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Tras el café y el cacao está subiendo el caucho, así que los neumáticos van a encarecerse

El coste de cambiar las ruedas de los coches está a punto de dispararse

Tras el café y el cacao está subiendo el caucho, así que los neumáticos van a encarecerse

Un neumático en la cima de una montaña. | Pirelli

Hace casi un siglo, en los años 30 del siglo pasado, Henry Ford creó una ciudad en plena selva brasileña. Fordlandia, que es como se llamó, fue una ciudad artificial plantada allí con la idea de controlar la producción del caucho necesario para sus coches. Hoy puede ser que a más de uno se le pase algo parecido por la cabeza, porque la producción mundial se está quedando corta.

Los neumáticos que usamos tienen varios componentes, como el carbón, azufre, aceite o el caucho sintético procedente del petróleo. Pero el látex que sale del árbol del caucho, el producto natural, sigue siendo necesario porque añade un agarre que ningún otro ingrediente es capaz de aportar. Las ruedas con mayor cantidad de este ingrediente, en cierto modo, son mejores. Aunque también tiene sus pegas y limitaciones, posee una mayor resistencia a la tracción, al desgarro y una mejor elasticidad.

Pero los coches son cada vez más grandes y pesados, van cargados de elementos de seguridad, otros que aportan comodidad a los pasajeros, o accesorios que hacen más llevadera la vida a bordo. Si además añadimos la moda de los SUV, las pesadas baterías de los híbridos, o las pesadísimas de los eléctricos, tenemos que con una nueva generación de vehículos, es necesaria una nueva generación de neumáticos.

De acuerdo con un estudio de Michelin, las nuevas tipologías de vehículos, con motores eléctricos que aplican parte, o la totalidad de su potencia al suelo, devoran sus ruedas un 20% más rápido que los vehículos que hemos conducido hasta ahora. Si a esto añadimos que en el mercado chino la mitad de los que se venden son eléctricos o híbridos, y a su vez, allí se venden ya más coches que en el mercado europeo y estadounidense combinados, tenemos que el consumo de caucho se está disparando a niveles nunca vistos antes.

El mundo necesita más caucho natural, y los expertos calculan que las actuales plantaciones no van a poder atender la necesidad que se plantee dentro de unos cuantos años. Esa es la razón por la que durante 2024 los valores futuros cotizados de esta materia subieron un 40% en el mercado de Tokio. Fue uno de los productos agrícolas, junto con el café y el cacao, que más crecieron de valor y se encuentran en cifras récord.

La actual situación del mercado está estresando la cadena de producción del caucho; estamos empezando a consumir goma por encima de nuestras posibilidades. En 2024 se produjeron quince millones de toneladas métricas de goma de caucho, de las que tres cuartas partes fueron directamente a los ejes de nuestros vehículos. Al dilema se está sumando un nuevo invitado: el cambio climático.

A nadie debería escapar que al igual que el vino, estos materiales provienen de latitudes muy concretas. El árbol del caucho no crece en todas partes, sino en zonas muy específicas, bajo condiciones de humedad y temperaturas propias del trópico. Los árboles que lo producen son muy sensibles a la temperatura y la humedad, y requieren una media constante de entre 25 y 29 grados y mucha lluvia.

El látex se extrae en la oscuridad, y es conveniente que la temperatura baje, para ayudar a que fluya con más facilidad. Más de las tres cuartas partes proviene del sudeste asiático, en especial de Tailandia, Indonesia y Vietnam. Su forma de cultivo en estas áreas proviene de pequeñas plantaciones, atendidas por agricultores que requieren de mucho trabajo manual en cada cosecha.

Los granjeros están empezando a sufrir el cambio climático, con el desplazamiento hacia el norte de la producción. Allí no hay costumbre de su cultivo, y existe otro tipo de planta más rentable: la que produce el aceite de palma. Las palmeras aceiteras tardan menos tiempo en madurar y necesitan menos mano de obra. Los agricultores obtienen un rendimiento mucho mayor que con el caucho –unas 20 veces en territorios como el de Sri Lanka– y sencillamente abandonan la producción del látex ante la baja rentabilidad.

El proceso de extracción de la salvia del árbol del látex. | Pirelli

Bruselas también pone reglas

A todo esto hay que añadir la nueva normativa de la Unión Europea. Entrará en vigor en 2026, e impone estrictos controles en la cadena de suministro para evitar deforestaciones en territorios ajenos a su demarcación geográfica. Se sospecha que esto va a conducir a una producción más baja, que a su vez llevará a precios más altos.

Las cinco grandes marcas, Michelin, Pirelli, Bridgestone, Continental y Goodyear construyen, en datos estimados, unos 300 millones de neumáticos al año. Sienten en el cogote el aliento de las marcas chinas, que fabrican productos de más baja calidad pero muy baratos. Es costumbre en los asiáticos hacer acopio de materia prima, así que cuando empiecen a quedarse con la producción de látex en todo el mundo, para mejorar sus diseños, las marcas establecidas sufrirán, y acabarán diluyendo las presiones del mercado en sus catálogos.

Mejor, ruedas de madera

La conclusión final es sencilla: si se te pincha tu coche, no le cambies la rueda, repárala, o puede que te acabe costando un disparate. Al mantener la que tengas, prolongarás la vida del neumático, y bajará su grado de eficiencia con afección a la seguridad, que será otro problema añadido. En Tailandia, un granjero del látex se encoge de hombros, y piensa en cómo sacar más rendimiento de su terreno. Cosas de la globalización.

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