el cerebro, pasando por la prevención de enfermedades crónicas, la ciencia sigue encontrando razones para defender que el café, con moderación, puede ser mucho más que un placer diario.
Café contra el envejecimiento
El estudio que ha arrojado luz sobre este vínculo entre café y envejecimiento ha sido liderado por varios investigadores británicos. Publicado recientemente en la revista científica Microbial Cell, el trabajo no se ha limitado a análisis poblacionales, sino que ha centrado su atención en organismos modelo como la levadura, que comparte procesos celulares fundamentales con los humanos. El objetivo era entender cómo la cafeína afecta a la homeostasis celular, es decir, el equilibrio interno que permite que las células funcionen correctamente y sobrevivan al paso del tiempo.
A través de un enfoque de laboratorio, los investigadores observaron que la cafeína ayudaba a mantener la integridad de ciertas proteínas clave relacionadas con la actividad mitocondrial, un proceso esencial en el envejecimiento. Las mitocondrias, consideradas las centrales energéticas de la célula, pierden eficiencia con la edad, lo que conduce a una acumulación de daño celular. La cafeína parece actuar como una especie de regulador suave, manteniendo el equilibrio energético celular durante más tiempo. Así, los modelos tratados con cafeína mostraron una ralentización en el deterioro celular, lo que, trasladado a humanos, podría significar un envejecimiento más saludable.

Aunque los resultados provienen de modelos no humanos, los mecanismos descritos son comunes en muchas formas de vida. Lo relevante del estudio es que no se limita a señalar una simple correlación, sino que identifica procesos biológicos concretos que se ven influenciados por la cafeína. El siguiente paso será comprobar en humanos si esos mismos efectos se replican de forma similar, algo que otros estudios epidemiológicos ya empiezan a sugerir. De confirmarse, el café podría dejar de considerarse un mero estimulante y pasar a ocupar un lugar más importante en las estrategias preventivas del envejecimiento.
El café, un aliado cargado de beneficios
Más allá del envejecimiento celular, los beneficios del café están bien documentados en diversos frentes de la salud. A nivel digestivo, por ejemplo, se ha observado que el café puede estimular la motilidad intestinal y favorecer la secreción de jugos gástricos. De esta manera, ayudaría así en procesos como la digestión y la prevención del estreñimiento. También se han vinculado sus compuestos antioxidantes, como los polifenoles, con una menor incidencia de ciertas enfermedades inflamatorias del aparato digestivo. Lejos de dañar el estómago —como se creía durante décadas—, el café podría incluso ejercer un efecto protector si se consume de forma equilibrada.
En el terreno cognitivo, sus efectos están aún más claros. La cafeína actúa bloqueando la adenosina, un neurotransmisor que promueve el sueño y la relajación, lo que favorece la concentración, el estado de alerta y el rendimiento mental. Diversos estudios han mostrado que un consumo moderado de café se asocia con un menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Además, en adultos mayores, el café podría ayudar a preservar funciones cognitivas durante más tiempo, retrasando el deterioro asociado a la edad.
Por si fuera poco, también se ha detectado una relación entre el consumo habitual de café y una menor incidencia de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2. Algunos estudios apuntan incluso a que los bebedores de café presentan menores tasas de mortalidad por causas cardiovasculares. Estas ventajas no provienen solo de la cafeína, sino del conjunto de compuestos presentes en el café, que incluyen antioxidantes y ácidos fenólicos. El café, en suma, es una bebida compleja con efectos beneficiosos que abarcan más que el simple estímulo matinal.
La letra pequeña de la cafeína

A pesar de sus ventajas, no todo el mundo puede o debe consumir cafeína sin precauciones. Las autoridades sanitarias como la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) recomiendan no superar los 400 miligramos diarios de cafeína en adultos sanos, lo que equivale aproximadamente a cuatro o cinco tazas de café filtrado. Superar esta cantidad puede provocar efectos secundarios como ansiedad, insomnio, nerviosismo, taquicardias e incluso arritmias en personas sensibles. Por eso, aunque sea un aliado interesante, el café debe tomarse con moderación y prestando atención a la respuesta de cada organismo. Algo de lo que ya hemos hablado en THE OBJECTIVE.
Además, la cafeína no es apta para todos los públicos. Hay personas con una sensibilidad especial que experimentan síntomas molestos incluso con pequeñas dosis. También hay que tener especial cuidado con los menores de edad. Especialmente por el auge de las bebidas energéticas que, en muchos casos, concentran grandes cantidades de cafeína junto a otras sustancias estimulantes. El consumo en adolescentes puede alterar patrones de sueño, aumentar los niveles de ansiedad e incluso interferir en su desarrollo neurológico. Por eso, aunque sea natural, la cafeína no es inocua y debe consumirse con sentido común.