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'Succession' en Ferrari: la trifulca familiar que empaña los beneficios de la marca

La familia heredera de Gianni Agnelli, el legendario nieto del fundador de Fiat, anda a la gresca por el reparto de su enorme patrimonio

‘Succession’ en Ferrari: la trifulca familiar que empaña los beneficios de la marca

El director de la escudería Ferrari, Mattia Binotto (izq.), conversa con John Elkann, presidente de Stellantis. | Europa Press

No tiene sentido. A día de hoy Ferrari ya vale más en bolsa que todo el grupo Stellantis. Y no tiene sentido porque el año pasado la marca de Maranello vendió 13.221 deportivos, mientras que su antigua compañía de referencia colocó 5,84 millones de vehículos, 441 veces más. En 2017, el desaparecido Sergio Marchionne decidió escindir a la firma del cavallino de lo que entonces era el grupo FCA (Fiat Chrysler Automobiles), hoy Stellantis. Llevó la marca a las bolsas de Nueva York y Milán, y aunque su valor fluctúa, sus acciones han multiplicado su precio por seis desde que saltó al parqué en 2015. Desde entonces han pasado de 52 dólares a rondar los 300, y ello eleva su valor bursátil absoluto a 53.800 millones de dólares. Lo sorprendente es que la empresa de la que se separó para emprender su viaje en solitario vale menos, y tiene un valor de 51.480 millones, en un cálculo de Automotive News Europe. 

El misterio reside en que Ferrari desata la confianza de los inversionistas ante un mundo económicamente polarizado. La riqueza se concentra y los posibles compradores de productos premium están en aumento.

De 2021 a 2022, Ferrari pasó de vender 11.551 coches a los citados 13.221, un crecimiento de un 14,4% de un año para otro. Como consecuencia, sus beneficios netos pasaron 909 a 1.024 millones de dólares; los italianos ganan de promedio algo más de 77.000 dólares por cada coche que sale de su factoría. En el primer trimestre de este 2023, Ferrari entregó 3.457 vehículos, un 9,7 % más que en el mismo periodo de 2022. Es fácil imaginar que a finales de año superarán ampliamente las catorce mil unidades matriculadas. Sus libros de pedidos están cerrados hasta 2025 por una sencilla razón: su factoría no pueden atender la demanda de ni un solo coche más.

Y si las acciones de Ferrari valen 298 dólares a día de hoy, las de Stellantis, en cambio, rondan los 16,20. El producto de la fusión entre las catorce marcas que opera el grupo, entre las que están Fiat, Maserati, Chrysler, Dodge, RAM, Peugeot, Citroen, Opel o Jeep, y todas juntas valen en bolsa los citados 51.480 millones de dólares. 

‘Succession’  

No todo es brillante y luminoso en la cuadra del cavallino rampante (y el resto de empresas asociadas). Existe una silenciosa guerra interna que parece extraída de la serie Succession. HBO dispone de cuatro temporadas en la que desgrana los desvaríos de una familia rayana en lo disfuncional, cuyo eje no es otro que el dinero. El magnate de los medios de comunicación Logan Roy tiene que abandonar el poder de su corporación, y las luchas entre sus herederos conforman la trama principal de un drama ficticio. No será precisamente ficticio el dictamen de un juzgado de Turín que este verano decidirá algo paralelo a lo que se puede ver en la serie.

La familia heredera de Gianni Agnelli, el legendario nieto del fundador de Fiat, anda a la gresca. El magnate falleció en 2003 víctima de un cáncer de próstata, y parte de la herencia recayó sobre su hija, Margherita. En un acuerdo familiar, Margherita quedaba apartada del poder, que recaería sobre su hijo John Elkann, actual presidente de Stellantis y consejero de Exor, empresa matriz que posee el mayor paquete accionarial de Ferrari. En aquel apaño familiar, Margherita recibió obras de arte, propiedades y activos líquidos, a cambio de apartarse del mandato en la compañía, en el que no estaba muy interesada. La capacidad de decisión basculó hacia los Elkann, hijos de Margherita fruto de un matrimonio anterior con el periodista Alain Elkann, y nietos políticos de Agnelli.

La famiglia Ferrari

Los Elkann son tres hermanos. John parece el más juicioso, y Ginevra vive una vida algo más sencilla, dedicada al mundo del cine. El que es un verdadero personaje es el tercero, Lapo. Es el díscolo de la familia y asoma a cada poco en los tabloides y medios del cotilleo. Ha protagonizado escándalos de todo tipo: accidentes de coche que lo mantuvieron en coma durante días, o sobredosis con ingresos en clínicas de desintoxicación. Una noche los paramédicos le atendieron a punto de irse al otro barrio tirado desnudo en la cama de una conocida prostituta transexual. En otra ocasión, y en pleno síndrome de abstinencia, simuló su secuestro pidiendo los 10.000 dólares que necesitaba para una dosis. Maneja una empresa de marketing y diseño que se atreve a pintar Ferraris como si fueran vehículos militares de camuflaje, algo que está radicalmente prohibido por la compañía… que pertenece a su familia. 

Lapo Elkann, en la tribuna del Allianz Juventus Stadium. | Europa Press

Margherita reclama ahora la parte de la herencia de Marella, su madre y abuela de los Elkann, una porción que desea reciban los hijos que tuvo con una pareja posterior, Serge de Pahlen. Hay más. La reclamante aduce que tras la muerte de Gianni Agnelli se descubrió un patrimonio no declarado y de la que entiende es acreedora. Este embrollo alberga, además, un elemento geográfico extra. Si Marella fuese residente en Suiza o en Italia, el dictamen podría cambiar. Un lío de película, ante el que los personajes de Succession sonreirían con la maldad de los que ya se saben la canción. La parte buena, para todos ellos, es que al final del final, todos se irán por su camino subidos en un Ferrari. En un coche así, nadie está triste. 

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