¿Yogur de kéfir o tradicional? Esto es lo que dicen los estudios científicos al respecto
El yogur de kéfir se ha convertido en el nuevo protagonista del bienestar digestivo. Vemos qué dice la ciencia

¿Cuál es mejor?
Durante años, el yogur fue el rey de los lácteos saludables. Pero en los últimos años, un competidor ancestral ha regresado con fuerza: el kéfir, una bebida fermentada con siglos de historia que hoy se presenta en forma de yogur de kéfir, cremoso, ácido y cargado de vida microbiana. Detrás de su sabor y textura hay algo más que moda. Vemos si la ciencia lo está respaldando.
Qué es realmente un yogur de kéfir
A diferencia del yogur tradicional, que se fermenta solo con dos bacterias específicas (Lactobacillus delbrueckii y Streptococcus thermophilus), el kéfir se produce a partir de gránulos vivos que contienen una comunidad compleja de bacterias lácticas y levaduras. Este ecosistema fermenta la leche y genera un producto más ácido, espeso y rico en microorganismos beneficiosos.
Según una revisión publicada en Nutrition Research Reviews, el kéfir puede contener más de 30 especies diferentes de bacterias y levaduras, frente a las dos del yogur común. Esta diversidad microbiana explica parte de sus propiedades digestivas y probióticas.

Qué dice la ciencia
¿Y qué dice la ciencia sobre el kéfir y sus derivados? Los estudios en los últimos años han ido acumulando evidencia sobre los beneficios metabólicos y digestivos del kéfir y sus productos derivados, como los yogures de kéfir. Por ejemplo, según la Mayo Clinic el consumo diario de kéfir en pacientes hospitalizados mejora el bienestar intestinal y modula ciertos grupos bacterianos, aunque sin alterar de forma drástica la diversidad general de la microbiota. Otro estudio publicado en Scientific Reports mostró que el consumo de kéfir durante seis semanas aumenta la abundancia de Actinobacteria, un grupo asociado con una microbiota intestinal más equilibrada.
Además, en estudios con animales, los compuestos bioactivos del kéfir han demostrado mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir el colesterol LDL. Una investigación publicada en Foods (MDPI) observó descensos significativos en glucosa, triglicéridos y colesterol total tras suplementar con kéfir fermentado durante ocho semanas. Asimismo, otro trabajo en la misma revista señaló que el kéfir disminuye citocinas proinflamatorias como la TNF-α y la IL-6, asociadas a inflamación sistémica.
A todo ello se suma que, como buen derivado lácteo, el yogur de kéfir aporta calcio, magnesio y vitaminas del grupo B, pero su fermentación mejora la biodisponibilidad de estos nutrientes, lo que puede favorecer la salud ósea.
Lo que aún no está claro
Pero, ojo, no todo son certezas. Una revisión de la Universidad de Oxford advierte de que, aunque los resultados son prometedores, la mayoría de estudios sobre el kéfir se han hecho en animales o con muestras pequeñas, y faltan ensayos clínicos grandes en humanos Por tanto, los yogures de kéfir pueden ser un excelente complemento para la salud intestinal y metabólica, pero no son un ‘superalimento milagroso’.

Yogur de kéfir frente a yogur tradicional
Entonces, ¿merece la pena elegir kéfir ante el yogur natural de toda la vida? Un análisis comparativo de VeryWell Health señala que el yogur de kéfir ofrece una mayor diversidad de microorganismos, incluyendo levaduras beneficiosas, y suele tener una textura más fluida y un sabor más ácido. Además, al tener menos lactosa residual, puede ser mejor tolerado por personas con digestiones sensibles. Sin embargo, conviene revisar las etiquetas, ya que muchos yogures de kéfir comerciales incorporan azúcares añadidos o edulcorantes que pueden reducir sus beneficios nutricionales.
Lo que queda claro es que el yogur de kéfir es mucho más que una tendencia saludable, ya que es un producto con raíces tradicionales y respaldo científico. Su perfil probiótico, su aporte nutricional y su versatilidad culinaria lo convierten en un aliado perfecto para la salud digestiva y metabólica. Aunque, como hemos señalado, aún se necesitan más estudios en humanos para confirmar su potencial completo, los datos actuales lo avalan.
