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Medios de comunicación

Miguel Platón: «Pedro Sánchez no es un demócrata, es un autócrata»

Amigo del rigor y de los datos, en su último libro desvela el número real de ejecutados en la posguerra

Ha escrito una docena de libros sobre nuestra historia contemporánea. El más reciente, La represión de la posguerra (Editorial Actas), es fruto de una investigación de más de cinco años buceando en el Archivo General Militar de Ávila. Un documentado trabajo sobre el número de ejecutados después de la contienda civil que será también editado próximamente en Francia y que rebaja la cifra a 15.000 fusilados, frente a los 50.000 estimados por algunos historiadores.

Después de una larga trayectoria profesional como cronista político -con la experiencia de haber sido redactor de Europa Press en sus inicios, y director de Información en Efe muchos años después-, Miguel Platón reflexiona en Fuera de Micrófono sobre la profesión y la política. En su opinión, las nuevas generaciones mejoran a las anteriores. «Hay gente buenísima», afirma. No piensa lo mismo de nuestros actuales dirigentes políticos, que anteponen sus ambiciones de poder a la defensa de nuestro actual sistema democrático.

Miembro del Grupo Crónica, prefiere evitar en lo posible el papel de abuelo Cebolleta. Comprende las razones de quienes ven ahora las cosas de otra manera. Con otra perspectiva. También lamenta que se utilice el pasado como arma electoral, sin rigor y sin la necesaria información sobre nuestra historia reciente. A Miguel Platón, nacido en Melilla en 1949, le parece injusta una «financiación singular» para Cataluña, a la vez que denuncia la mala gestión e incompetencia de sus gobernantes. «Si Sánchez – afirma – les da lo que piden, será a costa de los demás españoles».

Si tuviera que elegir al mejor presidente de la democracia, se quedaría con José María Aznar, seguido de cerca por Felipe González. Y, cuando le pregunto por la memoria democrática, recuerda que muchos de los exdirigentes del PSOE son hijos de excombatientes del bando nacional. Tampoco cree que deba hablarse tanto de Guernica, como hacen algunos líderes socialistas actuales, y ocultar cualquier referencia a los asesinatos de Paracuellos del Jarama.

PREGUNTA.- La crónica política ha marcado buena parte de tu trayectoria.

RESPUESTA.- He sido cronista político durante mucho tiempo y he estado haciendo información parlamentaria 20 años. Iba prácticamente todos los días al Congreso y al Senado.

P.- También has formado parte del Grupo Crónica, junto a periodistas destacados de la Transición. ¿Es una etapa incomprendida o poco valorada por las nuevas generaciones?

R.- Las nuevas generaciones tienen nuevos horizontes, nuevas perspectivas. A nosotros nos puede dar pena, pero entiendo perfectamente que vean las cosas de otro modo. Las historias de los abuelos Cebolleta les importan poco. Ni siquiera saben quién era El abuelo Cebolleta. Ahora, te digo una cosa: en las nuevas generaciones hay gente buenísima. Hay muchísimos periodistas mejores que nosotros, a los que debemos dejar paso y animarlos.

P.- Tu último libro, La represión de la posguerra (Editorial Actas), es un trabajo muy documentado sobre el número de penas de muerte y ejecuciones llevadas a cabo por actos cometidos durante la Guerra Civil.

R.- Han sido más de cinco años de investigación. Los expedientes están en el Archivo General Militar de Ávila, y yo los he estado estudiando e investigando uno a uno. La media era de 20 expedientes por día.

«En la posguerra hubo 30.000 condenas a muerte y se ejecutaron 15.000»

P.- ¿Puede darse por buena la cifra de un millón de muertos durante la contienda civil?

R.- Esa cifra no es cierta. Por todos los conceptos –muertes en combate, retaguardia, etc.– los muertos fueron, aproximadamente, 400.000. Esta es una cifra consistente. En la posguerra hubo unas 30.000 condenas a muerte, de las cuales se ejecutaron entre 14 y 15.000. Algunos autores, los menos honestos, habían dicho que 50.000. Pero, como podían haber dicho medio millón. Algún insensato dice: es que usted rebaja la cifra de 50.000 a 15.000. No. Vamos a ver. Cincuenta mil no es nada. Equivale a cero. Porque una cifra que se da sin ninguna fuente documental no tiene valor. En mi libro se dice que los ejecutados fueron de 0 a 15.000.

Víctor Ubiña

P.- Con nombres y apellidos.

R.- Por supuesto. En el libro se incluye una base de datos con los nombres y todas las circunstancias. Con veintitantos campos por cada uno de los condenados. Y se explica qué pasó con ellos. Yo no he rebajado la cifra de ejecutados de la posguerra. Lo que he hecho es dar una cifra veraz y auténtica. Una cifra terrible. Quince mil fusilamientos es una barbaridad. Frente a esto, había cero, porque no había nada.

P.- En una reseña del libro, publicada en Babelia (El País), se decía que el estudio no era riguroso y el firmante argumentaba que no se había investigado en la provincia de Elche.

R.- La reseña era de un profesorcito de la Universidad Complutense de cuyo nombre no quiero acordarme. No había leído el libro porque lo que decía no aparece en el libro. Aparte de un montón de errores, como lo de la provincia de Elche. ¿Qué valor tenía eso? Nada. Es una muestra más de la decadencia del diario El País.

P.- Tampoco publicaron luego tu rectificación. ¿Te dieron alguna explicación para no hacerlo?

R.- Ninguna. Pero unos buenos amigos, de un confidencial (Libertad Digital), se enteraron de que no me la habían publicado y me dijeron: mándanosla y la publicamos nosotros. Se publicó y ha tenido más de 150.000 visitas. Con lo cual, hemos hecho famoso al profesorcito. Su fama va a traspasar fronteras porque está a punto de publicarse una edición abreviada de mi libro en Francia. Ya han hecho la traducción y una introducción en la que se cita al profesorcito y al diario El País.

P.- Hablemos de periodismo actual. ¿Se contrasta menos la información que antes? ¿Hay más bulos y noticias falsas?

R.- Siempre ha pasado algo de eso. En este momento, hay centenares de magníficos periodistas que contrastan la información y que dan hechos. Otros no son tan rigurosos. Pero hay muchísimos periodistas que están haciendo –que estáis haciendo– un trabajo excelente.

P.- ¿Cómo fueron tus inicios en el oficio?

R.- En España, en función de dónde estés, puedes hacer periodismo de primera o no de primera. Si estás en España, tienes que estar en Madrid. Si estás en Francia, tienes que estar en París y, si estás en Inglaterra, tienes que estar en Londres. Eso es así. A mí me interesaba mucho la política y, como muchos compañeros de mi promoción, nos vinimos a trabajar a Madrid.

«La agencia Efe, cuando yo era director, tenía 12 periodistas cubriendo la guerra de Irak»

P.- Empezaste en Europa Press y muchos años después -entre 1997 y 2004- fuiste director de Información de la agencia Efe.

R.- En 2003 la agencia Efe tenía 12 periodistas cubriendo la guerra de Irak. Se desplazaban en autobuses con los iraquíes y les tomaban por egipcios. No tenía nada que ver con la televisión. A la guerra de Afganistán –años 2001/2002– mandamos enviados especiales por el norte y sur del país. En el norte había una periodista de la CNN que, desde un chamizo, con un grupo electrógeno, decía: «Desde Afganistán, fulanito de tal…». Pero la crónica se la escribían en Atlanta. Donde estaba ella era imposible enterarse de nada. Eso es el mundo real de la información. Y, luego, está la apariencia. La apariencia es como la punta del iceberg. Lo más importante está debajo del agua.

P.- Por los almuerzos que organizaba el Grupo Crónica en el Hotel Miguel Ángel, han pasado todos los presidentes de la democracia, menos Zapatero. ¿Por qué?

R.- Zapatero estuvo antes de llegar a la presidencia del Gobierno. Siendo ya presidente, no vino porque le molestó mucho un libro de Carlos Dávila en el que hablaba de su abuelo republicano fusilado. Entonces, dijo que sólo se reuniría con nosotros si no estaba en la comida Carlos Dávila. Dijimos que de ninguna de las maneras. O todos o ninguno.

P.- A los políticos les desagrada que les pregunten y les lleven la contraria.

R.- Es indignante. Yo empecé a trabajar en tiempos de Franco. Iba con mucha frecuencia a las ruedas de prensa del Consejo de Ministros. Aquellas ruedas de prensa, en la época de Franco, duraban media hora o una hora. Y preguntaba todo el mundo. Eso de invitar a preguntar a tres o cuatro amiguetes afines es una dictadura actual que ejerce el Gobierno de Pedro Sánchez y de la ministra Portavoz, Pilar Alegría. Esto no es propio de una democracia. Es propio de una dictadura.

«Es falso que Cataluña esté infrafinanciada; lo que está es muy mal gestionada»

P.- ¿Crees que este presidente puede poner en peligro la democracia?

R.- La democracia ya la ha puesto en peligro. Hay que asumir que Pedro Sánchez no es un demócrata, es un autócrata. Lo democrático es el marco político, el marco constitucional y el estado de Derecho. El sistema democrático. Pero él actúa sin respetar las reglas de la democracia. Ni al que asó la manteca se le ocurre formar una mayoría de investidura con los que ponen en riesgo la Constitución y la unidad de España. Ha pactado con separatistas, con comunistas, con los herederos de una banda terrorista. Eso no es propio de un demócrata. Y no se puede calificar a la oposición constitucional de la manera que él lo hace, cuando luego la necesitas para sacar adelante todas las leyes importantes. Ahora la legislatura depende del fugado Puigdemont, que es el que manda. Eso es actuar contra la democracia. Por no hablar del descrédito del Tribunal Constitucional o del fiscal general del Estado.

P.- ¿Qué opinas del concierto económico que se ha pactado para Cataluña?

R.- Tiene toda la razón Emiliano García-Page. El planteamiento del nacionalismo catalán es falso. Es falso que Cataluña esté infrafinanciada. Cataluña lo que está es muy mal gestionada, por unos gobiernos incompetentes. Lo que buscan es un privilegio. No piden justicia, sino un privilegio. Si Sánchez les da lo que piden, incluida la condonación de la deuda, será a costa de los demás españoles. ¿Cómo se puede aceptar algo así? Navarra y el País Vasco son una excepción que está en la Constitución. Por lo tanto, hay que admitirlo. De todas formas, en los conciertos de Navarra y el País Vasco lo importante no es el régimen de concierto. Lo importante es el cupo. Es decir, cuánto pagan. Si un gobierno puede poner el cupo adecuado a la economía vasca y navarra, no hay discriminación alguna. Luego, los conciertos vasco y navarro dependen también de Bruselas. En varias ocasiones la Unión Europea ha echado para atrás normas del País Vasco porque eran contrarias a la igualdad. Poner como ejemplo al País Vasco y a Navarra es también un falso ejemplo.

Miguel Platón. | Víctor Ubiña

P.- Hay quien dice que uno de los puntos más discutibles de la Constitución es lo referente al Estado de las autonomías.

R.- Yo hice información sobre el debate constitucional. En la Constitución hay un dato que es falso. Iban al Artículo 151 aquellos territorios que habían aprobado sus propios estatutos de autonomía antes de la Guerra Civil. El referéndum de Cataluña, que exigía más del 50% en cada una de las cuatro provincias del censo, se falseó. Datos manipulados. El de Galicia, no digamos. El del País Vasco tampoco salió. Álava no había llegado al mínimo necesario. Por lo tanto, es falso lo que dice la Constitución. Luego, para rematar la faena, cuando el 1 de octubre de 1936 se aprobó el Estatuto Vasco, limitado únicamente a Vizcaya, porque Álava y Guipúzcoa estaban en manos del ejército nacional, no hubo cuórum. Esa aprobación fue fraudulenta. Basándose en todo eso, se creó un sistema completamente irregular de autonomías.

«Un montón de exdirigentes del PSOE son hijos de combatientes del bando nacional»

P.- Con el PSOE o con el PP en el Gobierno, siempre salen ganando los nacionalistas vascos y catalanes.

R.- Los dos partidos, el PP y el PSOE, tenían que haber acordado las políticas nacionales de interés común. Y no permitir que metieran mano en ellas los nacionalistas. Ahí fallaron tanto el PSOE como el PP. En el año 1993 Felipe González se quedó con ciento cincuenta y tantos diputados y pactó con los nacionalistas. En el año 1996 José María Aznar tampoco consiguió la mayoría absoluta y pactó con los nacionalistas. Uno y otro cometieron el mismo pecado.

P.- ¿Quién ha sido el mejor presidente de la Democracia?

R.- José María Aznar, claramente. No lo hizo todo bien, pero, para mí, ha sido el mejor. El cambio que dio a la economía y a la lucha contra el terrorismo de ETA fue histórico. También quiero poner en valor a Felipe González porque respetó la Constitución y el estado de Derecho. La arquitectura constitucional la mantuvo. España vivió una situación excepcional. Laureano López Rodó, que había sido ministro con Franco, me contó una vez que le pidió audiencia a Felipe González a principios de los 90. Felipe se la concedió y, después de exponerle un tema de relaciones internacionales, siguieron charlando. Y, el entonces presidente del Gobierno le preguntó que qué le parecía el gobierno del PSOE. Laureano, ministro de Franco, le contestó que le daba un notable. Le dijo: «yo no estoy de acuerdo con todo lo que habéis hecho, pero habéis acertado en lo básico».

P.- Han pasado más de 80 años desde la Guerra Civil, pero volvemos a ella cuando se producen enfrentamientos políticos.

R.- Es como si en el año 1977 hubiéramos puesto en cuestión la guerra de Cuba. Ha pasado mucho tiempo. La inmensa mayoría de los españoles la había superado. Entonces, los socialistas vuelven a remover el fango para conseguir un beneficio político actual. Nosotros, dicen, somos herederos de los buenos y la oposición los herederos de los malos. Ni una cosa ni otra. Para empezar, tanto Felipe González, como Alfonso Guerra, Manuel Chaves o Alfredo Pérez Rubalcaba, y un montón de exdirigentes del PSOE, son hijos de excombatientes del bando nacional de Franco. No son hijos de excombatientes de la República. Es una completa manipulación que les está saliendo mal. Los libros relevantes publicados en los últimos años son todos contra la manipulación y contra la memoria histórica o democrática. Los memorialistas no han publicado en los últimos años nada que tenga el menor valor. El libro que ha publicado Guillermo Gortázar, Un veraneo de muerte: San Sebastián 1936, cuenta cómo San Sebastián estuvo dos meses en manos de la revolución, antes de ser ocupada por los requetés del general Mola. En San Sebastián se levantó hace unos años un monumento en memoria de las víctimas que únicamente alude a víctimas del franquismo. Nada más. En menos de dos meses, hubo 252 asesinatos. Entonces, ahora, un nutrido grupo de intelectuales y de políticos vascos, incluido Iñaki Anasagasti, han dicho: «Señores, ese monumento derríbenlo y vamos a hacer otro en el que estén todas las víctimas».

«Para este gobierno, Paracuellos no existe, aunque haya allí 5.000 asesinados»

P.- En la memoria democrática tampoco se incluye Paracuellos.

R.- El ministro de Justicia, Félix Bolaños, dice que va a establecer como lugar de la memoria democrática Guernica. Si hay que hacer una cosa así, primero tendría que ser el cementerio de Paracuellos del Jarama. Hay 5.000 asesinados allí. ¿Qué pasa? Que los asesinos eran socialistas, anarquistas y comunistas. Y muchos de los asesinados no tenían ninguna vinculación política, aunque podría decirse que era gente de derechas o de centro. Para este gobierno, Paracuellos no existe.

«El Valle de los Caídos es el signo del perdón y la reconciliación»

P.- Cuando se acercan las elecciones, aparece un comodín llamado Franco.

R.- Ni Felipe, ni Aznar o Rajoy hicieron algo así. Lo hacen porque piensan que eso les genera una rentabilidad política. Pero no es verdad. Removieron a Franco del Valle de los Caídos en octubre de 2019; poco después hubo elecciones y el PSOE redujo su representación. O sea, que la utilidad política y electoral fue ninguna.

P.- ¿Qué puede hacerse con el Valle de los Caídos?

R.- Eso está al servicio del interés político actual o de lo que ellos perciben como interés político actual, que es destruir todo lo que significa el Valle de los Caídos. El Valle de los Caídos tiene la cruz más grande del planeta. Lo que se hizo en el año 1959 fue poner a todos los caídos que voluntariamente quisieron las familias bajo el signo de la cruz. El signo del perdón y de la reconciliación. Ese es el significado original y auténtico del Valle de los Caídos. Y es lo que también entienden las familias. Hay treinta y tantas mil víctimas. ¿Cuántas familias han pedido que se identifique y se saque de allí a sus seres queridos? Pues, poco más de cien. No llega al 1%. La inmensa mayoría de los ciudadanos españoles no tienen ningún conflicto con el Valle de los Caídos. Y esos que sí parece que lo tienen son hijos, y sobre todo nietos, de las víctimas, a los que muchas veces –vamos a decir la verdad– les han contado una milonga. Unas historias del abuelito que no son verdad. El abuelito luchó por la libertad y por la democracia. No es verdad. El abuelito cayó en combate o fue ejecutado después de la guerra porque era autor directo o inductor de delitos de sangre. Los que no tenían delitos de sangre en la posguerra no fueron ejecutados. Fueron conmutados.

P.- ¿Existe un peligro real para la democracia en Europa con la irrupción de partidos de extrema derecha?

R.- Los extremos son peligrosos siempre. Ahora bien, todos los extremos. ¿A Vox se le puede considerar un partido extremista que pone en peligro la democracia? Se puede opinar, muy legítimamente, que sí. Pero, claro, al lado de eso están los de Sumar, los nacionalistas y los de Bildu. No se puede decir que aquí los malos son los de Vox y los buenos los de Bildu, los de Sumar, los de Esquerra Republicana y los de Junts. Un poco de seriedad. Si los extremistas son malos, son malos todos. No sólo unos.

P.- ¿El crecimiento de estas formaciones es fruto de errores de los partidos tradicionales?

R.- Es culpa de lo políticamente correcto. Son, en parte, fruto de una burocracia autoritaria. Por ejemplo, la Unión Europea ha querido imponer el coche eléctrico y resulta que la gente no quiere el coche eléctrico. En la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París hubo dos o tres detalles impresentables, como la parodia sobre la Sagrada Cena o la decapitación de María Antonieta cantando Todo irá mejor. ¿Por qué no hacen ustedes una parodia de Mahoma o del Islam? Todo esto es reversible y puede darse la vuelta. Pero, tiene que haber decisión. Es lo mismo que pasa con la inmigración. Tiene que haber alguna respuesta. Lo que no se puede hacer es dar vía libre, sin poner ningún límite. El número de africanos a los que le gustaría venir a Europa supera con mucho los cien millones. Entonces, ¿qué hacemos? Habrá que establecer algún tipo de restricción.

«Lo que se dice en las redes sociales cada vez tiene menos valor»

P.- ¿Cómo ves la convivencia del periodismo con las redes sociales?

R.- Lo que se dice en las redes sociales cada vez tiene menos valor. El problema es que los medios convencionales se hacen eco de algunas de las cosas que se publican en las redes. Pero los medios serios, naturalmente, están en otro mundo. Son los fiables, como THE OBJECTIVE, que es un tabloide digital muy fiable. Los medios convencionales, en principio, son fiables. Lo que alguien pueda decir por una de las redes sociales tiene muy poquito valor. No tiene peso.

P.- ¿Qué opinas de las iniciativas del Gobierno para regular la actividad informativa?

R.- Es una forma de censura, como pasa en la Venezuela de Maduro, que esperemos desaparezca. Es una forma de presionar a los medios y de combatir la libertad de prensa. Los que combaten la libertad de prensa no son demócratas. La libertad, en general, no es para que los demás hagan populismo y digan lo que quieran. No. Es para que los demás hagan, publiquen o digan lo que tú no quieres que se diga. Esa es la libertad y no otra cosa. La libertad de prensa es un pilar fundamental y sin ella no hay democracia, ni hay libertad. Vamos a recordar aquí la famosa sentencia del Tribunal Supremo de los EEUU sobre los papeles de El Pentágono. Cuando los periódicos publicaron documentos secretos sobre la guerra de Vietnam, el presidente Richard Nixon presentó una demanda y el Tribunal Supremo sentenció que la libertad de prensa no está para proteger al gobierno, sino para proteger a los ciudadanos. Los ciudadanos tienen derecho a estar informados de todo lo que les afecta de manera relevante. Dió la razón a los periódicos y se la negó al gobierno de los EEUU. Eso es la libertad. O se está con la libertad, o se está con la dictadura.

P.- Me estaba acordando ahora de la Ley de Prensa de Fraga, del que tú escribiste una biografía. ¿Cómo ves ahora a esa derecha que lideró muchos años el político gallego?

R.- La política no es una ciencia exacta. En la política hay errores, hay bandazos… Lo hemos visto en esta legislatura con la ley del solo sí es sí. Cuando se aprobó, Sánchez dijo: «Nos va a imitar toda Europa porque ésta es una ley extraordinaria». No nos ha imitado nadie. Al contrario. Hubo que dar marcha atrás, con un gobierno dividido, y se rectificó gracias a que el PSOE pactó con el PP. La política consiste en pactar, negociar. En dar pasos en una dirección o en la contraria. Eso forma parte de lo que es la política democrática.

«España no ha sido el imperio de mayor influencia, pero sí el más épico»

P.- ¿Consideras que a las nuevas generaciones se les debería explicar mejor la historia reciente de España?

R.- Ahora no se habla de la Reconquista y del Siglo de Oro. Hay jóvenes más instruidos y menos instruidos. Pero, desde luego, sin conocimiento de lo que ha sido tu país, de las glorias de España, tú no sabes lo que eres. ¿Por qué sale bien la Transición del año 1977? Por una serie de motivos. Pero, hay uno que está presente en la historia de nuestro país. España, durante muchos siglos, ha protagonizado grandes hazañas y grandes éxitos. Aquí había, en contra de lo que decía Manuel Azaña, que era un ignorante completo de la historia de España, grandes éxitos. Vayamos a lo más relevante. Al Descubrimiento de América, a la primera Vuelta al Mundo, a las Leyes de Indias, a la Expedición Balmes… A detalles aparentemente tan poco importantes como el toque de oración. El toque de oración lo inventó un capitán español llamado Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, como homenaje al enemigo francés, en mil quinientos veintitantos. La historia de España -en la literatura, en el arte- es una historia de grandes éxitos. Esa memoria histórica se refleja, al final, en la Transición española a la democracia. No hubo nunca ninguna colonia en América. España no ha sido el imperio de mayor influencia, pero sí el más épico, con diferencia. Mientras los anglosajones estaban entregando a los indios de Norteamérica mantas infectadas de viruela, nosotros mandamos la Expedición Balmes para vacunar de viruela a todo el mundo. No hay que tener ningún complejo. Como dice en un libro reciente un escritor argentino: «Nada por lo que pedir perdón».

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