Elon Musk vuelve a adelantarse al resto y mete los pies en el futuro con su robotaxi
El Tesla Cybercab es 100 % autónomo y con unas líneas a caballo entre el Model 3 y el Cybertruck
Haga lo que haga, siempre es noticia. Elon Musk ha protagonizado sonoros fracasos, pero también muy reconocibles aciertos. Una de sus premisas es que no trabaja para lo que la gente quiere, sino para lo que va a querer; parece que vive una década por delante de su competencia, y para dominar en el futuro cercano ha parido su último invento: el Tesla Cybercab.
Lo intentó con el Hyperloop y le salió solo regular, con sus cohetes de SpaceX le va muy bien y hace la competencia, cuando no le vende sus viajes, a la propia NASA, pero el aldabonazo mayor fue el de sus coches eléctricos. Con ellos volvió loca a una industria que a duras penas se está transformando, y les acaba de tirar una nueva carga de profundidad que de salirle bien, va a provocar un huracán Milton entre los fabricantes.
Taxis autónomos ya hay, y aunque les falta mucho para ser perfectos, funcionan de una forma relativamente correcta. A pesar de ello, el disparo de Musk parece ir mucho más allá, y se alinea de forma visionaria con la posibilidad de eliminar al conductor de su ecuación.
Conductores de todo el mundo empuñan volantes y pisan unos pedales desde hace más de un siglo. Es una parte imperfecta de un mecanismo que ha vivido de forma casi imperturbable desde que nació el automóvil, pero con la llegada de la electrónica muchas funciones manuales se descargaron sobre el propio vehículo. Hoy, cuando se entra en un túnel las luces se encienden solas, si caen cuatro gotas los limpiaparabrisas se activan, el control de estabilidad salva miles de vidas cada año, y si te acercas demasiado al coche de delante, ya se encarga él de frenar.
Si con la computación la tendencia se aceleró, con las comunicaciones inalámbricas y la llegada de la inteligencia artificial, el piloto quedará completamente obsoleto y fuera de la ecuación. Si a todo esto añadimos que el coche está perdiendo el atractivo que mantuvo durante años como símbolo de poder, libertad, y un medio de locomoción cuando no había más opciones, ya no es lo que era.
La consecuencia social visible se refleja en que hoy día se sacan la mitad de los permisos de conducción que hace diez años, en una tendencia muy extendida en las sociedades más avanzadas y que va a más según avanza el calendario. Ocurre de forma clara en países como Estados Unidos, Alemania o España.
Las nuevas generaciones no quieren conducir ni poseer coches. Detestan lo que para ellos es complicado, con tasas, impuestos, revisiones, parking, mantenimiento, recibos mensuales, seguros y costes que no pueden ni quieren asumir. El contratiempo es que necesitan desplazarse, ir de un lado a otro. Es aquí donde la empresa de Elon Musk vuelve a adelantarse al resto con su Tesla Cybercab, que dicho de otra forma, es un coche autónomo. Si en un principio está destinado a ser un taxi, también podría ser un coche particular (alquilable a otros cuando se está en casa viendo la televisión).
Musk es un maestro del escenario. Por eso, antes de subirse a la tarima para desvelar su última criatura, mostró un video en directo de su llegada al recinto a bordo de él. Presentado en los estudios de la Warner Brothers en California, el empresario sudafricano fue transportado de manera automatizada por las calles de sus platós hasta llegar al anfiteatro donde todos le vieron llegar.
Y lo que subió junto a él, esta vez fue un vehículo biplaza, sin volante ni pedales —lo que necesitará permisos muy especiales de las autoridades—, 100 % autónomo, y con unas líneas a caballo entre el Model 3 y el Cybertruck. En su alocución dijo que costaría unos 30.000 dólares, y no dispondrá de enchufe porque su carga será inalámbrica, por inducción. La producción comenzará en 2026 para estar sobre el asfalto a finales de ese año o primeros de 2027.
De paso, aseguró que será entre diez y veinte veces más seguro que un conductor humano, lo que arrancó los aplausos de los presentes. Al lado de su robocoche, también mostró otra creación, su Robovan, una suerte de microbús con las formas de las locomotoras Streamliner. En apariencia y sin muchos detalles proporcionados, también sin volante ni pedales, puede albergar a una veintena de pasajeros.
La compañía de Musk suele adelantarse al futuro, pero sus calendarios son muy poco fiables. Casi ningún proyecto de entre todos los que ha desarrollado que haya llegó en los plazos previstos, y entre ellos está la conducción 100 % autónoma en sus coches. Este invento es para sus críticos uno de esos animales mitológicos que nunca termina de llegar, y aunque lo que tiene funciona razonablemente bien en muchas circunstancias, sigue mostrando errores de bulto.
El pilotaje autónomo es una tecnología compleja que requiere de un largo proceso de desarrollo; lo que equipan sus coches parece más bien una versión experimental de lo que será algún día. Los de Tesla llegaron los primeros a la electrificación, pero el resto de la industria está empezando a darle caza, en especial los chinos. Necesitan acelerar y ofrecer una propuesta de valor diferencial si quieren seguir creciendo al ritmo que se le ha visto en los últimos años, con esos diez millones de coches vendidos para 2030 con los que sueñan.
Las fórmulas de funcionamiento de Tesla difieren del camino técnico elegido por sus competidores. Los californianos solo utilizan cámaras en lugar de sensores. Combinan los datos visuales con inteligencia artificial para que sus vehículos tomen sus propias decisiones. Han simplificado los procedimientos al huir de tecnologías más costosas. Puede que ese sea el camino, o puede que no. De lo que no hay duda es que son la referencia para muchos, y la mayoría va a remolque les guste o no.