THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Tacho de la Calle: «TVE está condicionada por políticos que no tienen ni idea de la tele»

La televisión, en la que comenzó a los 15 años, ha marcado la existencia de este importante realizador

Su vida es la televisión. Detrás de las cámaras y en los platós ha invertido buena parte de su existencia. Tacho de la Calle, uno de los realizadores de televisión más importantes de nuestro país, parece la historia viva de 60 años reflejados en una pequeña pantalla.

Llegó a TVE con 15 años, después de haber sido botones en el departamento gráfico del Ministerio de Educación y Ciencia. A partir de ese momento, sin apenas interrupción, fue reportero gráfico en guerras, operador de cámara en la Vuelta Ciclista a España, realizador de debates políticos y de casi un centenar de programas informativos y de entretenimiento emitidos por televisiones públicas y privadas. «Yo me he criado en la televisión. He dormido más en la televisión y en los hoteles que en mi casa. Mis hijos se han criado entre cables de platós», afirma, mientras lamenta que los políticos españoles sigan condicionando un medio que desconocen, un medio del que «no tienen ni idea».

El currículum resumido de este profesional ocupa siete folios. Imposible de reproducir en esta entradilla de Fuera de micrófono. Sólo anotar que fue jefe de realización de Telemadrid desde 2004 hasta 2019, año en que fue despedido por llevar a cabo la realización de un debate electoral organizado por la Academia de Televisión estando de baja. Una vez más, se impuso la pasión por su trabajo a cualquier otro tipo de consideraciones.

Todavía hoy, a sus 72 años, sueña con una televisión de calidad, donde se piense más en los telespectadores que en el brillo personal de quienes la hacen. «Te agradezco que me hayas invitado a este espacio —afirma al finalizar la entrevista—, porque es bueno que se hable de la televisión, incluso bien». Al fin y al cabo, es lo que más le ha hecho disfrutar en esta vida.

PREGUNTA.- Empezaste de ayudante de cámara a los 15 años. ¿Cómo recuerdas aquel comienzo tan prematuro?

RESPUESTA.- En aquella época empezábamos a trabajar muy jóvenes. Yo empecé de botones en el laboratorio fotográfico del Ministerio de Educación y Ciencia, con 13 años. Y en ese laboratorio me hice técnico de fotografía. Allí había unas cámaras de cine de 16 milímetros, que el Ministerio prestaba a TVE para hacer documentales. En un momento dado, TVE nos dijo: «¿Por qué no os quedáis con nosotros?». Estuve un tiempo como ayudante de cámara e inmediatamente pasé a ser cámara. Creo que fui el cámara más joven de TVE.

P.- Uno de los primeros destinos fue informar, junto al reportero Jesús González Green, de la Guerra del Sinaí.

R.- Ya anteriormente había estado en Chad, Guinea Conakri, Libia, Pakistán y Bangladesh. En varios conflictos bélicos. Hombre, lo que más repercusión mediática tuvo fue, efectivamente, el bombardeo del Sinaí porque era la primera vez que un equipo de TVE era bombardeado por aviones israelíes. Estaba con nosotros Vicente Talón, un maestro del periodismo. Nos bombardearon y caí al suelo con la cámara por la onda expansiva. Eso fue muy impactante. La guerra te aporta una experiencia personal muy intensa.

P.- Siempre te ha gustado la aventura y el deporte de riesgo. Te recuerdo subido en una moto de la Vuelta Ciclista con una gran cámara encima del hombro.

R.- Es cierto que a mí el riesgo me ha gustado siempre. Lo que me gusta del riesgo es controlar el miedo. He hecho paracaidismo, he corrido en coches, he hecho ala delta… He llegado a ser vicepresidente de la Federación Aeronáutica. Me gustaba volar. La Vuelta Ciclista a España fue un castigo muy sibilino de TVE porque decidí dejar de trabajar con Miguel de la Quadra Salcedo. Quería hacer otras cosas. Entonces, me mandaron a la Vuelta, que no la veía nadie. Tenía que hacer todos los días tres minutos para el Telediario. Recuerdo que no teníamos ni moto, ni nada, y contrataron a un mecánico de Murcia. Grabábamos en cine de 16 milímetros. Recurrí a las películas de indios en la tele para grabar y contar bien una persecución al ciclista escapado.

«Recurrí a películas de indios para contar la persecución al ciclista escapado»

P.- ¿Dejaste TVE cuando empezaron las televisiones privadas?

R.- Antes hice con Tabacalera la Vuelta al Mundo del barco Fortuna, la ruta del Descubrimiento, y después me llamaron de Canal Nou para que les asesorara en la puesta en marcha de la televisión autonómica valenciana. Y, luego, al cabo de un tiempo, me llamó Valerio Lazarov para que trabajara con él en Telecinco. Me dijo: «¿Qué idea tienes tú de la televisión?». Le dije: «Mira, para mí en la televisión el protagonista es el público». Me dio un abrazo muy grande, nos dimos la mano, y ni siquiera firmamos contrato. Inmediatamente, me fui a los estudios a hacer el programa de las Mamma Chicho.

P.- El programa se llamaba Tutti Frutti y tuvo bastantes críticas.

R.- Pero, fíjate, si lo comparas con lo que hay ahora. La verdad es que las Mamma Chicho eran un anzuelo para que la gente viera Telecinco. En algunas galas llegamos a tener el 74% de share. El concepto de las galas lo inventamos en Telecinco. Valerio y yo estuvimos hasta cuatro y cinco horas discutiendo un plano.

«Las Mamma Chicho eran un anzuelo para que la gente viera Telecinco»

P.- ¿Se puede afirmar que por TVE han pasado los mejores realizadores, como Valerio?

R.- Auténticos maestros. Chicho Ibáñez Serrador, Enrique de las Casas, Pascual Cervera –que hacía los programas de Félix Rodríguez de la Fuente-, Pilar Miró o Emilio Martínez Lázaro, con el que yo hice algún reportaje para Informe Semanal. José Luis Cuerda estuvo con nosotros en Informativos y, de hecho, un hermano mío le hizo muchos reportajes, que le sirvieron a Cuerda para obtener el primer carnet de meritorio para director de cine. En TVE ha habido gente muy buena: directores de fotografía, maquilladores, operadores de cámara… Te puedo hablar de Evaristo Canete, de Miguel Cañadas, José Luis Márquez; gente que ha hecho auténticas maravillas en el reporterismo. Había una escuela profesional muy buena, que desarrolló la imaginación ante la escasez de medios.

P.- Hoy, sin embargo, se puede grabar hasta con un teléfono móvil.

R.- El gran problema es que hay una dependencia técnica muy grande. Existe una saturación de medios. El móvil es una unidad de producción total. Tú grabas, editas y puedes emitir desde cualquier parte del mundo. Nosotros, por ejemplo, cuando íbamos a una guerra teníamos que llevar latas de películas de 120 metros y, cuando tenías que esconder el material para que la policía en las aduanas no te las quitase si te cacheaban, era muy complicado. Ahora, es una tarjetita que la pasas por cualquier lado.

P.- Insistes mucho en que el realizador tiene que pensar siempre en el espectador. ¿Por qué?

R.- Estamos perdiendo el respeto. Igual que un torero torea para el público y un cantante canta para gustar al público, para nosotros, los realizadores y profesionales de televisión, el empresario más importante es el espectador. El espectador es sagrado. El gran problema que yo encontraba en TVE, el imperativo, es que el telespectador tenía que ver lo que a nosotros nos diera la gana. Existía la famosa teoría de que la realización es muy subjetiva. No. La realización es subjetiva en una película, que normalmente suele ser de autor. Pero en una entrevista tienes que dar el plano corto de uno y el plano corto del otro. Los buenos realizadores son aquellos que son excelentes informadores con la imagen, de tal forma que el telespectador pueda crear su propia opinión. Por ejemplo, en los debates políticos, no es sólo la acción de quien habla, sino la reacción de quien escucha. A mí me gustan mucho los debates que se hacen en Francia. Lo tienen muy bien estructurado, disponen de banco de tiempo y respetan la confrontación.

«A los políticos españoles les preguntas la hora y te cuentan cómo se fabrica un reloj»

P.- Si repasas los debates que has realizado, ¿quién ha sido el líder político que mejor lo ha hecho?

R.- Felipe González tenía una imagen formidable y era un comunicador nato. Tenía telegenia. Con una naturalidad pasmosa, podía estar en silencio ante la cámara durante un rato y no pasaba nada. Seguías pendiente de él, porque tenía ese encanto. Hablando de encanto, Manuel Martín Ferrand – un tío gordo, grande, alto -, cuando se ponía delante de la cámara alucinabas. Adolfo Suárez también lo hacía bien. En los últimos debates el que más me convenció, fíjate, fue Santiago Abascal. Las indicaciones previas que yo hacía a los candidatos el que mejor las entendió fue Abascal. Santiago lo hizo muy bien. Aquí los políticos no saben hacer totales de 20 segundos. No tienen la formación de la comunicación para los debates. Les preguntas la hora y te cuentan cómo se fabrica un reloj. Habría que ayudarles, instruirles.

P.- En 2004 te incorporarse a Telemadrid como realizador jefe. ¿Es muy distinta una televisión autonómica que una televisión pública de cobertura nacional?

R.- Yo recuerdo las imágenes que rodé del atentado a Carrero Blanco. Cuando las llevé a Prado del Rey, todavía estaban pensando que había sido un escape de gas. Retrasaron la emisión de aquellas imágenes. Esto lo llevas a una televisión privada e inmediatamente se emite. El problema de las televisiones públicas es que tienen que hablar primero con el de la izquierda, con el de la derecha y con el del centro. En TVE cuando quieres montar un debate lo primero que se piensa es en quién va a estar, no en lo que se va a hablar. La contaminación política es tan gorda en los medios –sobre todo en las televisiones públicas– que la televisión está perdiendo encanto.

«He visto cómo metían en un plató un decorado que no cabía»

P.- ¿Cómo estaba Telemadrid cuando llegaste?

R.- He tenido la gran suerte de que para mí la profesión ha sido un divertimento. Me lo he pasado siempre tan bien que no era un trabajo. Sabía a qué hora empezaba, pero nunca he tenido idea de cuando iba a acabar. He tenido tres divorcios, claro. La consecuencia de eso ha sido una vida un tanto complicada.  La televisión es fascinante.  Pero Telemadrid es difícil de hacer. El modelo que se ha trasladado a las televisiones autonómicas es el modelo propio de los años sesenta o setenta. La magnitud burocrática es inmensa y no hay capacidad de reacción. Es imposible reaccionar rápidamente a algo. Hay que pedir permisos para todo y luego la más incapacitada o incapacitado del mundo te dice: eso no se hace así y además tengo que verlo yo antes. He visto como han metido en un plató un decorado que no cabía.

«Yo he ido a dar a la televisión, mientras que otros iban a llevárselo»

P.- Después de tantos años como responsable de Realización en la televisión autonómica madrileña, te despidieron en 2019 por realizar un debate electoral en la Academia de Televisión estando de baja. ¿Qué pasó realmente?

R.- Mi pareja estaba muy grave y yo solicité un mes sin empleo y sueldo, pero me dijeron que eso no estaba en su política. Los sindicatos, no sé por qué extraña razón, nunca se portaron bien conmigo. No me dieron esa autorización. Un día me dolía mucho la cabeza, fui al médico y me dijo que estaba con un cuadro depresivo activo, porque trabajaba constantemente para no pensar. Me dieron la baja y los compañeros de la Academia me llamaron para ver si podía realizar el debate electoral, como lo había hecho en anteriores elecciones. Al estar de baja, pedí autorización a la Seguridad Social, con toda la honestidad del mundo. La respuesta fue: «Hágalo usted, mientras no cobre por ello, porque le va a venir bien para superar la depresión».

Lo hice, salió bien, y yo me creía que era Rocky subiendo las escaleras. Pero al día siguiente un amigo me mandó el recorte de un periódico con la noticia de que había sido despedido de Telemadrid. Después me llegó el burofax informándome del despido fulminante. Puse una demanda y la gané. Decían que yo había cobrado, cuando todo el mundo sabe que en los debates de la Academia nosotros no cobrábamos nada. Se demostró que eso era así. Para mí, la profesión es sagrada. Nunca he choriceado. Sigo pagando mis cuotas y mis hipotecas. No me he hecho millonario, como otros, con la televisión. Yo he ido a dar cosas a la televisión, mientras que otros han ido a llevárselo.

«Mis hijos se han criado entre cables de platós y yo volvería a hacer lo mismo»

P.- ¿Cuándo te van a dar un premio a su trayectoria profesional?

R.- Para mí, el mejor premio es el respeto profesional.  Los premios a la trayectoria siempre se los dan a quienes están delante de las cámaras, y yo estoy detrás. 

P.- Si tuvieras que elegir uno de los muchos programas que has hecho, ¿con cuál te quedarías?

R.- He hecho de todo -deportes, misas, funerales de Estado-, pero de lo que más satisfecho estoy es de un programa que creé yo, que se llamó Clásicos irreverentes, para promocionar la música clásica. Era una especie de Operación Triunfo, un talent show, para elegir a músicos jóvenes y conformar una orquesta. El vencedor tenía derecho a participar con la Orquesta de RTVE en un concierto. No había premios en metálicos, sino premios de satisfacción. Un día vino una señora y me dice: «¿Es usted Tacho de la Calle? Me va permitir que le dé un abrazo. Mi hija no ha ganado, pero hemos ganado con un programa como este». Para mí eso es muy satisfactorio porque entiendo que la televisión no debe ser contemplativa. Ha de ser de compromiso. Tiene que pellizcar a la gente, motivarla, vender valores, como son el trabajo, el sacrificio, la generosidad, la entrega, el respeto y la disciplina. Y ese programa reunía todo eso.

Lo que más me reventó es que con un producto tan bueno, tan realmente blanco y estimulante para todos, llegase Rosa María Mateo, presidenta de la Corporación de RTVE, desgraciadamente, y quitase el programa porque era muy caro. ¿Muy caro? Se lo digo a los telespectadores. Costaba 600.000 euros, 15 programas de una hora, en La 2. Quitan ese programa y abren uno en La 1 de casi 600.000 euros por emisión en el que ponían a niños de cuatro a diez años a cantar ópera. Un programa en el que ni siquiera quiso participar la Orquesta de RTVE. Esa es la labor que hacemos en los medios cuando sometemos la televisión a intereses públicos y de otra índole para fomentar el voto. En lugar de utilizar la televisión pública para fomentar los valores que realmente tenemos que fomentar. Lo digo directamente a cámara. Yo no estoy denunciando a nadie. Estoy poniendo encima de la mesa la utilidad de las televisiones públicas. Hagamos cuenta de cuánto dinero llevamos gastado en las televisiones públicas y hagamos cuenta si hemos conseguido integración o desintegración de país.

Tacho de la Calle y Javier del Castillo. | Carmen Suárez

P.- El modelo de televisión pública sigue sin definirse, gobierne quien gobierne.

R.- Ha habido gestores muy buenos en RTVE. Fernando Castedo fue excelente; de lo mejor que ha habido. Lástima que se lo cargaron también. El gran problema de las televisiones públicas es que están muy condicionadas por los políticos. Pero, por políticos que no tienen ni idea de televisión. Entonces, entienden que la doctrina política hay que meterla en los informativos. Porque no es lo mismo decir: ha ganado el Real Madrid que ha perdido el Barcelona. Todos los que nos dedicamos a la información sabemos lo que eso significa. La pena es que un medio de comunicación tan formidable, con una capacidad de penetración social tan impresionante, esté al pairo. Y es que está al pairo.

P.- Como miembro de la Academia de la Televisión desde los inicios, ¿cuál es realmente su papel?

R.- Mikel Lejarza y Rafael Anson fueron quienes pusieron en marcha la Academia. Luego estuvo Jesús Hermida, Valerio Lazarov, yo mismo, Jorge Sánchez Gallo, Chicho Ibáñez Serrador, Antonio Mercero, Manuel Campo Vidal, Mercedes Milá, Guillermo Summers, muchos. Empezamos aquella historia un centenar de personas y ahora creo que somos cerca de mil. ¿Cuál es la función de la Academia? Igual que la de la Academia de la Lengua es dar brillo y esplendor a la lengua, la de la Academia de la Televisión es dar brillo y esplendor a la televisión. La gente confunde muchas veces la Academia de Televisión con una asociación de profesionales y no es así. Somos un ente sin ánimo de lucro y un punto de encuentro de todos los profesionales de la televisión, con todas sus sensibilidades.

P.- Si volvieras a empezar, ¿harías lo mismo o qué cosas no harías?

R.- Volvería a hacer lo mismo. Yo me he criado en la televisión. He dormido más en la televisión y en los hoteles que en mi casa. Mis hijos se han criado entre cables de platós y volvería a hacer exactamente lo mismo. ¿Qué puliría? Pues que, por favor, no entrasen los políticos en las televisiones. Eso es lo que trataría de corregir. La televisión tiene que estar para lo que tiene que estar: para fomentar, para entretener, para integrar y para informar.

P.- ¿No te gusta ver los toros desde la barrera?

R.- Sigo cabreándome mucho cuando veo que se está realizando sin pensar en los telespectadores. Te agradezco que me hayas invitado a este espacio, porque es bueno que se hable de la televisión, incluso bien. Y que hablen los que mejor la conocen.

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