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La bomba ya ha estallado en la industria auxiliar del automóvil y en 2024 costó 54.000 empleos

En 2024 se fabricaron 2,38 millones de coches en España, una cifra mejor a los años previos, pero por debajo de 2016

La bomba ya ha estallado en la industria auxiliar del automóvil y en 2024 costó 54.000 empleos

Una planta de producción de automóviles en Italia. | Reuters

A finales de los setenta la sociedad mundial se estremeció ante el anuncio de la existencia de la llamada bomba de neutrones. Cargada hasta arriba de cobalto-60, mataba solo a personas con su radiación y dejaba intactos ciudades e infraestructuras. A la industria del automóvil, y en particular a sus empresas auxiliares, les ha caído una de estas con un culpable tras el disparador: el coche eléctrico.

Esa es la conclusión a la que ha llegado la CLEPA, acrónimo que pertenece a la asociación europea de proveedores de piezas para coches. Tal y como está configurada la industria, estas compañías auxiliares siguen siendo necesarias, y sus piezas en mayor o menor medida también. El problema es que con el cambio de rumbo hacia la fabricación del coche a batería, se han perdido en 2024 la friolera de 54.000 empleos.

Lo peor no es que hayan sido un 10 % más de los previstos, sino que era algo esperado, esto es: se sabía que iba a ocurrir. Puede que la cifra no exponga a ojos del profano la magnitud del evento, aunque basta con saber que en 2020 y 2021, en plena pandemia y postpandemia, se perdieron menos empleos si sumamos los dos ejercicios.

De acuerdo con el análisis expuesto en la edición número 18 de su DATA DIGEST, el principal culpable no es otro que el vehículo eléctrico. O más bien, la falta de interés de los compradores. Las regulaciones de Bruselas han llevado a empujones a las marcas a donde no deseaban ir; tenían otros planes. Los fabricantes sabían que la introducción de esta tecnología no era lo que quería el público, o no al ritmo deseado, pero los coches no cambian una tecnología por otra chasqueando los dedos.

Marcas como Fiat o Porsche apostaron muy fuerte por electrificar modelos de éxito como el Macan o el 500. La desagradable sorpresa es que ambos modelos a batería no han causado ni de lejos el impacto deseado. Los italianos han casi detenido la producción de su urbano, para dedicar la cadena de montaje a dar un paso atrás y fabricar los híbridos que el público sí desea.

Los alemanes electrificaron uno de sus modelos estrella: el Macan. El coche es sensacional, una verdadera maravilla mecánica, pero ha pasado de ventas récord a una aceptación del modelo a batería muy limitada. Ahora están barajando hacer algo parecido a los de Fiat, con un nuevo modelo híbrido, que está aún por desarrollar y con sus costes extra añadidos en I+D.

Esta situación afecta a los proveedores de piezas, los miembros de CLEPA. Cambiaron su producción, y crearon elementos periféricos y accesorios para coches que no se venden, y por lo tanto, no son necesarios. Compañías como el productor de componentes electrónicos Bosch, con 5.500 despidos en 2024 o previstos en lo sucesivo, el fabricante de cajas de cambio ZF, que despedirá a 12.000 de sus empleados en Alemania, sufren.

También pueden hablar sobre el asunto los fabricantes de neumáticos Continental, que despedirá a 7.150 empleados en todo el mundo antes de finales de este 2025, o el fabricante de faros y accesorios Valeo, que tiene fábricas en Fuenlabrada, Madrid y Martos, Jaén. Su inquietud es obvia.

La bajada de producción en el conjunto de Europa se eleva a unas 700.000 unidades menos que en 2023, y la necesidad de piezas se ha visto afectada en esa medida. A esto hay que añadir el incremento de los costes de producción, debido en esencia a la carestía de la energía. Desde la guerra de Ucrania, la electricidad es más cara, y por tanto, la producción.

España, una isla afortunada

España es uno de los grandes fabricantes de coches de la Unión Europea. Con trece plantas pertenecientes a Stellantis, Volkswagen, Renault, Ford y Mercedes-Benz, dan trabajo a 589.000 trabajadores entre empleos directos e indirectos. Algo más de un tercio de ellos atiende a la primera tipología, y más del 90 % de ellos son puestos de trabajo fijos indefinidos, con una de las tasas más altas del mercado laboral.

En 2024 se fabricaron 2,38 millones de vehículos, de los que casi el 90 % fueron para la exportación. Fue una cifra algo superior a la de años previos, aunque sigue estando por debajo de los números anteriores a la pandemia. El pico máximo se produjo en 2016, con 2,9 millones de coches producidos.

Alemania es el país líder, que produce unos 3 millones con más de cincuenta fábricas distribuidas por su geografía, Francia ensambló 1,4 millones de coches en 2022 con treinta y una factorías, e Italia, con veintitrés fábricas, apenas llegó a los 800.000. España es una potencia reconocida a nivel mundial, y a pesar de no tener marcas propias, su influencia en la industria es casi tan alta como en la economía nacional.

Impacto en el PIB

Las automotrices suponen el 7,7 % del PIB de España, de acuerdo con cifras de ANFAC —la asociación de fabricantes— y los vaivenes del sector acaban afectando al tejido que lo conforma. De momento, el temporal se capea con cierta estabilidad, pero cuando se mira alrededor, la visión no puede ser optimista para las marcas y las alrededor de 1.200 empresas proveedoras que existen en el país.

La suerte del sector reside en que de los 2,38 millones de coches fabricados en 2024, solo 115.000 fueron eléctricos, a los que les cuesta más trabajo salir de los concesionarios. En Europa, la cuota de mercado en coches eléctricos es del 14 %, y se calcula que los fabricantes deberían vender al menos un 20 % de su catálogo atendiendo a esta arquitectura para cumplir los objetivos de reducción de emisiones dictadas por la Unión Europea. La producción de vehículos en Europa descendió en 700.000 unidades actuales de 2023 a 2024. Y eso ha supuesto menores pedidos a los proveedores de componentes del Viejo Continente.

Los únicos que pueden salir con la cabeza alta de su conversión es Renault, porque Volkswagen, Mercedes o Porsche ven cómo sus cifras de ventas de este tipo de vehículos no dejan de caer. O las políticas cambian, se dulcifican las regulaciones, y hay ayudas más accesibles a la compra, o esto puede ir aún a peor. Y eso que estaban avisados, de la bomba de neutrones, y de las que pueden seguir cayendo.

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