Sibely Valle: «Se trata a los empresarios como si fueran delincuentes o maleantes»
Presentó el primer programa de divulgación económica de TVE en los años 80 y unos años después pidió la excedencia
Algunos telespectadores de cierta edad recordarán a esta mujer de melena rubia, Periodista que estudió la carrera en la Escuela Oficial de Periodismo, moderando los miércoles una tertulia sobre economía en la Primera Cadena de TVE, antes del Telediario. El programa se llamaba Encuentros en libertad y el debate venía precedido de una serie de películas realizadas por los economistas Milton Friedman y John Kenneth Galbraith.
A principios de los años 80, Sibely Valle era todavía muy joven, pero ya había sido pionera en los informativos de la Segunda Cadena –junto a Joaquín Arozamena, Victoria Prego y Andrés Martín Velasco– y presentadora de noticias, sin el requisito de ser locutora, que se exigía entonces.
Sibely recuerda aquellos primeros años de Prado del Rey, con sus luces y sus sombras. Los tiempos en que estuvo codirigiendo Encuentros en libertad -junto al realizador Fernando Navarrete- y presentando en solitario un espacio de divulgación economía que intentaba hacer honor a su nombre, con más de cinco millones de telespectadores, y con asesores de lujo, como Carlos Solchaga y Cristóbal Montoro, que después serían ministros. Sin embargo, agotados ya los temas de aquellos debates económicos, desapareció el programa de la parrilla y trabajó durante dos años en la preparación de un nuevo espacio, dedicado a los Premios Nobel, que nunca llegó a emitirse.
Durante su trayectoria profesional, Sibely Valle ha sido también productora de espacios televisivos para Telemadrid, Antena 3 y la propia TVE, pero por cuenta propia. Creadora de su propia empresa de comunicación –Sivermagen S.L-, ha dirigido la comunicación de grandes empresas y ha puesto en marcha proyectos editoriales relacionados con la gastronomía, la salud o el turismo.
Esta emprendedora, obligada a superar clichés machistas con una sonrisa, afirma en Fuera de micrófono que la inseguridad jurídica y la incertidumbre dificultan las inversiones en nuestro país, a la vez que lamenta la mala imagen que se proyecta en España sobre la figura del empresario, agente fundamental para la generación de empleo y riqueza.
Pese a la incertidumbre que sobrevuela el futuro de nuestra economía, Sibely no pierde la sonrisa, ni ese sentido del humor que le permite poner a mal tiempo buena cara y reírse de cómo reaccionó aquella noche, cuando llegó a casa después de una cena de trabajo, y su primer marido le comunicó que la habían llamado para ofrecerle ser jefa de Nacional de los primeros informativos de la Segunda Cadena. O la gracia que le hacía Joaquín Arozamena, acariciando en el plató al perro que había adquirido ella para formar parte de un programa sobre mascotas que se llamó Uno más en la familia. Un espacio adquirido por TVE en el que Joaquín y Sibely volvieron a reencontrarse muchos años después de sus inicios en los informativos de la Segunda Cadena.
PREGUNTA.- Guardo unas fotos tuyas, creo que de los inicios en TVE.
RESPUESTA.- Esas fotos son de cuando dirigía y presentaba el programa de economía Encuentros en libertad. Mi entrada en TVE fue anterior. Encuentros en libertad es de los años 80. Fue un programa rompedor. El primer programa sobre economía que se hizo en la Primera Cadena de TVE. De alguna manera, nosotros empezamos a contarle a la gente lo que era la inflación, el PIB, etc.
P.- Antes de entrar en TVE, trabajaste en el periódico Nuevo Diario.
R.- En 1968 yo acababa de terminar la carrera y fui a hacerle una entrevista al director de Nuevo Diario, José Luis Cebrián. Al día siguiente de aquella entrevista, me llamó y me fichó. Le debió de gustar la entrevista. A mí me gustó él, porque era un fuera de serie. En Nuevo Diario estuve desde el 68 al 76. Lo vi casi nacer y lo vi cerrar. Estando en el periódico me llamaron de TVE. Si hay tiempo te cuento cómo me llamaron.
«Los informativos de la Segunda Cadena fueron el primer intento de hacer una televisión más libre»
P.- Sí, claro, puedes contarlo.
R.- Llegué a casa, después de una cena, y mi marido, que también era periodista, me dijo: «Sibely, ¿quieres trabajar en TVE de jefe de Nacional en los nuevos informativos de la Segunda Cadena?». Me quedé mirándolo y le dije: «Lo lógico es que, viniendo de una cena, la que traiga una copa de más sea yo, no tú que estás en casa con el niño». Y me contesta: «Es que te han llamado esta tarde para ofrecerte ese puesto». Yo no conocía a nadie en TVE, pero me llamó Francisco Ruiz de Elvira, director de Informativos de TVE-2, y me fichó. Aquellos informativos fueron un intento de apertura de TVE, para hacer unos telediarios más plurales y más libres. Con la idea también de cambiar los presentadores por periodistas. En la Primera Cadena había unos presentadores maravillosos, locutores magníficos –David Cubedo, entre otros-, que presentaban el Telediario muy serios, con su corbata y su traje, y nosotros, más jóvenes, salíamos sin corbata y contábamos lo que sabíamos. No leíamos. Eso era más complicado, porque a veces se te olvidaban las cosas.
P.- En esos primeros informativos de la Segunda Cadena de TVE coincidiste con Joaquín Arozamena, Victoria Prego y con un buen amigo tuyo, Andrés Martín Velasco. ¿Cómo lo recuerdas?
R.- Andrés era amigo mío del periódico y entramos el mismo día en TVE. Victoria Prego estaba en el área Internacional y nosotros en Nacional. Fue una época preciosísima. Teníamos de realizador a un profesional indescriptible, Luis Tomás Melgar, que nos sacaba planos muy cortos. Fue el primer intento de libertad, de hacer una televisión más libre. Además, teníamos un decorado que parecía una nave espacial: subía, bajaba. Unos estaban arriba y otros abajo… Era muy divertido. Muy bonito, la verdad.
P.- El programa Encuentros en libertad consistía en emitir una película de los economistas Milton Friedman y John Kenneth Galbraith, para luego debatir sobre su contenido.
R.- Friedman era liberal y Galbraith no. TVE había comprado, a través de Pedro Schwartz, una serie de Milton Friedman, Libertad de elegir, realizada para la televisión americana. Entonces, emitíamos primero el programa de Friedman, que duraba media hora, y luego se abría un debate de otra media hora con economistas españoles de todos los colores. Invitábamos a todos aquellos que tenían algo que decir en la economía de nuestro país. Venían desde Fuentes Quintana a Fabián Estapé, presidentes de bancos, empresarios, ministros…
P.- Como asesores del programa, estaban Carlos Solchaga y Cristóbal Montoro, que luego serían ministros de Industria y Hacienda con el PSOE y el PP, respectivamente.
R.- Otro de los asesores fue Pedro Schwartz. Tuve unos asesores magníficos. Cristóbal Montoro trabajaba entonces con Eugenio Domingo, un tipo excepcional que ya no está entre otros. Fue nuestro hombre en Frankfurt durante la implantación del euro. Yo siempre le decía: a mis amigos que tienen un niño les doy la enhorabuena por el niño; y a ti porque has tenido el euro. Carlos Solchaga en aquel momento era l’enfant terrible de los socialistas y estuvo en el programa hasta que le hicieron ministro, en otoño de 1982. Me llamó un día me dijo: «No puedo seguir en el programa porque me hacen ministro». A cambio, la primera entrevista que concedió Carlos Solchaga, siendo ya ministro, fue a nuestro programa. Yo le quiero mucho.
P.- ¿Podría emitirse ahora un programa similar a aquel, a las ocho de la tarde, en TVE?
R.- A ver. Desde el momento en que entra la competencia, y esa competencia empieza a sacar escándalo tras escándalo, genera sus propios escándalos, y eso tiene audiencia, ese nuevo tipo de televisión tira de la otra. Programas como La Clave, debates en los que el nivel de los participantes es muy alto, han dejado de existir. Nosotros empezábamos el programa con cinco millones de telespectadores –que parece ahora una barbaridad– y terminábamos con siete u ocho millones. Chupábamos del tirón del Telediario.
P.- ¿Qué recuerdas del viaje a Harvard para entrevistar a John Kenneth Galbraith?
R.- Galbraith había hecho un programa espectacular para la BBC. Se permitía el lujo de desplazarse a Sevilla para grabar un plano de treinta segundos sobre la conquista de América. La BBC lo podía hacer y, de hecho, lo hacía. El programa era muy bueno y TVE compró los derechos de emisión. Cuando terminamos de dar las películas de Friedman, que era liberal, comenzamos con las de Galbraith, que tenía otra visión de la economía. Entonces, yo quise cerrar el programa con una entrevista a Galbraith que estaba dando clases en la Universidad de Harvard, y conseguimos que nos diera una cita. Me preguntó que cuánto iba a durar la entrevista, porque tenía muchas cosas que hacer, pero luego empezamos, se encontró a gusto y la entrevista duró más de una hora. Recuerdo que me dijo: «Es que usted no sabe lo que me preguntan algunos periodistas». Al acabar la entrevista, estuvo media hora más buscando un libro suyo en español para dedicármelo. Y, como no lo encontró, me dedicó uno en portugués. En la preparación de esa entrevista me ayudó mucho Ramón Tamames. De hecho, le llevé una carta de saludo de Tamames.
P.- El programa, sin embargo, no duró mucho tiempo en antena.
R.- Cuando se acabaron las películas que había comprado TVE, pasamos a debatir temas nacionales. Hablábamos de la economía del fútbol, de la música, de la moda… Eran temas que afectaban a España, vistos desde un punto de vista económico. Estoy convencida de que llegó un momento en el que todo el que tenía algo que decir en el mundo de la economía española ya había pasado por el programa. Como teníamos asesores de diferentes tendencias, conseguimos hacer un programa objetivo. Salió un programa en libertad. Allí todo el mundo decía lo que quería. Pero llegó un momento en la que aquello no daba ya más de sí. Fíjate si hablábamos en libertad que un ministro al que invité me dijo: «¿Qué me van a preguntar». Le expliqué que era una tertulia en el que se hablaba de los temas económicos que fueran saliendo. Recuerdo que me pidió llevar a un alto cargo del ministerio para que le apoyara. Entonces, en un momento dado, el apoyador decidió intervenir, pero el ministro le dijo: «Déjelo, déjelo, que ya lo digo yo». Teníamos una libertad recién estrenada.
«Estuve dos años en un programa dedicado a los Premios Nobel que nunca llegó a emitirse»
P.- La siguiente criatura, dedicada a los Premios Nobel, no llegó a ver la luz, después de dos años trabajando en ello. ¿Podrías explicar qué ocurrió?
R.- Fue una idea mía. Yo quería contar cómo los Premios Nobel de Física, Química y Medicina habían beneficiado a la Humanidad. Un Premio Nobel de Literatura es muy importante, pero es más difícil de explicar cómo ha beneficiado su obra literaria a la Humanidad. Es más fácil decir que Fleming, con la penicilina, ha salvado muchas vidas. Me rodeé de un grupo importante de asesores, porque los periodistas tenemos que saber un poco de todo, pero también a quién recurrir y preguntar, para luego contarlo bien. Un día me planté en el despacho de Federico Mayor Zaragoza, al que no conocía de nada, y le conté la idea. «Me gustaría poder contar con usted». Y Federico se volcó. Me dijo: «Cuenta conmigo para lo que quieras». Tuvimos reuniones con Severo Ochoa y Mariano Barbacid. Los dos aceptaron participar. Lo mismo que el profesor Juan Oró y el médico nutricionista Francisco Grande Covián.
P.- ¿Qué obstáculo hubo, entonces, para que el programa se quedara en el cajón?
R.- No lo he llegado a saber nunca. El programa estaba ya preparado, empezamos a escribir los guiones y no se aprobaba, no se aprobaba… Y, no sé por qué no se aprobó. Tengo dos versiones. Entre los asesores, estaba Manuel Calvo Hernando, que trabajaba en el diario Ya y era presidente de la Asociación de Periodistas Científicos. Había ganado las elecciones el PSOE y hubo quien me dijo que tenía en el equipo a un exministro de UCD y a un periodista del Ya. Otra hipótesis que se barajó es que era un programa muy caro, porque había que ir a entrevistar a los Premios Nobel vivos de todo el mundo. Al no aprobarnos el presupuesto, lo que se llamaba el PG, pedí la excedencia y me marché.
P.- ¿Te fuiste cabreada?
R.- Decepcionada.
P.- Y te pusiste por tu cuenta, creando una productora de televisión.
R.- Me ofrecieron la dirección general de una productora, con Alejandro Goicoechea, una de las personas que más saben de televisión. Fue el creador de Viva Vídeo. Luego se marchó a enseñar cómo se hacía la televisión a Filipinas. Estando en aquella productora, Telemadrid me encargó un programa de economía que se llamó Duros y reales. Querían que yo lo dirigiera, pero era excedente de TVE y no me parecía ético hacerlo. En esa etapa aprendí lo que no te puedes imaginar. En TVE me lo daban todo echo, pero en una productora privada tienes que contratar al realizador, a los cámaras, poner el decorado, el sonido, el montaje… Hacerlo todo. Cada semana le dabas un cartucho a Telemadrid y lo emitía.
«La comunicación corporativa se basa en una relación de confianza entre la empresa y lo que tú quieres comunicar»
P.- Luego vendiste otro programa a TVE sobre mascotas, que se llamó Uno más en la familia, presentado por Joaquín Arozamena.
R.- He hecho economía, política; en el periódico hice moda, entrevistas… Y, para TVE, hasta un programa de perros y gatos. Uno más en la familia empezó a emitirse en la Segunda Cadena y luego lo pasaron a la Primera, los sábados por la mañana, y no te puedes imaginar las miles de cartas que recibíamos de todo el mundo que tenía una mascota. De hecho, compré un perro que se sentaba encima de Joaquín Arozamena y Joaquín lo acariciaba. Se llamaba Frusi, un Golden Retriever precioso. A veces, se le cerraban los ojos. Fue un programa que, si no recuerdo mal, estuvo en la programación un par de temporadas. Funcionó bien.
P.- En otro momento de tu vida decides montar una empresa de comunicación, cuando la competencia en ese sector era escasa.
R.- Éramos cuatro gatos. La comunicación de las empresas sólo existía en EEUU. El otro día leí en un informe de DIRCOM -asociación de la que fui fundadora, en 1992- que decía que los estudiantes de Periodismo, como tienen pocas posibilidades de entrar en un periódico o en una televisión, en un porcentaje altísimo dicen que su objetivo es trabajar en una empresa de comunicación. Cuando yo monté la empresa de comunicación fue una locura, de esas cosas en las que te metes y a ver qué pasa. He llevado la comunicación de empresas muy importantes. La comunicación corporativa se basa en una relación de confianza entre la cabeza de la empresa – presidente, consejero delegado o director general – y lo que tú dices que quieres comunicar. Tienes que tener la confianza suficiente para decirle al presidente de la compañía que se ha equivocado. En una ocasión, trabajando con una empresa muy grande, aquello salió mal y el presidente me dijo: «Tenías razón Sibely, no teníamos que haberlo hecho así». Me parece maravilloso. Porque tú conoces cómo funcionan los periódicos, las televisiones, el tipo de información que les interesa. Lo que no puedes es intentar venderle a un periodista algo que no es cierto. Lo que yo digo siempre en la primera reunión con la empresa que ha contratado nuestros servicios es que les quede claro que yo jamás voy a mentir. Ni voy a engañar a un compañero. Lo único que tengo es mi prestigio. Y la verdad es que esa manera de trabajar no me ha funcionado mal.
«Las grandes empresas y los inversores miran a Portugal con los ojitos dulces»
P.- En la situación actual, ¿hasta qué punto la independencia de los medios privados está condicionada por la publicidad?
R.- No estoy ahora mismo en activo en un medio de comunicación, pero creo que ese planteamiento que teníamos los periodistas de decir «me da lo mismo por donde entre la publicidad; yo digo esto y lo firmo», está cambiando. Y, cuando el redactor jefe te cambiaba el titular, decías: «no, perdona, yo soy el que firma esta información y el titular es este otro». Te peleabas. Ahora, me temo que esa libertad está bastante coartada. Hubo un periódico, El Economista, que, al principio, cuando salió, publicó un reportaje en el que decía que El Corte Inglés pagaba menos dinero a las mujeres que a los hombres. Les sentó fatal y retiraron la publicidad, pero no importó porque el periódico tenía otras publicidades. La gente comenzó a entender que eso era libertad, que ese periódico estaba informando libremente y denunciando una situación real: que los chicos cobraban más que las chicas.
P.- ¿Cómo afecta la situación política actual, con la incertidumbre en la que estamos, a la economía?
R.- Lo tengo muy claro. Creo que el Gobierno está haciendo todo lo contrario de lo que hay que hacer para que la economía de nuestro país se desarrolle. Como si los empresarios fueran maleantes y quienes triunfan y han tenido éxito fueran delincuentes que se están aprovechando del pobre trabajador. Pero, Dios mío, si esa empresa da trabajo a cien mil personas, está mejorando la vida de las personas y generando riqueza. ¿Esos trabajadores estarían mejor en el paro o con una subvención de 400 euros? Por favor. Lamentablemente, no es el mejor momento para que alguien invierta con total seguridad jurídica. Con la seguridad de que no le van a cambiar los impuestos de la noche a la mañana. Las grandes empresas y las futuras inversiones miran a Portugal con los ojitos dulces.