Pepe Cañaveras: «Iñaki Gabilondo era bueno, pero la radio politizada no me gusta»
Sustituto de Pepe Domingo Castaño en ‘El gran musical’ (Cadena Ser), ahora ve los toros desde la barrera
En la noche del 23-F ponía música —menos de Serrat, por órdenes de la dirección de la Ser—, mientras Javier González Ferrari daba cada media hora las noticias que llegaban del Congreso de los Diputados. Pepe Cañaveras era ya una de las voces más populares de la radio, gracias —en buena medida— a sus presentaciones del programa El gran musical, que se emitía cara al público desde la discoteca Consulado de Madrid.
En esta entrevista, Fuera de micrófono, Cañaveras recuerda como si fuera hoy mismo el momento en el que el director de Programas de la Ser, Tomás Martín Blanco, le llamó para decirle que era el elegido para sustituir a Pepe Domingo Castaño. Tenía 25 años y la oportunidad de trabajar al lado de Joaquín Prat, Carmen Pérez de Lama, José María García o Iñaki Gabilondo.
Después de El gran musical, hizo en la Onda Media de la Ser Con aire nuevo, La noche es joven, Tal como éramos y La radio del fin de semana. Hasta que en 1992 el Grupo Prisa compró la cadena de radio y decidió marcharse con Eugenio Fontán a una nueva aventura radiofónica, llamada Cadena Ibérica.
El paso del tiempo apenas ha cambiado la voz y los gestos de aquel Pepe Cañaveras, al que mimaban las casas discográficas y jóvenes promesas de la canción que años después serían estrellas. «Por allí pasaron todos, incluido Michael Jackson con sus hermanos», comenta con orgullo y un cierto toque de nostalgia. Pepe Cañaveras, ganador del Premio Ondas en 1982 (el mismo año en que se casó y tuvo a su primera hija), recuerda en esta entrevista lo divertido que era Joaquín Prat o lo mucho que le debe a Pepe Domingo Castaño, ese hermano mayor que llegó de Galicia y le abrió las puertas de la entonces emergente radio musical.
PREGUNTA.- Pepe Domingo Castaño dijo aquí, en Fuera de micrófono, que presentar El gran musical, en la Ser, había sido su gran sueño. ¿Cómo viviste tú esa experiencia?
RESPUESTA.- De una manera maravillosa. Fue el gran notición de mi vida, cuando la Ser dio a conocer públicamente que yo era el sustituto de Pepe Domingo. Pepe Domingo, que es un fuera de serie, un titán, hacía en Radio Centro un programa que se llamaba Disco parada. Entonces, un buen día le dio por cantar, cantó, se convirtió en número uno en México y dijo: «Yo ya no puedo seguir haciendo el programa». Y así lo hizo. Se fue con Tere, su mujer, a México, de gira. A la vuelta, se reunió con Tomás Martín Blanco y Rafael Revert y les dijo: «Tengo la solución; he encontrado al tipo que me puede sustituir en El gran musical». Y así fue. Me hicieron una prueba y me pusieron delante un cheque en blanco.
P.- En aquel momento estabas en Radio Centro, una emisora a la que llegaste con apenas veinte años.
R.- Allí fue donde conocí a Pepe Domingo. Él hizo de enlace con la Ser y logramos que yo me fuera para allá. Mi primer programa de El gran musical lo hice en el Teatro Monumental de Madrid. Otro hito de la radio. Vinieron todos los jefazos de la Ser a ver mi primer programa y Tomás Martín Blanco dijo: «Yo no doy vueltas, este chaval es el que vale. Sabe lo importante que es la publicidad para la radio». En poco tiempo, se convirtió en un programa que era un chorreo de dinero. Había veces que no podías programar música, porque no cabía con tantas cuñas publicitarias.
P.- Y las casas discográficas presionando para que se escuchara a sus artistas…
R.- Imagínate. Los chicos de promoción de las casas de discos llegaban con un paquete enorme de discos y te intentaban programar los discos que tenías que poner. Entre ellos se pegaban. Era muy divertido, la verdad.
«Joaquín Prat era el tío más simpático y divertido que yo he conocido»
P.- De alguna manera, El gran musical era una especie de versión radiofónica de lo que luego sería en televisión Operación Triunfo.
R.- Teníamos dos cosas muy bien definidas: una, las visitas de artistas, que venían a promocionar su producto. Por allí pasaron todos, incluido Michael Jackson con sus hermanos. Y, luego, venían estrellas para dar sus conciertos de media hora de duración. Eran dos bloques diferenciados. Y luego, en el centro, estaba Joaquín Luqui, que presentaba el espacio 3,2,1. Luqui era también un producto de El gran musical y luego se convirtió en dios, con gracia, simpatía y ese pelo extraño y raro. Luqui empezó así y se convirtió en un gran referente musical. Era un tipo maravilloso, al que yo adoraba. El programa se emitía los domingos y llegó a tener seis millones de oyentes.
P.- Hay quien dice que en la Ser de entonces, con su gran cobertura, podía triunfar hasta un tartamudo.
R.- Estoy totalmente en contra de esa opinión. La Ser ha sido un medio de comunicación poderoso en su facturación publicitaria, capaz de soportar los informativos durante muchos años. En los informativos, al principio, no había ni una cuña. La radio se financiaba a través de los musicales. Lo que sí había era mucho trabajo y mucha ilusión.
P.- Aunque era algo más mayor, coincidiste con Joaquín Prat. ¿Cómo era Joaquín?
R.- Yo compartí micrófono durante seis o siete años con él. Hablar de Joaquín es hablar de dios. Era el tío más simpático y divertido que yo he conocido. Un día le dije: «¿De qué te quejas? Si todo el mundo sabe que, gracias a tus programas de entretenimiento, con Carmen Pérez de Lama, y gracias a El gran musical, estamos consiguiendo que la Ser sea muy potente económicamente». Y, además nada politizada. Allí se premiaba fundamentalmente el talento. Le dije: «¿A que no eres capaz de quedarte en calzoncillos haciéndoles un saludo torero a los compañeros de informativos?». Pues, fue capaz.
«Pepe Domingo es un titán. Ha sido y será lo que quiera en la radio»
P.- ¿Qué opinión tienes de algunos de los profesionales que te voy a citar a continuación? Rafael Revert.
R.- Un tipo muy trabajador y gran conocedor de la industria discográfica. Además, con una gran visión de futuro. Yo le oí decir a Revert que algún día en España los músicos y los cantantes serían arrasados por la música latinoamericana. Y se ha cumplido la profecía.
P.- Pepe Fernández.
R.- Fue una pena. Tenía una voz preciosa, una de las voces más bonitas de la radio. Era un sevillano con gracia, muy implicado en el mundo de la música, pero sobre todo en la industria musical. Un gran tipo que luego se nos fue por el alcohol y otras cosas malas que pasaban por su vida. Mejor pasamos página.
P.- Pepe Domingo Castaño.
R.- Ya te dije antes que era un titán. Ha sido y será lo que quiera ser en la radio. Vino de Galicia a Madrid y, con un gran esfuerzo y con una voz impresionante, llegó a donde quería. Yo ahora le veo menos, pero nos tenemos un cariño muy poderoso. Yo aprendí de Pepe Domingo y luego tuvo el detalle de decir: «Yo no busco a nadie, señor Fontán». En la vida todo se repite. Los hijos de Eugenio Fontán le decían a su padre: «El tío que de verdad tiene a los jóvenes en el bolsillo se llama Pepe Cañaveras». El padre, achuchado por sus hijos, y por la influencia de Pepe Domingo, me fichó para El gran musical, el programa más espectacular de música y entretenimiento que ha creado la radio. Es historia de la radio.
P.- Luis Merino.
R.- Vino de Valencia, donde había sido jefe de programas musicales, y pasó a ser el jefe de las radiofórmulas de la Ser, sustituyendo a Rafael Revert cuando este se marchó a la Cadena Cope. La radiofórmula ha sido uno de los fiascos de la radio. Se ha cargado la radio musical. El locutor sólo dice la hora, pone un disco y otro disco, y ahí se acaba la radiofórmula.
P.- Iñaki Gabilondo.
R.- Tuvo una etapa fabulosa. Hasta que comenzó a presentar el programa Aquí la Ser. A partir de ahí, comenzó a politizar su propio programa y su propia historia. Iñaki era un tipo francamente bueno, muy listo, muy preparado, pero a mí la radio politizada, como la vida politizada, no me gusta.
P.- ¿Tampoco te gusta la situación política que estamos viviendo ahora?
R.- A mí me gusta que la política conecte más con la gente. Que seamos capaces de convivir todos, independientemente de la ideología. No me gustan las emisoras que apuestan fuerte y descaradamente por el PSOE o por el PP. Procuro huir de ese tipo de radio. Pones la Ser y ya sabes lo que te van a decir. Pones la Cope y lo mismo. En Radio España, con Eugenio Fontán, tenía su propia tertulia y su programa Santiago Carrillo.
P.- ¿Por qué abandonaste la radio musical y te pasaste a la radio entretenimiento?
R.- Por saturación. Le di un gran disgusto a Tomás Martín Blanco. Me dijo textualmente: «Perdemos a uno de nuestros locutores más potentes de la radio».
«Eugenio Fontán me dijo el 23-F: ‘Pon lo que quieras, menos a Serrat’»
P.- En la noche del 23-F estuviste poniendo música, mientras Javier González Ferrari daba las noticias que iban llegando. Buen tándem.
R.- Y un poco atrevido. Yo llegué a la Ser a las seis de la tarde para preparar mí programa de las diez de la noche y me dijeron: «Hay un golpe de Estado. Tropas del Ejército han tomado Radio Nacional de España y ahora vienen a la Cadena Ser. ¿Y qué podemos hacer?». Yo dije: «Información a tope y en los huecos música». Es curioso, pero Eugenio Fontán me dijo: «Pon la música que quieras, menos a Serrat». La verdad es que yo ponía discos y, cada media hora, Javier González Ferrari daba las noticias. El 23-F me dio una popularidad enorme. Imagínate todo el país escuchando la misma emisora: la Ser.
P.- Después hiciste un programa que se llamó Tal como éramos, recordando momentos importantes de nuestra historia reciente.
R.- Contábamos las cosas que habían sucedido en un año determinado, con las voces de sus protagonistas -aunque algunos no querían- y con la música que en aquel momento sonaba en la radio.
P.- ¿Sería bueno volver a recordar lo que pasó en los primeros años de la democracia?
R.- Yo creo que sí. En aquella época todos estos programas que estamos comentando hicieron mucho y bien por la democracia. En las primeras elecciones de 1977, Adolfo Suárez estaba un día sí y al otro también en la Cadena Ser. Adolfo me decía: «Ayúdame con la música, que llega mucho a la gente joven». Recuerda la canción Libertad sin ira de Jarcha. Me siento muy orgulloso de aquella época.
P.- ¿Por qué se ha reavivado el odio y el enfrentamiento entre españoles?
R.- Somos un país cainita, de ambiciosos. Este es un país, desgraciadamente, que está partido, roto en dos. Exceptuando la etapa de Suárez y la de Felipe, a partir de ahí se empezó a enrarecer la cosa: si tú me das esto, yo te doy cinco votos. Lo estamos viendo ahora. Es penoso, tristemente penoso. Pegarse por cinco votos a cambio de que los otros que viven abajo o en el oeste del país vivan peor. Yo te tengo que confesar que no entiendo cómo Extremadura sigue votando al PSOE, no teniendo ni diez kilómetros de AVE. Es una cosa increíble. No lo puedo entender. Eso no es hacer país. Hacer país es otra cosa que, desgraciadamente, se ha perdido desde que, piensan ellos, la transición ha muerto o debe de morir. Craso error, en mi opinión.
«Me gusta la socarronería de Herrera, incluso cuando dice cosas duras»
P.- ¿La radio que se hacía hace cuarenta años es mejor o peor que la actual?
R.- Los formatos son los mismos de hace cuarenta años. Si RNE pone un programa deportivo a las 12, a las doce va la Ser, Onda Cero y la Cope. Falta creatividad. No piensan que a las 12 puede haber mucha gente a la que no le guste el deporte. Todos hacen lo mismo. No hay alternativas. Han copiado hasta las sintonías de otros programas de radio.
P.- Saliste de la Ser para trabajar luego en Radio España o la Inter. ¿No era jugar en otra división inferior?
R.- Tras la compra de Antena 3 Radio por el Grupo Prisa, Eugenio Fontán salió de la Ser y me llamó para poner en marca Cadena Ibérica. Llegamos a tener treinta y tantas emisoras. Con treinta y tantas emisoras poco podíamos hacer, pero ahí estaba nuestra intención: un aire nuevo. Empezamos a hacer cosas. Luego creé una productora radiofónica y gané mucho dinero.
P.- ¿Quién es ahora mismo el número uno en la radio española?
R.- Me gusta mucho la socarronería de Carlos Herrera. Me parece un tipo divertido, incluso cuando dice cosas duras. Es un tío de radio. Se distingue cuando alguien es de radio o no es de radio. Ya está. Qué viva la radio.