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Cariño, apaga la luz

Cariño, apaga la luz

Por dura que fuera la vida antes, al menos había siempre el consuelo de la belleza. Ahora los hombres caminan con la cabeza baja, porque saben que arriba no hay nada que ver. Por robar, nos han robado hasta el cielo estrellado.

¿Por qué los fotógrafos se enamoran del otoño?

Desnudos. Con su manto de hojas cubren el suelo de parques, la tierra del monte, las laderas de las montañas. El equinocio instala su filtro de ocres en nuestra retina. También en los objetivos de las cámaras más reputadas. Los fotógfos petrifican los paisajes de la mal llamada naturaleza muerta que seducen las retinas de quienes no reparan en lo cotidiano: ha llegado el otoño.

Cosificando

Estoy hasta los ovarios de ver imágenes como ésta en eventos deportivos, ferias comerciales y demás. Me desagrada esta foto porque ellas son dos cosas sin alma y ellos una panda de tontos ilusionados por aparecer en una foto con dos rubias pechugonas.

Venezuela, belleza y bondad

Venezuela, belleza y bondad

Una nación que ofrece al mundo tal cantidad de belleza tiene que ser, necesariamente un país bueno. Si no, no se rebelaría contra el gobierno tiránico y dictatorial que padece desde hace años. La belleza también va unida a la verdad y a la justicia.

Los ojos más atractivos del mundo

Los ojos más atractivos del mundo

Son los ojos más bonitos. Los azules. Los de Nicole Kidman y Frank Sinatra. Lo confirma una gran encuesta realizada entre los británicos. Los ojos marrones, avellana, o verdes son cada vez menos frecuentes en países como Inglaterra. Los científicos barajan diferentes hipótesis. La más simple: que los azules son más atractivos.

A nosotras no nos gustan los gorditos

Más vale un buen cerebro como compañero de viaje que una tabla de abdominales bien definida. Pero eso no quiere decir que nos gusten más los gorditos. Si no soñamos con pasar una velada romántica con John Goodman por algo es.

Obsolescencia infundada

Obsolescencia infundada

Se ha conseguido que seamos nosotros mismos quienes dejemos de utilizar lo que acabamos de comprar. Pasados de moda. Y que, por supuesto, nos tengamos que mover hasta la tienda una vez más a renovar el vestuario. Una genialidad.

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