Rubi, acorralado y pico
«La emoción, la testosterona y el desenfreno se apoderaron de Rubi, quien se siente ‘víctima de una persecución’»
Putin promete que investigará la muerte de Prigozhin. Del emperador ruso puede esperarse eso y lo contrario; o sea, que él no ha sido o que está detrás del accidente. Jennifer Hermoso optó por pasar página del «momento ósculo» para no enturbiar la fiesta del primer Mundial femenino del fútbol español. Es comprensible. Más tarde, en un primer comunicado de su sindicato ya admite que se sintió incómoda, y en el segundo llama mentiroso y manipulador a Rubiales, después de escucharle en la mañana de la dimisión frustrada. Casi al tiempo, las 23 campeonas más otras 35 futbolistas firman un manifiesto en el que anuncian que o el presidente de la RFEF coge las de Villadiego o ellas no vuelven a la Selección. La Federación responde con una probable querella contra Jenni. Conclusión: estamos apañados. Y lo estamos porque los bulos, las imágenes trucadas, los cruces de declaraciones, las venganzas que se sirven en frío, aunque el patio está que arde, y toda suerte de ataques y contraataques elevan la temperatura de este abrasador agosto sin que la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad resplandezca sin interferencias. A todo esto, Víctor Francos, presidente del Consejo Superior de Deportes, garantiza que tomarán «medidas porque la infracción es muy grave», por «abuso de autoridad y falta de decoro». El TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) tiene tarea y urge que resuelva cuanto antes.
Aunque no siempre fue así. Bajo el manto de Pedro Sánchez, algunos sucesos protagonizados por Luis Manuel Rubiales despertaron sospechas que, sin pruebas contundentes, o insuficientemente indagadas o probadas desde el CSD, quedaron en agua de cerrajas. Las relaciones entre la Real Federación Española de Fútbol y el Gobierno han sido tan estrechas, o cómplices, que cualquier indicio de irregularidad terminaba en la carpeta de archivo o con el director general Albert Soler fuera del circuito por no seguir las consignas. Hasta que ha estallado el caso del «pico y pico». Pues no es sólo un beso. Una vez finalizado el partido en el Accor Stadium, dio comienzo la que pretendía ser gran fiesta del fútbol español, reventada por una concatenación de acontecimientos insólitos y cronológicamente desafortunados.
«Las relaciones entre la Real Federación Española de Fútbol y el Gobierno han sido tan estrechas, o cómplices, que cualquier indicio de irregularidad terminaba en la carpeta de archivo»
Todo lo que podía salir mal salió peor y la gesta quedó empañada porque la emoción, la testosterona, el descontrol y el desenfreno se apoderaron de Rubi, quien se siente «víctima de una persecución que dura ya cinco años». «¡Porque esto es un asesinato social!», brama contra Montero, Belarra y Echenique, y por eso, y porque piensa que todo el mundo a partir de Javier Tebas y la Prensa le persigue, cuando parecía que iba a dar un paso a un lado siguió de frente, prietas las orejeras. Hasta cuatro veces repitió la frase «no voy a dimitir» en esa comparecencia que presagiaba un adiós y que él transformó en un berlanguiano hasta luego. Sí señor, con un par de cojones y un palito. Para empezar, pidió perdón a la Reina Letizia, a la Infanta Sofía y a la Casa Real porque su comportamiento al llevarse las manos a la entrepierna «fue un gesto poco edificante». «No me justifico, me pudo la emoción. Perdón». Y a continuación, sus verdades, sus matices y la bomba, «no voy a dimitir». Al concluir la sorprendente intervención le sobrevolaba aquella canción de Manolo Escobar: «Por un beso que le di en el palco/a una dama que no conocía. /Por un beso que le di en el palco,/han querido matar mi alegría. /Por un beso que le di en el palco/me encuentro ‘metío’ en esta prisión. /Si lo llegan a saber mis huesos/le lleno de besos hasta el corazón». ¡Chimpón!
Asunto peliagudo con tantas aristas que con el mínimo roce sangras. El beso… El beso aquí en España ha dejado de ser una muestra de cariño para convertirse, en no pocos casos, en un acto reprochable y hasta perseguible. Entonces, ¿besó Rubi cariñosamente a Jenni Hermoso, abusó de su posición o fue la muestra de cercanía entre dos futbolistas -una jugadora y un exjugador-? El precedente del acoso y humillación a Teresa Rodríguez (Podemos Andalucía) carece de matices: el tipo la asaltó, arrinconó, humilló y simuló un beso. A Jenni el beso la pilló desprevenida, la disgustó, pero, a la vista de la sucesión de los hechos y hasta la denuncia de la jugadora y su sindicato, parece que peor que el pico fue la presión para que compareciera públicamente con el presidente para restar importancia al asunto y, lo que es aún más doloroso, que pusieran en su boca unas declaraciones inexistentes. Ítem más: y las presiones sobre ella y su familia para montar un discurso exculpatorio. Como consecuencia de todo ello, prácticamente todo el fútbol femenino español pide la dimisión de Rubiales, acorralado porque las bofetadas le caen desde todos los sectores: deportivos, políticos y sociales. Pero se empeña en resistir. Y no sólo eso. Ahora se va a tomar unos días de vacaciones para regresar más fuerte. Como si no hubiera pasado nada. No va a disfrutar del asueto. El CSD le persigue, el TAD es la espada de Damocles, las futbolistas le detestan, los clubes profesionales le han dado la espalda y también algunas Federaciones Territoriales. ¿Y? Como el que oye llover. Airea sus logros, farda de sus conquistas, pero no puede obviar el
expediente de la FIFA, que le inhabilita durante tres meses, dicta una orden de alejamiento de Jennifer Hermoso y le ha obligado a nombrar un presidente interino, el único vicepresidente que ha sobrevivido al tsnami, Pedro Rocha, presidente de la Extremeña. Ignora las últimas denuncias que pesan sobre él –“he recibido más de cien en estos cinco años”-, soslaya las advertencias del presidente del Gobierno, del ministro de Cultura y Deporte, “pasa” de que la vicepresidenta segunda pida su cabeza y avanza renovaciones y subidas de sueldos como si fuera Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.
«El hecho de que a su derecha estuviera la Infanta Sofía parece que tiene menos importancia que si se tratara de otra menor sin título»
Las primeras disculpas de Rubi no calaron porque no fueron convincentes y las segundas han provocado un alud de protestas y críticas por doquier. Sin embargo, su penitencia ante la Reina, la Infanta y Casa Real ofrece pocas dudas. Y es precisamente en este gesto testosterónico donde el protocolo se deshace en un acto macarrónico e imperdonable, pero expandido con sordina. El hecho de que a su derecha estuviera la Infanta Sofía parece que tiene menos importancia que si se tratara de otra menor sin título. ¿Subyace la realidad tras el debate entre Monarquía y República? Da la casualidad, o no, de que en el progresismo inquisitorial la primera es el primer enemigo de quienes sueñan con la segunda.
Sí, el 20 de agosto de 2023 podría haber sido uno de los días más felices de Luis Manuel Rubiales y, sin embargo, puede que, después de tantas zalagardas más o menos aparatosas, haya cavado su tumba. Una sucesión de acciones reprobables a cuál peor gestionada le ha conducido a este callejón sin salida y la probable suspensión cautelar. No es el «carnicero de Milwakee» ni el «violador del Eixample», pero es el presidente de la Federación más poderosa del deporte español y no ha estado a la altura.