Solbes, el ministro que no pudo soportar a Zapatero
El exvicepresidente económico salió del Gobierno para no formar parte de la corriente negacionista de una crisis que su jefe nunca quiso admitir
Pedro Solbes se cayó del caballo que montaba Zapatero como presidente del Gobierno mucho antes de ceder la cartera de Economía y Hacienda a Elena Salgado en la primavera de 2009. El exvicepresidente llevaba un buen tiempo harto ya de estar harto como responsable de una política económica impuesta por los negacionistas de Moncloa, que se obstinaban en no reconocer el alcance de la crisis. Algo parecido a lo que ahora ocurre también en España, con la salvedad de que Nadia Calviño ha demostrado ser mucho mejor mandada que su antecesor en el cargo.
Al igual que la actual responsable de la política económica, Pedro Solbes llegó al Gobierno de Zapatero en 2004 como el garante de la más pura ortodoxia económica desplegada por la Comisión Europea. Cocinero antes que fraile, Solbes trasladó a Madrid su residencia desde Bruselas donde estaba ejerciendo el más solemne cargo de comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios. Con tamaña credencial, su nombramiento como vicepresidente del nuevo gabinete socialista permitió blanquear sin necesidad de mayores avales una política económica que con el tiempo desembocó en la mayor recesión vivida por nuestro país a lo largo de este siglo antes de la pandemia.
Durante la primera legislatura Solbes manejó con mano izquierda la compleja relación que siempre mantuvo con los asesores palaciegos de Moncloa, capitaneados entonces por Miguel Sebastián. Después en las elecciones generales de marzo de 2008, cuando los fantasmas de la crisis empezaban a asomar las orejas por el horizonte, el todavía vicepresidente se convirtió de nuevo en la ‘esperanza blanca’ de Zapatero para desplegar todo su caudal político en los debates televisivos mantenidos con Manuel Pizarro como representante del Partido Popular y supuesta mano derecha de Mariano Rajoy.
Los célebres debates con Manuel Pizarro
Solbes se las tuvo tiesas con el expresidente de Endesa en un desafío sobre el futuro económico del país y rebatió las tesis más críticas de Pizarro al defender las bondades de una situación económica que ya barruntaba los peores augurios. Pero el dirigente socialista sacó su más aquilatada vis política frente a un adversario que atacaba con las verdades del barquero pero que adolecía de una cierta bisoñez en el cara a cara parlamentario. A la postre, y teniendo en cuenta el rechazo que producen las presunciones catastrofistas, Solbes se ganó a la audiencia proporcionando un inesperado éxito a Zapatero de cara a la inmediata consulta en las urnas.
El PSOE ganó al PP y Solbes repitió como no podía ser de otra manera en el puesto, pero algo debió remorder en la conciencia del vicepresidente que empezó a sentirse cada vez más solo en su torre de marfil ministerial, enfrentado con el séquito palaciego de Zapatero y convencido de la necesidad de un cambio de timón en la gestión de la estrategia económica. Solbes vio venir antes que nadie la crisis que meses antes no había querido admitir y eso le generó una incomodidad personal y profesional que terminó por estallar a principios de 2009.
Declaración premonitoria ante los empresarios
Fue precisamente el 23 de febrero de aquel año, el mismo día en que Mariano Fernández Bermejo presentó su renuncia como ministro de Justicia después de un escándalo político suscitado a partir de unas imágenes en la que se veía al dimisionario en una montería junto al juez Baltasar Garzón que entonces estaba instruyendo un sumario sobre casos de presunta corrupción dentro del Partido Popular. Solbes compareció pocas horas después del cese de Bermejo en un encuentro de carácter económico y sin el menor pudor reconoció en público su deseo de seguir el camino del que hasta ese momento era su colega en el Consejo de Ministros: “Envidio a Bermejo porque a estas horas ya es un exministro”, vino a exclamar Pedro Solbes ante una audiencia atónita de empresarios y directivos de sociedades cotizadas en un acto organizado por el diario ABC y presentado por su entonces director, Ángel Expósito.
Estas palabras fueron la premonición de un cambio de Gobierno que se llevaría a cabo dos meses más tarde, en abril de 2009. Zapatero respondió a los deseos manifestados por Solbes, pero no tuvo para nada en consideración las verdaderas razones que motivaron la desazón de su vicepresidente. Las consecuencias no se harían esperar mucho tiempo con la consabida caída en picado de la economía española y el consiguiente desgaste político del Ejecutivo socialista que propició en 2011 la mayoría absoluta de Rajoy.
Para falsea un poco más la realidad, los portavoces oficiales se esmeraron en señalar la salida de Solbes como una iniciativa del propio Zapatero. Una destitución, que no una dimisión, lo que motivó al exvicepresidente a salir al paso para dignificar su cese voluntario y desvelar los planes y advertencias que había formulado ante Zapatero para prevenirle de la crisis que se avecinaba. Probablemente si el entonces líder socialista hubiera atendido a razones la economía nacional habría podido eludir, al menos en parte, la deriva de una crisis que a día de hoy todavía sigue pasando su factura al conjunto de los españoles.
Personaje jesuítico que repitió la ruina de España en dos ocasiones. Con Felipe y con Zapatero. Que Dios le perdone porque España no debería….
@Grossman
Creo que no ha debido de entender el mensaje de fondo. En realidad usted opina muy parecido pero lo hace desde una posición de crítica radical y sin considerar que Solbes dimitió después de un arrepentimiento moral. Así es como yo he entendido el artículo que expresa hechos ocurridos en aquellos momentos. Hay que ser más comedido y menos visceral a la hora de verter opiniones. Mejor opinar con el cerebro y no con el estómago.
El artículo me parece impresentable, una sarta de mentiras, periodismo amarillo de la peor calidad.
Lo siento, la muerte no exime de los daños hechos en vida.
Solbes fue el gran artífice de los desmanes del zapaterismo, incluida la corrupción, no sujeto nada, mintió hasta la náusea, como en el debate contra Pizarro.
La crisis se creó y engordo durante su mandato, ya enseñó su cara en las elecciones del segundo mandato pero los idiotizados españoles no quisieron verlo.
El final de la historia ya la conocemos, millones de españoles sin trabajo y en la miseria mientras este personaje se enchufó en consejos de administración de empresas, algunas mangoneadas para dárselas a estados extranjeros, donde este sr engordo su caja.
La triste historia de gente sin escrúpulos que hoy se repite con Calviño, corregida y aumentada.
El tono con el que usted se expresa, sobra.
No es preciso utilizar cierto lenguaje agresivo para tener razón, simplemente demostrarlo y, por lo leído, usted se limita a opinar cuando -a mi juicio- si algo sobra en nuestra sociedad son opinadores..
Deseo -para que que no hayan suspicacias- manifestar que no soy especialmente dado a los panegíricos, pero sí al respeto al fallecido.
Y, por último, advertir que, políticamente hablando, estoy en las antípodas del PSOE.
El tono es duro con el periodista por no decir la verdad, es más, afirmar lo contrario.
La tragedia de la crisis económica de 2008 tuvo millones de víctimas, yo he conocido hasta suicidios en mi entorno cercano y hay culpables y uno de los principales fue este sr.
No es una simple opinión, las políticas de contención del gasto, del déficit público que este sr predicaba como comisario europeo, se transformó cuando fue ministro o dejó hacer.
Técnicamente la expansión artificial del crédito, el aumento y descontrol del déficit, el descontrol del crédito con la complicidad de otro sr, Fernández Ordóñez, todo para que Zapatero disfrutara del poder.
Esta es la auténtica corrupción y yo no callaré ni blanquearé a nadie porque otra vez, otra, se están dando las condiciones de engaño para la ruina de muchos españoles y europeos.
No son opiniones, es economía básica, si usted no sabe o no entiende es cuestión suya.
El adjetivo «duro», que usted asume utilizar en su comentario, cuando yo me he guardado muy mucho de adjetivar su tuno, resulta ser -a mi modesto juicio- la clásica «excusa de mal pagador».
Pero, en fin, para empatar a adjetivos, ya que es usted quien ha dado el primer paso, yo hubiese utilizado el de «zafio».
Y, al menos por mi parte, doy por zanjada esta polémica.