José Antonio Maldonado: «No me gusta decir 'cambio climático'; el clima siempre cambia»
El meteorólogo lamenta la ausencia de especialistas en un cometido como el que le dio la fama
Iba para piloto de aviación, pero una serie de circunstancias le dejaron en tierra, aunque sin perder de vista la atmósfera. La vida de este sevillano —y también sevillista, aunque jugó en los juveniles del Betis— se llama meteorología. Lleva más de cuarenta años informando sobre el tiempo que hará mañana. Primero lo hizo desde la radio y, posteriormente, a partir de 1986, desde TVE.
José Antonio Maldonado tuvo de maestro a Mariano Medina y como alumno destacado al periodista canario, Paco Montesdeoca, que no era experto en la materia, pero comunicaba muy bien. Con él compartió algunas historias divertidas, como cuando Ramón Colom llamó para pedir que no se repitiera más un saludo gracioso de Montesdeoca: «Buenos días para los del Sur y no tan buenos para los del Norte».
A sus 78 años, Maldonado —que salió de TVE con el ERE de 2008 bajo el brazo—, sigue en activo, dando los pronósticos del tiempo en Herrera en Cope y colaborando y repartiendo experiencia en el digital tiempo.com. En esta entrevista, Fuera de micrófono, el veterano meteorólogo recuerda a su colega Eugenio Martín Rubio, que se apostó el bigote a que llovería al día siguiente en Madrid y lo perdió. Fue un riesgo innecesario. Él siempre ha defendido la idea de que con el tiempo no hay broma que valga.
Aceptaba con deportividad las quejas que llegaban de autoridades y hosteleros de la cornisa cantábrica, en vísperas de Semana Santa, y aclara que los refranes sobre el tiempo sólo se cumplen en determinadas circunstancias, a excepción de este que dice: «Nunca llueve a gusto de todos». Por encima de refranes y calendarios zaragozanos, está la ciencia. A Maldonado no le cuadra que los pronósticos del tiempo en televisión los hagan periodistas y físicos, en lugar de expertos en meteorología, como es su caso.
PREGUNTA.- Olas de calor, con temperaturas récords que rondan los cuarenta grados…
RESPUESTA.- Bueno, hay que tener en cuenta que estamos en verano. La memoria meteorologista es muy frágil. Si no es por alguna circunstancia personal —una boda, un viaje—, nadie se acuerda que en junio del año pasado hubo una ola de calor más fuerte que la que hemos tenido este año. Eso se olvida. Evidentemente, estas olas de calor no se dan todos los años tan pronto, pero tampoco es una cosa extraña.
P.- ¿Cómo conseguiste dar la información del tiempo sin apenas acento andaluz?
R.- Cuando empecé en Radio Vitoria, me esforcé. Me ponía a leer con acento castellano y así me fui habituando. Todavía se me escapa alguna palabra cuando me pongo delante de un micrófono, pero intento que no se me note mucho que soy andaluz, que lo soy.
P.- Y seguidor del Sevilla.
R.- Sí, sí, soy sevillista de pura cepa, aunque, curiosamente, jugué en los juveniles del Betis. Nos llevamos bien los sevillistas y los béticos. El único problema que existe son los ultras, que a veces se desmadran. Pero, en líneas generales, nos gastamos bromas. Si el día anterior perdió el Sevilla, el bético llega a la oficina y pregunta: ¿cómo quedó ayer el Sevilla, que no me he enterado? Y viceversa, cuando pierde el Betis. No hay una rivalidad malsana.
«Revilla tenía la obsesión de que cuando hay viento del Sur no llueve en Cantabria»
P.- Creo que lo que realmente querías ser de joven era piloto de aviación. ¿Qué impidió que se cumpliera aquel deseo?
R.- La vida te lleva por donde menos lo esperas. No fui aviador porque mi padre, que era de aviación, no quería que yo volara. Mi madre tampoco. Cuando estaba en Preuniversitario, que luego se llamó COU, tenía que decidirlo. Pero, en aquellos días, mi madre falleció de repente y nos dejó a mi padre y a mí solos. Fue un palo muy grande. Ese verano se lo dije a mi padre: papá, quiero ir a la Academia de Aviación, quiero volar. Dice: hombre, tú sabes que a mí no me gusta, pero si esa es tu idea… Pero mis abuelas, mis tíos, dale que te pego, así que perdí el año. A mitad de curso lo dejé. No me vino mal, porque aprendí a estudiar. Me decidí por Ciencias Físicas, aunque a mi padre le hubiera gustado que hiciera Medicina. Pero a mí me daba no sé qué ver sufrir a la gente. Así que estudié Físicas y no me arrepentí.
P.- Supongo que no era fácil anunciar lluvias por la cornisa cantábrica en Semana Santa. A los hosteleros y a Miguel Ángel Revilla les hacía poca gracia.
R.- Con Revilla discutía un poco, pero siempre llegábamos a las buenas. Él tenía la obsesión de que cuando hay viento del Sur no llueve, taxativamente. En líneas generales es así, pero no exactamente. Con quienes tuve más problemas fue con los hosteleros. Recuerdo una Semana Santa, concretamente el año 1988, en que estaba haciendo un tiempo espléndido unos días antes, pero todo cambió. Yo me iba a Alzira a dar el pregón de la Semana Santa y tuve que tirarme a la piscina: anunciar que venía un temporal.
Lo anuncié y cuando llegué al hotel de Alzira ya me habían localizado. Me llamó el director general de Turismo de Cantabria, que hoy es íntimo amigo mío, y me dijo: «eso tienes que arreglarlo». Pero, «yo qué voy a arreglar; he contado lo que va a pasar y, si no pasa, me endiñáis, pero yo tengo que contar lo que parece que viene». Fíjate si me quedé corto que, literalmente, nevó en Despeñaperros y hubo que poner cadenas. En el Norte no veas. El consejero y el director general de Turismo de Cantabria vinieron después a Madrid a pedirme disculpas y a invitarme a comer porque me habían atizado demasiado.
P.- Hasta hace unos años, El Tiempo era el programa más visto de TVE.
R.- Muchos días era el número uno, no sólo de TVE, sino de toda la televisión. Más visto que los Telediarios que le precedían. Al terminar el Telediario, subía la audiencia.
P. ¿Cuántas veces te han preguntado qué tiempo va a hacer este fin de semana o cosas por el estilo?
R.- Eso entraba dentro del sueldo. Un lunes, que estaba lloviendo, iba para la tele y en un semáforo una chica me pidió que bajara la ventanilla. La bajé y me dijo: «Me caso el sábado, ¿qué tiempo va a hacer?». «Yo no llevo el tiempo en la cabeza, le dije, pero busca luego el teléfono de TVE en Torrespaña y pide que te pasen conmigo que te voy a contestar». Me llamó y le di una buena noticia: «creo que va a hacer muy bueno». A la vuelta de la boda, me mandó una caja de bombones.
«Actualmente, no hay ningún meteorólogo presentando el tiempo en televisión»
P.- Alguna vez también te habrán dicho cosas menos agradables.
R.- De vez en cuando, pero muy poco. A veces llegaba alguna carta, pero por la calle, a viva voz, no recibía quejas. Preguntarme, sí, muchas veces. Estaba sentado en un bar con mi mujer y se acercaban a saludarme. A ella eso no le hacía demasiada gracia porque no me dejaban en paz. Pero yo no tenía problemas. Lo sobrellevaba muy bien.
R.- ¿Le parece bien que las previsiones meteorológicas las dé un presentador en lugar de expertos en la materia?
R.- Actualmente, no hay ni un solo meteorólogo informando del tiempo. En ninguna televisión. Se puso de moda en Cataluña llamar meteorólogos a quienes hacían las previsiones en TV3 y se extendió a otras televisiones. Ahora, todo el que sale dando el tiempo, aunque sea la primera vez que lo hace, le ponen debajo el rótulo de meteorólogo. Yo no me lo puse nunca. Paco Montesdeoca no era meteorólogo, pero lo hacía magníficamente.
P.- ¿Cómo fue hacerte meteorólogo?
R.- Estudiando la carrera me enteré que una de las salidas profesionales podía ser la meteorología, que entonces dependía del Ejército del Aire. Como, además, me gustaba el mundo de la aviación, oposité. Ingresamos seis, entre ellos quien luego sería mí mujer. Nos destinaron primero a Las Palmas de Gran Canarias y unos años después nos trasladamos a Madrid.
P.- Ahora, la competencia del tiempo en televisión se llama Internet.
R.- Del tiempo y de los Telediarios. Porque ahora se le pincha la rueda del coche al presidente de EEUU, sacas el móvil del bolsillo y te enteras. Antes tenías que escucharlo en la radio o esperar a la hora de las noticias.
P.- Tú conociste al primer hombre del tiempo, el mítico Mariano Medina. ¿Cómo era?
R.- La denominación hombre del tiempo la inventó Bobby Deglané. Mariano Medina iba los sábados a Radio Madrid a dar el tiempo para el domingo y el lunes, porque no había información para más. Entonces, un día Bobby Deglané dijo: «ya tenemos aquí al señor que nos va a dar el tiempo; en realidad le podríamos llamar el hombre del tiempo». Y Mariano Medina registró incluso ese nombre, pero luego entraron en TVE su hermano Fernando y Pilar Sanjurjo y ya no era lo mismo. Mariano fue mi jefe en Meteorología, pero en la tele no coincidimos. Anterior a mí fue también Eugenio Martín Rubio que se apostó el bigote a que iba a llover al día siguiente en Madrid y no llovió. Así que se lo tuvo que cortar. Yo llegué para dar la previsión meteorológica en el programa Buenos días, que dirigía José Antonio Martínez Soler.
«Montesdeoca decía: ‘buenos días para los del Sur y no tan buenos para los del Norte’»
P.- … Y nació una estrella.
R.- Eso dijo el primer día Martínez Soler: «os voy a presentar a la persona que nos va a dar el tiempo. Se puede decir que ha nacido una estrella». Era así Martínez Soler.
P.- Por cierto, ¿nunca te apostaste el bigote, como Martín Rubio, ni ninguna otra cosa?
R.- No. Yo, que soy una persona abierta, en la tele procuraba la máxima seriedad. A Paco Montesdeoca, amigo íntimo mío, le gustaban las bromas y yo le decía: «Paco, quieto, bromas con el tiempo no». Recuerdo que un día dijo: «buenos días para los del Sur y no tan buenos para los del Norte». Suena mi teléfono, lo cojo, y era el director, Ramón Colom. Y me dice: «oye, está por ahí Montesdeoca». «No, no está en este momento», le dije. «Pues dile que no diga más la tontería esa de ‘buenos días para los del Sur y no tan buenos para los del Norte’» Cuando apareció Paco, le digo: «ha llamado un señor muy enfadado diciendo que no digas más veces eso». Y se echó a reír. Entonces le aclaré: «ese señor es Ramón Colom». Pues, entonces, ya no lo diré más… Por la cuenta que te trae. Dejó de gastar bromas, aunque se quedaba con las ganas.
P.- ¿Deberíamos estar más preocupados de lo que estamos por el cambio climático?
R.- A mí no me gusta la expresión cambio climático, porque el clima siempre ha estado cambiando. Desde que existe la Tierra, alrededor de 4.600 millones de años, ha habido épocas en que gran parte de ella ha estado helada. Y, otras, con temperaturas enormemente cálidas, en las que han crecido plantas en teoría inviables. Luego, eso del cambio climático no es correcto. Lo que hay es un calentamiento global. Eso sí es cierto. Lo lógico es que la temperatura siga subiendo, pero puede cambiar. En el siglo XVI hubo lo que se llamó la pequeña edad glacial. Gran parte de Europa estuvo completamente helada y cubierta de nieve.
«’Nunca llueve a gusto de todos‘ es el único refrán que no falla»
P.- Este calentamiento provocará cambios y transformaciones en el campo, en los océanos…
R.- Ayer escuché decir a un señor en la tele que una sequía como ésta la había padecido ya él en el año 1995. Hubo una sequía brutal. Este año está siendo muy seco y las perspectivas, de cara al verano, sólo son de tormentas. Pero, una borrasca situada en el Golfo de Cádiz, que riegue toda la vertiente atlántica de la península, es casi imposible ahora, en verano. Veremos qué pasa en otoño. Hay modelos, a largo plazo, que tienen todavía muy poca fiabilidad.
P.- ¿Te gustan los refranes relacionados con el tiempo? Por ejemplo, ese que dice: «Cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo»
R.- El único refrán que no falla es el de «nunca llueve a gusto de todos». Los demás, unas veces se cumplen y otras no, dependiendo de las zonas. Los refranes están bien, pero la ciencia está por encima de ellos.
P.- ¿Conoces el Calendario Zaragozano?
R.- Eso es otro timo. Lo escribió un cura hace dos siglos o por ahí. Se sigue editando y se sigue vendiendo. No lo entiendo. Lo escriben en noviembre y te pone ya lo que va a pasar en diciembre del año siguiente, día a día. Eso no tiene sentido.
P.- Hay un joven que también hace pronósticos a largo plazo…
R.- Ese chaval se ha pegado un leñazo. Anunció que venía otra Filomena.
P.- Saliste en el ERE que hizo RTVE en 2008 ¿Te hubiera gustado seguir veinte años más?
R.- Veinte años más, no lo sé, pero sí, hubiera seguido. Sabía que me cogía ese ERE, no me sorprendió, ni me puso nervioso en la despedida. Me la preparé bien y di las gracias a todo el mundo. Me emocioné más cuando apagué la luz del estudio.
«Lo de que el tiempo está loco lo vengo oyendo desde que nací meteorológicamente»
P.- Sigues dando el tiempo en la Cope, con Carlos Herrera, en otras emisoras de radio y en tiempo.com. ¿Te resistes a dejar los mapas?
R.- Bueno, cuando me digan. Yo, de momento, me encuentro bien, la cabeza me funciona, y tengo todavía suficiente inteligencia —sobre todo experiencia— para ir contando el tiempo.
P.- ¿Te preocupa y te interesa la política?
R.- Claro que me preocupa. A mí me gustaría que hubiera un cambio.
P.- Tienes cuatro hijos, ¿ninguno ha seguido tus pasos, ni los de tu mujer, también meteoróloga?
R.- Ninguno. Mi hijo es economista del Estado. De mis hijas, una es interventora y las otras dos trabajan en empresas, como economistas.
P.- ¿La información meteorológica que se hace ahora en televisión es muy distinta a la que se hacía hace quince años?
R.- Voy a barrer para casa. Creo que lo hacíamos mejor nosotros. Por lo pronto, yo soy meteorólogo y ahora mismo no hay ni un solo meteorólogo. O son periodistas o son físicos. Yo, cuando terminé Físicas, tuve que hacer una oposición y un curso para ser meteorólogo.
P.- ¿Qué tiempo nos espera este verano?
R.- Los modelos dicen que vamos a tener un verano muy caluroso. Por lo pronto, ya hemos tenido una ola de calor y me temo que hay otra en puertas. Agosto será también caluroso, según los modelos. Los pronósticos a más de seis días pueden no cumplirse.
P.- ¿Es verdad que ahora el tiempo está más loco que antes?
R.- Eso de que el tiempo está loco lo vengo oyendo desde que nací meteorológicamente. Y no está tan loco.