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Opinión

¿De verdad asustan las tetas de Amaral y el pene de Wendy Guevara?

«Lo de Amaral es un gesto. Simbólico, efectista. Luego viene la turra ideológica con la que se todo se sale de tiesto»

¿De verdad asustan las tetas de Amaral y el pene de Wendy Guevara?

Wendy Guevara y Eva Amaral. | Alejandra Svriz

Hace años, cuando todavía uno era libre de contar chistes sin temer las represalias de la nueva moralidad, recuerdo que me rompía la caja con uno que, la verdad sea dicha, no podía ser más simple ni más absurdo: el de «¿Ha visto usted Mis Tetas?» No finjan que no lo conocen ni me hagan contarlo, pecadores, que saben muy bien de qué estamos hablando: el chiste de la moza que tiene una perrita que se llama Mis Tetas (¿O era Miss Tetas? ¡Ay, es lo que tiene la tradición oral, que se presta a distintas interpretaciones escritas!)…

Con el tiempo, el chiste envejeció mal y se hizo casposo, digno de un viejo verde. Pero pasado algo más de tiempo acabó alcanzado el estatus de revolucionario, porque ahora hablar de tetas es prender la mecha de una monumental bronca en la que parece estamos obligados a posicionarnos. ¡Qué coñazo! Y ya no lo digo solo por las consecuencias de la acción de Eva Amaral en su actuación en Sonorama, es una deriva que lleva tiempo tomando cuerpo.

En 1978, en plena Transición, Susana Estrada recibió el premio del diario Pueblo a «la mujer más popular» por su espectáculo Historias de striptease. La actriz, de manera coherente con su show, lo recibió a pecho descubierto a manos del alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván. En la foto aparecen todos sonrientes, sin asomo de miedo o provocación. Y la instantánea corrió como la pólvora por todas las portadas. Fue polémica, sí, pero no fue censurada.

En 2021, TVE la recuperó en sus redes sociales. Para sorpresa de todos, fue eliminada «por incluir desnudos». Instagram se justificó: «Hemos eliminado tu publicación porque infringía nuestras normas comunitarias sobre desnudos o actividad sexual». Si yo poso enseñando mi pecho desnudo, la foto pasa el filtro de la censura porque los hombres podemos enseñar nuestros pezones: se ve que los señores que ponen normas en las redes no juegan con los suyos y creyeran que están exentos de actividad sexual. El ‘nippleorgasm’ (orgasmo de pezón) alcanza a ambos géneros. Es cuestión de trabajarlos, con pinzas, con succionadores… Será por complementos. Se nota que son más de tocarse otros órganos a dos manos.

Lo de Amaral es un gesto. Simbólico, efectista. Luego viene la turra ideológica con la que se todo se sale de tiesto y acaba por aburrir a las ovejas. Pero es cierto que si a estas alturas del siglo XXI Rocío Saiz no puede cantar con la tetas al aire mientras Dan Reynolds, de Imagine Dragons, por ejemplo, lo hace muchas veces en calzoncillos, sudando como un pollo, es la muestra de una clara desigualdad. Y no veo mal que Amaral proteste como considere más oportuno. ¿Qué tienen las tetas que todavía asustan?

¿Pero asustan tanto las tetas como los penes? En México se ha producido un fenómeno inaudito. La ganadora del reality con más audiencia, La casa de los famosos, ha sido una concursante transgénero, Wendy Guevara. Wendy se hizo famosa cuando la dejaron tirada junto a sus amigas en un cerro y grabó un vídeo que se hizo viral: «¡Estamos perdidas!». Convertida en influencer con su pandilla de ‘hermanas’, entró en el concurso conquistando a la audiencia con su personalidad. Wendy es un meme andante. Y sus frases arrasan como audios en TikTok y en reels.

Aunque el concurso no se ha visto en España, es inevitable que la hayan visto porque sus vídeos están en todas partes, es un fenómeno global. En un país machista y homófobo como México, que un personaje como ella se convierta en favorito del público es una auténtica sorpresa, aunque tiene su explicación: Wendy es una mujer del pueblo, auténtica, libre, que ha sufrido mucho y con la que se identifican los espectadores más humildes. Ella es trans, sí, pero no está operada.

Para sorpresa de muchos, sobre todo sus compañeros de ducha que han mostrado incluso su fascinación, tiene un miembro de grandes proporciones del que habla con naturalidad (estuvo haciendo chistes sobre ‘la única carnicería que vende pechuga y chorizo’) en un primer paso hacia abordar con naturalidad su propia realidad. Hay quien piensa que es transfóbico hablar de su pene, que hay que negarlo, que no existe. Cuando lo realmente importante es que, aun teniéndolo, todos le siguen considerando una mujer. Y encima, la ganadora.

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