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El monasterio que parece la Sagrada Familia y está entre viñedos en Cataluña

Este espacio combina creatividad y devoción, donde arquitectura y naturaleza se funden en perfecta armonía

El monasterio que parece la Sagrada Familia y está entre viñedos en Cataluña

Santuario de Montferri | Tripadvisor

En un rincón apacible del Alt Camp, entre extensos viñedos y colinas ondulantes, se erige un templo que parece desafiar el tiempo y la geografía. A primera vista, desde la distancia, su silueta recuerda a la icónica Sagrada Familia de Barcelona, con sus arcos sinuosos y formas que parecen fluir hacia el cielo, pero pocos conocen su historia y aún menos han tenido la oportunidad de admirarla de cerca. Este lugar es el Santuario de Montferri, una joya del modernismo catalán que combina la fe, la arquitectura y el paisaje rural en una obra casi poética.

El Santuario de Montferri es un testimonio de la inventiva de Josep Maria Jujol, discípulo de Gaudí, que imprimió en sus muros un lenguaje arquitectónico propio, alejado de la rigidez y lleno de armonía con la naturaleza circundante. Sus columnas alargadas, sus arcos inclinados y las formas elípticas que adornan la fachada parecen surgir del suelo como si fueran parte del mismo viñedo que lo rodea. El mosaico y los detalles de su exterior anticipan lo que el visitante encontrará dentro: un espacio donde la luz se filtra de manera casi mágica, jugando con la geometría de las paredes y creando un ambiente de recogimiento que envuelve los sentidos.

Los orígenes del santuario

La historia del santuario se remonta a 1925, cuando el jesuita Daniel Vives, oriundo de Montferri, decidió construir un templo que acercara a la población local la devoción a la Virgen de Montserrat, evitando así los largos viajes hasta el monasterio homónimo tras la vendimia. Para llevar a cabo esta visión recurrió a su primo, Jujol, quien aportó un diseño inspirado en las montañas de Montserrat y en la fluidez de la naturaleza, con una planta poligonal irregular y 24 segmentos que se combinan en una composición única. La construcción incluía una torre central de 27 metros coronada por una cruz, rodeada de cúpulas que le confieren un aire inconfundiblemente monumental.

Santuario de Montferri

El proyecto, sin embargo, se vio truncado apenas seis días después de su inicio por el estallido de la Guerra Civil. Los daños fueron considerables, dejando el edificio a la intemperie y convirtiéndolo en un esqueleto arquitectónico que permaneció abandonado durante décadas. La visión de Jujol quedó congelada en el tiempo, y el santuario pasó a formar parte de los secretos mejor guardados de Tarragona. No fue hasta 1984 cuando se iniciaron las obras de restauración, un trabajo minucioso que buscó respetar al máximo la idea original del arquitecto y culminó en 1999, cuando finalmente se abrió al público.

@vente.conmigo82 Para conocer los orígenes del santuario de Montferri hay que remontarse a finales del siglo XIX, cuando los vecinos de la población y de otras localidades cercanas, tras acabar los trabajos de la vendimia, peregrinaban al santuario barcelonés de Montserrat. Todos los años, cuando llegaba el mes de octubre, emprendían el camino hasta el monasterio de Santa María de Montserrat de Barcelona para dar gracias a la virgen, la apreciada “Moreneta”, por haberles proporcionado una buena cosecha. Esta costumbre seguía su curso, como suelen hacer las tradiciones, hasta que a Daniel Vives, un jesuita que había nacido en Montferri, se le ocurrió que ¿por qué no facilitar a los aldeanos un lugar más cercano (se desplazaban 75 kilómetros) para rendir ese agradecimiento? Uno de los montículos de la villa pertenecía a su familia, así que esa colina sería una buena ubicación para el santuario de la virgen. Además, casualmente este jesuita tenía un primo, Josep Maria Jujol, que era arquitecto, un gran devoto de la virgen, y que, por suerte, era discípulo de Gaudí. Debieron de pensar que con tantas facilidades ¡para qué esperar! La primera piedra se puso el 15 de noviembre de 1925, y las obras marcharon a buen ritmo con la colaboración desinteresada de todo el pueblo. El único problema es que, antes de que terminase, la obra se detuvo por falta de financiación y después llegó la Guerra Civil. Finalmente, se retomaron los trabajos en 1989 y el santuario de Montferri pudo ser inaugurado 10 años después. En total, se necesitaron 74 años para ver terminada esta genial obra arquitectónica.Montferri (Tarragona) #montferri #montserrat #sagradafamilia #tarragona #santuario ♬ Shadow of the Day – Linkin Park

Hoy, Montferri es un punto de peregrinación no solo por motivos religiosos, sino también por su valor artístico y paisajístico. Desde la colina donde se levanta el santuario, se contempla una extensión de viñedos que parecen fluir hacia el horizonte, mientras la estructura se recorta contra el cielo como un emblema de la fe y la creatividad humanas. Sus formas curvas y sus cúpulas no solo remiten a Gaudí, sino que poseen una personalidad propia, una interpretación modernista que dialoga con el paisaje y el aire de la región.

Un secreto bien guardado

Visitar el Santuario de Montferri es sumergirse en un espacio donde la arquitectura se mezcla con la naturaleza y la historia se siente en cada piedra. No es solo un lugar para admirar desde fuera; el interior ofrece una experiencia sensorial, donde la luz entra por aberturas estratégicas y transforma el espacio en un escenario casi celestial. Cada arco, cada columna, cada mosaico parece haber sido pensado para guiar la mirada hacia lo alto, hacia la contemplación, hacia un momento de pausa en medio del campo catalán.

Aunque muchos turistas desconocen su existencia, aquellos que descubren Montferri se llevan la impresión de haber hallado un secreto bien guardado. Comparado con la fama de la Sagrada Familia, este santuario ofrece un encuentro más íntimo, una experiencia que combina la espiritualidad con la admiración por el ingenio arquitectónico y el respeto por el entorno. Su historia de abandono y renacimiento, la herencia de Jujol y su diálogo con el paisaje convierten a Montferri en un ejemplo extraordinario de cómo el modernismo puede dialogar con la tradición, la fe y la naturaleza, dejando una marca indeleble en quienes lo visitan.

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