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Opinión

La belleza en tiempos de trans en sujetadores Nike

«Yo de momento no he protagonizado ninguna portada, pero me atrevo a decir que antes que ver nuestra celulitis borrada con Photoshop, nos hacen sentir inseguras otras cosas»

La belleza en tiempos de trans en sujetadores Nike

Karol G en un concierto en California. | Chris Tuite (Europa Press)

Karol G como en su día hizo la actriz española Inma Cuesta, le ha declarado la guerra a la revista que se tomó el atrevimiento de hacer lo que hacen el 100% de revistas de moda: retocar con Photoshop la foto de portada. Lo hizo a través de su cuenta de Instagram y yo como el resto de mortales corrí a ver el último número de la revista GQ. Esperaba encontrarme con una Karol G con el cuerpo de Giselle Bundchen y la cara de Mónica Bellucci, nada más lejos de la realidad. Me encontré con una Karol G muy poco favorecida, con unas ojeras que me recordaban a mi postparto y entonces entendí el motivo del enfado. La reggaetonera asegura en su publicación que su cara y su cuerpo no se ven así y que ella se siente feliz y cómoda con su versión al natural. Algo me dice que no es la mentira lo que le molesta, sino la fealdad y aunque no me gusten los llorones, la entiendo. La nueva activista de la naturalidad no se ha sometido a las operaciones de pecho, nariz, glúteos, labios y pómulos para que venga cualquier fotógrafo a dejarla de fea.

Según Zendaya, una de actrices de Hollywood del momento y entre otras cosas icono de belleza entre las más jóvenes, dice que este tipo de prácticas, por parte de los fotógrafos, «hacen que las mujeres se sientan inseguras». Yo de momento no he protagonizado ninguna portada, pero me atrevo a decir, que antes que ver nuestra celulitis borrada con Photoshop, nos hacen sentir inseguras otras cosas, como un pantalón pitillo, Hacienda, la menopausia, las suegras, conciliar o que Irene Montero sea la ministra de Igualdad.  

La revista de Ediciones Conde Nast no se ha pronunciado al respecto, me imagino que las palabras de la intérprete de éxitos musicales como Tusa o Bichota, podrían haber llegado a molestar en esa redacción, si no hubiera conseguido multiplicar por mucho las ventas de un ejemplar del que realmente no se tenían demasiadas expectativas. Otro caso de éxito del «marketing de pataleta».

Las que sí se han pronunciado han sido todas esas guerreras del ejército «anti estándares de belleza inalcanzables» a las que les ofende que una mujer sea o parezca ser demasiado guapa. Pero que aplauden, por ejemplo, la última campaña de la marca de ropa deportiva Nike. A los que no se les ha ocurrido una cosa más woke que elegir a Dylan Mulvaney, una tiktoker trans, para anunciar sujetadores de deporte. Que no digo que no necesite sujeción, pero dudo mucho que sea en el pecho. Como es trans ya no es inalcanzable, aunque todos sepamos que para una mujer es más fácil parecerse a Kate Moss en la portada de Vogue que conseguir tener el cuerpo de un hombre. 

También hubo aportación de quejas masculinas, esos feministas de Tinder tenían algo que decir. En Twitter todos ellos hacían un llamamiento a la naturalidad de la mujer, aunque en Instagram sean seguidores y consumidores del contenido de cuentas con nombres como @hotNikita o @sexyIrina. Esos de: «A mí me gustan morenas y sin maquillar» y que luego suspiran con el póster de Pamela Anderson. 

Y dejando el perreo para pasar a las perrerías. Qué bien le hubiera venido un poco de ese denostado Photoshop a la sobremesa de Irene Montero y Pablo Iglesias, la prueba de que a veces el exceso de naturalidad también puede acabar en tragedia o lo que es lo mismo, en un debate muy poco estético sobre si lo que tienen los de Podemos sobre la mesa es un neceser «menstruación-friendly» o la prueba de que realmente son del PSOE. Esa foto también nos habría podido sumergir en el análisis del perfil del amigo intenso, con complejo de cantautor, que toca la guitarra y que siempre encuentra el momento en una reunión para demostrar su talento, al que después de dos vinos lo posee el espíritu de Pablo Alborán y se pone romántico. Pero ese es otro tema y no quiero hacer enfadar a Karol G mezclándola con los marqueses de Galapagar, podría ofenderle, a mí me ofendería, mucho más que el Photoshop. 

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