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El nuevo Alpine A390 ruge en silencio y dibuja la senda del futuro para otros

Es el modelo más ambicioso de la marca y muchos se van a olvidar de que es eléctrico cuando se suban

El nuevo Alpine A390 ruge en silencio y dibuja la senda del futuro para otros

El nuevo Alpine A390.

Lo han entendido. Alpine presenta su muy esperado A390 y de un plumazo dicen adiós al pasado, saludan al futuro, y escriben líneas por las que otros van a pasar. En su nuevo modelo reúnen prestaciones, electrificación, y el alma deportiva que caracteriza a la marca. No dibujan lo que quieren los compradores, sino lo que van a querer.

Luca de Meo es un tipo valiente y es de los que no miran hacia atrás. Lo demostró en Seat/Cupra, lo volvió a hacer en Renault, y ahora en Alpine pega otro salto mortal sin red porque ha visto el futuro. Aúna en el último modelo presentado muchos valores distintos que aportan personalidad y emocionalidad en un paquete como hay pocos en el mercado.

El directivo italiano, que trabaja para franceses y mete las cabras en el corral a la Unión Europea, sabe que la movilidad se va a ir despidiendo poco a poco de los derivados del petróleo. A día de hoy, la electrificación es la vía de escape lógica, y las regulaciones obligan a sus marcas a cumplir con unas cuotas. Pero no se conforma con diversificar una misma oferta, sino que ha sabido dotar de alma a sus creaciones. Algo de lo que carecen la mayoría de unos coches electrificados que no han sabido dotar de este elemento a diseños muy correctos, pero que resultan fríos a casi todos.

Tras el Renault 5, llegó el 4, y aunque el Alpine A290 es una reinterpretación radical del primero, el recién llegado A390 es un vehículo de nueva planta diseñado desde cero. Presentado tras meses de rumores y filtraciones, no es solo un coche: es una declaración de intenciones. Un manifiesto envuelto en la silueta de un fastback de 4,62 metros, musculoso y elegante, que promete lo imposible: sentir la deportividad de un A110, pero alineado con las formas de moda, y sin gasolina, sin humo, y sin apenas concesiones al pasado.

Aunque por fuera se asemeje a los muy vistos SUV, el A390 no es un SUV cualquiera, ni un crossover más en la jungla eléctrica. Es el Alpine más grande y potente de la historia, y, sobre todo, el primero que mira al futuro sin renunciar a sus raíces. No es una berlina, ni un SUV, ni un coupé. Es todo a la vez.

Con los citados 4,62 metros de largo, 1,88 de ancho, 1,53 de alto, posee una distancia entre ejes de 2,71 metros lo que le aleja de los deportivos al uso. Su diseño es fluido, atlético, con una luneta trasera en forma de visera y está plagado de detalles aerodinámicos propios de la competición. Dispone de flaps en las ruedas traseras, un techo con 17 grados de inclinación, y un difusor trasero de 8 grados inspirado en los coches de la marca que compiten en las 24 Horas de Le Mans; prueba de ello es el discreto alerón negro que remata la zaga.

La obsesión por la aerodinámica no es gratuita. Es lo que indica su línea y la que se sospecha que va a ser tendencia en los próximos años en el resto de marcas; la aerodinámica de los SUV castiga su eficiencia en la lucha contra el aire. Un pequeño ejemplo en la mejora de su coeficiente de penetración son los tiradores de las puertas enrasados, una tendencia al alza en los últimos años.

Como guiño a los nostálgicos, la silueta del mítico A110 aparece discretamente en la esquina del parabrisas, recordando que la historia nunca se olvida, solo se reinventa. Parejo a su figura, las llantas, de serie en 20 pulgadas, pueden llegar a 21 para los más ambiciosos.

El habitáculo del A390 es el reino del conductor. Al igual que el A110, todo gira en torno a él. Cuenta con dos pantallas digitales, una de 12,3 pulgadas para el cuadro de mandos y otra de 12 para el sistema central, que domina el salpicadero. Alpine no olvida el valor de lo analógico: los controles de climatización siguen siendo físicos, y el volante, forrado en cuero napa azul y con base plana, es una invitación al pilotaje preciso.

Deportiva comodidad

Los asientos deportivos, pero cómodos, combinan alcántara y detalles en fibra de carbono opcionales. La banqueta trasera ofrece sujeción lateral para los pasajeros laterales, aunque el hipotético pasajero central, como suele ocurrir, viaja algo más justo. En el maletero, de 532 litros, caben las maletas de una familia y se aprovecha de una línea trasera descendente.

El sistema de audio, firmado por la prestigiosa firma francesa Devialet, pone la guinda tecnológica. Y la iluminación ambiental y los acabados transmiten esa mezcla de deportividad y refinamiento que define a la marca en esta nueva era.

El A390 es un escaparate tecnológico: cámaras de aparcamiento, asistentes a la conducción, bomba de calor de serie y un sistema de infoentretenimiento que pone el acento en la conectividad. La experiencia digital está pensada para el conductor, pero también para los pasajeros, que disfrutan de un espacio generoso incluso en la fila trasera, aunque la línea de techo condiciona ligeramente la altura para los más altos.

Tres motores con potencia vectorial

Bajo la piel del A390 late el conjunto más avanzado jamás desarrollado por Alpine. Tres motores eléctricos: uno en el eje delantero, y dos en el trasero. Tracción total permanente y un sistema de Alpine Active Torque Vectoring que reparte el par de forma inteligente entre las cuatro ruedas.

Dos versiones: GT y GTS. El GT, con 400 caballos, acelera de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos y alcanza los 200 km/h. El GTS, más ambicioso, sube a 470 caballos, y rebaja el 0-100 a 3,9 segundos, con velocidad máxima limitada a 220 km/h. Todo ello con un peso mínimo de 2.121 kilos, que la ingeniería francesa ha sabido maquillar con una distribución del 49 %delante y 51 % detrás.

La batería, desarrollada en Francia por Vektor, tiene 89kWh de capacidad y una arquitectura de 400 voltios con refrigeración específica. La autonomía, a falta de homologación definitiva, oscila entre 520 y 555 kilómetros, cifras que colocan al A390 en la zona alta de los eléctricos deportivos. La recarga admite hasta 22 kW en corriente alterna y 190 kW en continua, le permite recuperar el 80 % en menos de 25 minutos o dos horas de conducción en solo 20 minutos de carga rápida.

Un coche familiar para circuitos

Alpine ha puesto toda la carne en el asador para que el A390 no sea solo rápido, sino también divertido. El sistema de modos de conducción permite elegir entre Eco, Normal, Sport, Personalizado y uno especial para muy atrevidos denominado Track, con desconexión total de los sistemas de control electrónico. El botón rojo de Overtake situado en el volante, promete una coz con toda la potencia durante 10 segundos, ideal para adelantamientos rápidos, aunque exige esperar 30 segundos antes de volver a usarlo. Un detalle derivado de la alta competición.

Como en el A290, el nivel de recarga en deceleraciones se puede ajustar desde el propio volante, lo que permite jugar con la regeneración y el estilo de conducción. Es ajustable en cuatro niveles, con un quinto modo de pedal único, tendencia que Renault quiere implantar en toda su gama.

El A390 es un deportivo disfrazado de vehículo familiar, que la marca define como un coche de carreras con traje, y en cierto modo lo es. Su altura libre al suelo, su postura de conducción y su versatilidad lo acercan al universo SUV, pero su silueta, su bajo centro de gravedad y su comportamiento dinámico lo sitúan en otra liga. Es, quizá, el coche que mejor resume el momento de transición que vive la industria: deportivo, práctico, eléctrico, conectado, en un todo en uno muy difícil de conjuntar que dejaría contentos a un amplio espectro de conductores.

Lo bueno tiene un coste…

El Alpine A390 llegará al mercado a finales de año, con precios que oscilarán entre los 65.000 y los 76.000 euros, dependiendo de la versión y el equipamiento. Es el modelo más ambicioso de la marca, el que indica el camino a seguir en una era donde se olvidan de la combustión, y muchos se van a olvidar de ella cuando se suban en un verdadero deportivo.

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