El colegio de Gales, clave en el éxito de Leonor
El éxito mediático y popular de la princesa Leonor ha sorprendido a todo el mundo. El secreto está en Gales
La Monarquía es una víctima propiciatoria del activismo antisistema de la izquierda española y los nacionalistas periféricos. Tres ministros -y ministras, por utilizar el lenguaje inclusivo que tanto les gusta- del Gobierno, más los presidentes de Cataluña y País Vasco, dieron la espantá en el acto de jura de la Constitución de la princesa de Asturias. Sin embargo nadie ha prestado mucha atención a este sabotaje político, porque los medios y la gente sólo hablan de lo guay que es Leonor.
La Casa Real, en una estrategia diseñada por un genio de la comunicación, ha expuesto a la princesa al público en las últimas semanas. Hasta hace muy poco la habíamos visto poquísimo, solamente había intervenido en público en los premios que llevan su nombre dando cortos discursos. Habíamos visto a una niña encantadora, ante cuyo candor y fragilidad era imposible no sentir ternura, ideología aparte.
Pero hace poco más de un mes la Casa Real distribuyó unas fotografías en la que aparecía como un soldado de elite, luego un vídeo en que se mostraba muy relajada entre sus compañeros cadetes en una ofrenda a la Virgen del Pilar, y por fin llegó el esperado debut, la jura de la bandera en la Academia General de Zaragoza.
La desenvoltura y perfección con que asumió su papel de protagonista resultaron sorprendentes. Es cierto que unos meses de dura instrucción militar preparan bien a los cadetes para esta parada, pero aún así todos ellos sienten nervios en ese momento. Mucho más si te han puesto en primera fila, pese a que tu estatura te destinaba más atrás, y las cámaras están sobre ti todo el rato, pero Leonor mantuvo una calma espartana y desfiló tan bien como un granadero de la Guardia Real británica.
El siguiente asalto fue el 12 de octubre, cuando volvió a aparecer de uniforme junto a su padre el Rey. Ya no llevaba el atrezo un poco de opereta de la Academia General, sino el sobrio -podría decirse que soso- uniforme caqui, pero la verdad es que lo lucía con un aplomo como si hubiera nacido con él puesto. Solamente recuerdo alguien a quien le sentara tan de molde el uniforme, y es David Niven en las películas inglesas.
La frágil princesita había dado paso a una mujerona segura de sí misma, y eso antes de cumplir los 18 años. En una época en que el empoderamiento de las mujeres se ha convertido en un mandamiento de la Ley de Dios, parecía como si la hubiesen diseñado para una campaña de promoción feminista. Como mucha gente, he tenido la tentación de pensar que era el uniforme militar -por cierto, no se lo quiso quitar para la recepción del 12 de octubre, aunque el Rey sí lo hizo- lo que había creado la «nueva Leonor», que la princesa había encontrado su lugar en la Academia militar.
Sin embargo un saber estar así -refrendado en la jura de la Constitución, deslumbrante en un traje de chaqueta blanco- no se consigue en tres meses, por mucho tute que te metan los instructores castrenses. Entonces eché la vista atrás, hacia los dos últimos años de «vida oculta» de Leonor: su formación en el Atlantic College de Gales.
Un colegio diferente
La prensa no dejó de señalar que por esta institución han pasado Guillermo y Alexia de Holanda, Elisabeth de Bélgica o Taiyah de Jordania. Algo debe tener el colegio cuando es elegido por tan diferentes dinastías que pretenden sobrevivir a estos tiempos de descreimiento. Pero pensar que el Atlantic es un colegio de elite para la realeza «moderna» es una visión muy corta. Este centro forma parte de una red, Colegios del Mundo Unido, que es una institución ejemplar, donde si a los hijos de los reyes les cobran 80.000 euros de matrícula, también mantienen una amplia política de becas que beneficia incluso a los hijos de los terroristas.
Han leído bien, hijos de terroristas. A principios de los 90 se reunió el comité español de Colegios del Mundo Unido para repartir unas becas financiadas por instituciones que iban de la Casa Real a la ONCE. El criterio de esta institución es que lo determinante no es el buen expediente académico o el conocimiento de idiomas, que pueden ser méritos debidos al dinero de los padres para mandarte a buenos colegios. Ni siquiera importa que un candidato no sepa inglés para ir a un colegio en el mundo anglosajón, ya se le enseñará. Lo determinante para obtener una beca de Colegios del Mundo es la persona, su carácter, su cabeza.
En la ocasión citada presidía el comité el infante don Carlos de Borbón Dos Sicilias, y formaba parte del mismo Sol Bacharach, viuda del jurista valenciano Manuel Broseta, hacía poco asesinado por ETA. Entre los candidatos que pasaban ante ese tribunal había un chico cuyo padre había sido fusilado por terrorista en 1975, en las postrimerías del franquismo. Sol Bacharach pareció despiada cuando le dijo:
-Mi marido ha sido asesinado por un terrorista, ¿qué tienes que decirme?
-Que usted y yo somos dos víctimas.
Obviamente le dieron la beca al chico. Y es con jóvenes de ese temple con quien ha tenido la posibilidad de convivir Leonor en los dos últimos años.
El Atlantic College de Gales, donde ha estudiado la princesa, tiene ciertas características que conozco porque seguí de cerca el proceso de selección para ese centro de la hija de unos íntimos amigos. Según contaba luego la niña, aparte de los estudios era obligatorio rendir servicios a la comunidad. En su caso concreto había sido rescate de personas que se dejan atrapar por la marea en los atractivos pero peligrosos acantilados de Glamorgan. Más de una vez se había lanzado desde el borde del acantilado, atada a una cuerda haciendo rapel, para sacar a un turista insensato, e incluso en alguna ocasión para rescatar un cadáver.
A esta chica, cuando tenía poco más de 20 años, Colegios del Mundo le encomendó organizar un nuevo centro de su red en Líbano, país que como se sabe hace muchos años que se agita entre guerras civiles, terrorismo e invasiones de Israel. Lo hizo. Lo último que supe de ella es que dirigía un campo de refugiados en Sudán, un campo para los negros que son víctima de regulares matanzas por los que no se consideran negros.
Repito, con jóvenes de este temple ha tenido la posibilidad de convivir Leonor en los dos últimos años. Quizá en esa educación tan exigente esté la clave del desparpajo con que la princesa de Asturias ha iniciado su vida pública.